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Crítica

'Erótica' se reedita

El libro agrupa la primera colección de cuentos y viñetas de José Prats Sariol, publicada inicialmente en Cuba, en 1988.

Arizona
'La Gimblette', de Jean Honoré Fragonard.
'La Gimblette', de Jean Honoré Fragonard. reprodart

Erótica  agrupa la primera colección de cuentos y viñetas de José Prats Sariol, publicada inicialmente en Cuba, en 1988. Esta reedición resalta y toma aún más fuerza al tener en cuenta los últimos acontecimientos sociales y políticos en Cuba, donde la represión y censura, alargadas por más de seis décadas, se mantienen pese a la explosión social, como recientemente han comprobado las protestas en la isla caribeña.

Erótica da fe de su actualidad al describir problemáticas similares a las existentes en la Isla más de medio siglo después de su escritura. Si bien los cuentos suceden en su mayoría en Cuba, las situaciones descritas y las críticas al sistema se asocian con valores de carácter universal. El propio Prats Sariol nos describe en su introducción a este nueva edición, titulada "Nota de arqueología literaria", cómo su personaje-censor "se convertía en típico jerarca de un régimen totalitario —ruso, nicaragüense, chino, iraní…— del siglo XVIII o del XXI", en referencia a su cuento "Index Librorum Prohibitorum", escrito en 1982.

Efectivamente, los cuentos subrayan  valores universales que sirven de herramienta para criticar la falta de libertad bajo el régimen cubano, lo que conforma el leitmotiv. Sin embargo, este se articula generalmente de forma disimulada dentro de los textos para escapar de la propia censura que la obra critica, así como para revelar el miedo y la delación que existen en cualquier sociedad, pero que se agudizan en regímenes autoritarios.

Como los grandes textos que consiguieron escapar de las cadenas editoriales de la Unión Soviética, Erótica burló la censura a través del uso de aspectos cotidianos aparentemente inofensivos y al asociar su crítica con modelos foráneos al cubano. La presencia de héroes nacionales, víctimas de esos mismos sistemas represores, como muestran las inclusiones o referencias a Domingo del Monte, Julián del Casal, José Martí…, ayudan a enmascarar la crítica. No obstante, si Erótica logró burlar la censura, el autor no salió indemne de la publicación de su libro, ya que sufrió posteriores represalias, que culminarían en su destierro en el 2003, primero en México y luego en EEUU, lo que también muestra cómo esta obra fue identificada como subversiva por el régimen.

La censura es uno de los temas recurrentes en los cuentos de Erótica. De entre ellos destaca "Index Librorum Prohibitorum", inspirado en el índice de libros prohibidos que se instauró en España a partir de 1551 y que continuó imperando hasta principios del siglo XIX. En el cuento, localizado temporalmente en 1793, el obispo Fernando Rávano, miembro de la Academia y censor de la Inquisición, lee y condena un texto de 1246 por contravenir la Santa Fe y las buenas costumbres. La crítica al obispo se presenta al ser este un sagaz lector que rememora a través de las páginas eróticas del libro su propia vida disoluta con diversas mujeres y sus experiencias sexuales en lupanares. El doble rasero de quienes se ensalzan como adalides y guardianes de la moral social se extrapola claramente a otras épocas y latitudes. Se establece una analogía entre inquisidores y comisarios políticos.

Similitudes con el cuento anterior se encuentran en la viñeta "Academia", en donde la censura se visibiliza al ser el gran catedrático, representante de la oficialidad, quien desalienta a un joven poeta a continuar con su obra literaria, al carecer este, supuestamente, de unos valores y normas literarias que él considera imprescindibles. Es decir, los textos se tienen que circunscribir al canon imperante, y los que no se alineen con él quedan fuera de la oficialidad. Una censura impuesta de facto desde los organismos culturales que se asocian con la famosa frase de Fidel Castro a los intelectuales con la pistola en la mesa en 1961: "Dentro de la revolución, todo; fuera de la revolución, nada".

Dentro de similar temática se halla "El despachador", donde se alude a la presencia de los órganos censores, y por tanto señala una limitación en la libertad de expresión. En el texto, una joven está escribiendo un cuento para un taller literario al cual acudirá el asesor provincial, perteneciente al Ministerio de Cultura, y dos escritores de La Habana. La presencia de este personaje no es casual, sino que visibiliza parte de la realidad cotidiana de los grupos culturales en Cuba.

En la misma estela argumental encontramos "¿Después?", tributo al escritor cubano Julián del Casal, en donde se narra en una ficticia conversación las dudas por publicar los amoríos de la mujer del aquel entonces capitán general de la Cuba colonial, Sabas Marín, en 1888. Unas notas en cursiva posteriores al cuento muestran cómo, debido a su publicación, Julián del Casal fue cesado de su puesto de escribiente en la Intendencia General de Hacienda. El castigo sufrido por Casal se convierte en una clara analogía con quienes destapan los trapos sucios del sistema, lo mismo que le sucedió a Heberto Padilla por su poemario disidente Fuera del juego y a tantos otros autores cubanos de varias generaciones.  

No obstante, Erótica es más que disidencia política. Es simultáneamente experimentación literaria, juego verbal, como es común en otras obras literarias de Prats Sariol, entre las que destaca su novela Mariel. La experimentación en Erótica se exterioriza por la presencia de metaescrituras y metalecturas, donde los personajes principales leen diversos textos dentro del propio texto.

La experimentación lúdica no se limita a los distintos niveles de lectura. "Urganda la desconocida", presenta una influencia valle-inclanista, mientras que en la viñeta "Jenjilla" se juega con las reglas gramaticales. En ella se narra la típica situación en que una madre se queja y pretende controlar los movimientos nocturnos de un hijo que acaba de dejar atrás la pubertad. La particularidad atemporal es que carece de puntuación, lo que potencia la lectura. De forma análoga vemos "Gorda en gerundio", donde el narrador enumera, solo a través de comas, una situación en que una mujer de edad avanzada hace su cola de la compra, que aquí asociamos con las cartillas de racionamiento, la cual, para su sorpresa, brilla por su ausencia.

En "Sofrosine", "La broma", "Dos cuartillas a la orden"…., destaca la técnica del monólogo interior. Su excelente uso presenta ciertas concomitancias con Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, y Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé. No es casual que Prats Sariol escribiera el prólogo a la edición cubana de Últimas tardes con Teresa, así como el de Los santos inocentes, de Delibes.

Otros recursos de estilo parecen dejar guiños a Albert Camus, Juan Carlos Onetti y Mario Vargas Llosa; así como a los grandes cuentistas cubanos de la generación anterior a la suya: Calvert Casey, Antonio Benítez Rojo y Guillermo Cabrera Infante.

Erótica de Prats Sariol acentúa dos ejes. Uno remite al contexto sociohistórico de la Cuba actual, al permitir visibilizar la censura, el miedo y el castigo  aún vigentes; así como las rebeliones en su contra, como demuestran las recientes protestas masivas en la isla caribeña. El otro incide en el empleo de diversas técnicas narrativas, de entre las cuales sobresale el magnífico uso del monólogo interior. Erótica no solo es ameno, sino que también es un libro fuerte, como diría Harold Bloom, y desde aquí recomendamos y alentamos con vehemencia su lectura.


José Prats Sariol, Erótica (Ed. Casa Vacía, Richmond, 2021).

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