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Poesía

Quedar donde no se está

'Los años tumban todo lo que alguna vez fue y dejan todo en el lugar en el que van a parar y que no es el que es porque solo es donde van a parar a veces sin que nadie sepa porque paran donde paran...'

La Habana

 

Más que para una Azotea,

a su Fantasma

 

Se borra

¿Qué es esto que hay hoy?

¿Qué quedó?

¿Por qué este silencio donde solo una voz ronca y cansada se oculta bajo una distancia querida y odiada a la vez?

¿Qué es esto en esta altura que se borró?

¿Qué es esto que hay hoy?

¿Qué quedó?

Mirar y ver en cada espacio lo mismo: ese abandono que aquí corroe la materia y la carne y los huesos y los escombros… los sonidos y la escucha/ las palabras y su escritura/ las miradas y las cosas/ los ruidos y el silencio/ el tacto y el objeto/ los olores y el olfato/ los gustos y los sabores…/ esto es un hueco que talla en cada sitio raspando hasta el polvo que se desprende al final para penetrar con paso ciego y mirar y no ver nada.

¿Qué es esto que hay hoy?

¿Qué quedó?

¿Quién quiénes dónde y cómo es posible borrar lo que antes fue y hoy dejar una nada sobre cada mano y una voz y una mirada en este hueco?

¿Qué es esto que hay hoy?

¿Qué quedó?

El lugar

En ese sitio en esa altura en esta madera roída por el comején y los años y este sol que derrumba todo en la gente se iba y se tiraba uno por los rincones y se leían letras que construían en sus soledades y que aquí en esta altura querían aliviar de ese afuera que aún está ahí solo que más fortificado por el deterioro que avanza a medida que se cae en pedazos ese allá arriba en la altura contra el hueco contra todo lo que en este sol duro y seco tala y penetra y consume en la piel.

Iban y se quedaban y se leían y se acostaban y se odiaban y se querían y quedaban en ellos las palabras que unían para armar esas frases que decían como único diálogo posible contra la caída y lo que no querían que fueran por eso vistos en la calle allá abajo desde esa altura mientras el peso de una retórica ablandaba todo.

Las palabras

A través de ellas venía todo y con eso se armaba un látigo con el cual golpear al otro que siempre era otro igual debajo aplastado ablandado consumido en un posible ser deseado y querido para escuchar y decir lo que era buscado y donde se habitaba un espacio lleno de palabras para la confrontación y la empatía unidas en el mismo esfuerzo y protegidos de eso que allá afuera golpeaba con otras palabras que no podían escucharse ya de los años repetidos bajo el mismo sol y el mismo pasado y el presente y el futuro y la realidad que convertía los actos en una nada tiesa que se colaba por las rendijas donde a esa y en esa altura todos eran agrupados y eran la resistencia a lo que una vez afuera los atrapaba y desclasificaba para dejarlos sin palabras a ellos a todos en masa.

La amistad

¿Y qué era eso? ¿Qué se construía?

Hoy quedan como telas colgadas de las puertas y ventanas en jirones que no baten si hay viento porque nunca lo hay o aun si lo hubiera mientras los ojos buscan por los rincones y descubren una voz trabada en la construcción de una frase ahí metida en su hueco ya mellada por tanto intento en conservar una relación con el otro que nadie podría conservar porque eso allá afuera que te empujaba a caer era más fuerte que cualquier ilusión allá arriba donde cada vez más y más eran la amistad y donde solo quedan ahora jirones que no baten contra el viento en caso de que alguna vez lo hubiera porque nunca lo hay sobre todo mientras los ojos buscan en un rincón una palabra para trabar una construcción y definir a qué le puede recordar aún esos fantasmas en ese jirón tieso en esa esquina.

Pues, al final, si el jirón bate alguna vez, ¿qué era eso? ¿Qué se construía?

Los años

Por ahí andan los años tirados por las esquinas como lo están los que algunas vez estuvieron y se fueron y no quedó nada de ellos en donde antes sus voces discutían y decían esas sus palabras construidas para buscar una forma una estructura una individualidad que solo es una ilusión que al pasar los años se deteriora y se cae y se esparce en el suelo de la misma manera que esta casa o cualquiera o una persona o cualquiera que busca su forma y su estructura se deteriora poco a poco hasta caer mientras dice las palabras que le derrumban frente a toda pared.

Las casas se construyen como se construyó esta o aquella o ese edificio o aquel para que llegue un momento antes o después siempre en su justo momento ese momento en el que cae todo ante la vista de los que construyeron esas paredes o ante ninguna vista en silencio una caída como una persona cierra los ojos y deja de ver este sol para deconstruir o no una vida que ha ido a parar a otras paredes o no y ha ido a parar a nada y ve de lejos el espectáculo de esa casa que una vez construyó o que nunca construyó pero que habitó mientras los amigos y los familiares y los que no eran amigos y los enemigos venían y leían sus palabras construidas y ya nadie viene a leer nada.

Los años tumban todo lo que alguna vez fue y dejan todo en el lugar en el que van a parar y que no es el que es porque solo es donde van a parar a veces sin que nadie sepa porque paran donde paran pero ahí es donde se detienen y donde terminan de ser esos que arman palabras y buscan formas de decirlas que nunca encontraron.

Aquí la música terminó

Todo lo que alguna vez sonó se detuvo para siempre ante la huida de eso allá arriba que dejó un hueco mayor al que ya hubo desde antes cuando no había nada levantado contra la altura y el aire que paciente esperaba a que los jirones quedaran en las ventanas porque siempre quedan jirones detrás de las ventanas y el polvo es tan paciente como el viento y aunque suenen las notas de alguna sonata el silencio es también paciente y el viento el polvo y el silencio terminan tragándose todo lo que aquí alguna vez se alza contra la altura buscando un refugio contra el sol para ahogarse dentro de un hueco y buscar la resistencia en una nota como en una palabra es un acto diario de cavar en esta tierra seca un hoyo profundo con una tumba al final.

Entonces…

Entonces…

Se borra el lugar las palabras la amistad los años

Aquí la música terminó

Entonces… alguien queda donde no se está.

 


Ramón Hondal nació en La Habana, en 1974. Recibió en 2013 el Premio Luis Rogelio Nogueras de la editorial Extramuros por el libro de poemas Diálogos. Este texto pertenece a un libro en preparación.

Otros poemas suyos: Atención al intelectual, Para sostenerse, Imagen de botiquín y Las losas.

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