1
Apretar tuercas
da dinero.
Una forma eficaz
de llevar a casa
la piltrafa.
Apretar tuercas
daña mis manos
y mi imaginación.
2
Estoy de paso
en una casa que no me pertenece.
Vivimos cinco personas
en veinte metros cuadrados.
Dos habitaciones abarrotadas
donde pido permiso
para entrar.
Tropezamos en el baño,
a la hora del desayuno,
frente al espejo.
3
Nuestro comercio de cervezas
florece.
Comercio de rapiña,
para ganar centavos.
4
No tengo casa
sobre la tierra.
La vendí
antes del derrumbe.
Tampoco tenía dinero
para rehacerla.
Mi padre murió en ella
aterrado
por morir allí.
El dinero
que me ofrecieron
era para escapar a Noruega.
5
Mi madre
no conoció a mi hijo.
Antes se secó.
Temía dejarme solo.
Que nadie
me alimentara
al envejecer.
Ten un hijo
me decía con frecuencia.
Un hijo
Que recoja la mierda
al final de tu vida,
como hice con ella.
Ahora
alimento a mi hijo,
limpio su cuerpo.
No estoy solo
por esta noche.
Mi hijo
no conoció a mi madre.
Rafael Enrique Hernández nació en La Habana en 1968. Ha publicado el libro de poemas Alguien de mi familia (Casa Vacía, Richmond, 2018).