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Política

Editorial: Trasladarse en Cuba no puede ser a riesgo de la vida

Más de 100 víctimas en el vuelo La Habana-Holguín, dos muertos por día en las carreteras cubanas, y el Estado despreocupado por las infraestructuras.

Madrid

Aunque la cifra puede aumentar en los próximos días, han muerto 111 personas en la catástrofe del avión La Habana-Holguín. Las causas del desastre se encuentran en investigación, pero ya apuntan al pésimo estado de la nave. Cualquiera que sea el resultado de esas investigaciones, puede hablarse del estado crítico de la aerolínea estatal cubana.

Ya en 2005 un sitio especializado en desastres aeronaúticos comparaba los datos de accidentes ocurridos durante 25 años en todo el globo y colocaba a Cubana de Aviación como la peor aerolínea del mundo, por ostentar el mayor número de víctimas por millón de vuelos realizados.

Los fallecidos en el accidente de la pasada semana eran, en su inmensa mayoría, ciudadanos cubanos que viajaban de La Habana a Holguín. Eligieron el avión, pero tampoco el viaje por carretera les habría ofrecido mucha más seguridad. Según estadísticas oficiales, en el último quinquenio fallecieron en carreteras cubanas 3.738 personas, y 41.460 resultaron heridas. Es decir, en los últimos cinco años cada día mueren dos personas en accidentes de carretera y otras 23 sufren heridas. Esas cifras crecen de año en año: en 2017 fueron 292 víctimas mortales más que durante el año anterior. Los accidentes automovilísticos constituyen la quinta causa de muerte en el país.

Cuando la prensa oficialista enlista las posibles causas de este fenómeno se cuida de poner en último lugar el estado ruinoso de las vías o la falta de señalizaciones. Culpa antes a la falta de atención, a la embriaguez de los conductores o a los animales sueltos en la vía. Sin embargo, esa misma prensa comienza a hablar ya de "cementerios sobre el asfalto" y reclama la reparación de infraestructuras.

El desastre del vuelo La Habana-Holguín es la confirmación del historial de una compañía como Cubana de Aviación. Los 111 fallecidos de ese vuelo se suman a los millares de víctimas mortales y heridos en viajes por tierra. Van en una misma lista: la de quienes encuentran la muerte cada día en su necesidad de trasladarse.

Puesto que carreteras y aerolínea y aeropuertos pertenecen al Estado cubano como único propietario, las cifras crecientes de pérdidas de vidas humanas, ya sea por aire o por tierra, hablan del poco respeto por la vida humana que muestra un Estado tan despreocupado de las infraestructuras del país.

No puede ser que trasladarse dentro de Cuba siga siendo a riesgo de tantas vidas humanas. Ahí tiene el presidente Díaz-Canel una tarea urgente e imprescindible por delante.

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