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Alimentación

La odisea de darle un vaso de leche a un hijo en Cuba

'Tengo cinco vacas y me promedian a ocho litros, pero reporto cinco para poder vender tres por la izquierda. Si no lo hago, me muero de hambre', dice un campesino.

La Habana
Un campesino cubano ordeña una vaca.
Un campesino cubano ordeña una vaca. Cubadebate

La leche es desde hace décadas en Cuba un lujo racionado por el Estado. La situación ha empeorado, no obstante, en los últimos años, con la debacle de la ganadería y la incapacidad del Gobierno de importar el producto. Actualmente, el alimento ni si siquiera está garantizado para los niños menores de siete años, los enfermos y los ancianos, a los que el sistema de racionamiento revolucionario supuestamente protege.

Fuera de la distribución estatal, el alto precio en el mercado informal hace que desayunar con leche sea prohibitivo para la mayoría de las familias. Las imposiciones y trabas del Gobierno cubano a los ganaderos solo empeoran la situación.

"Tengo cinco vacas y me promedian a ocho litros, pero reporto cinco litros para poder vender tres por la izquierda. Si no lo hago, me muero de hambre, porque el Estado no paga al precio que real y se tardan cantidad. Pero si me cogen me echan una multa de 20.000 pesos", explica José Ramón, un agricultor usufructuario mayaricero de las cercanías de Guaro.

Hace alrededor de dos años, las MIPYMES comenzaron a comercializar leche en polvo comprada en el exterior con dólares del mercado informal. Pero el salario oficial, que es bajísimo y estático, limita el poder adquisitivo de los trabajadores estatales, que constituyen alrededor del 80% del total.

Para colmo, a inicios de año fueron muchos los días en que los niños con cuota de leche solo recibieron el 50% (455ml), ya que debido a la incapacidad del Gobierno para sacar adelante la economía con el mismo modelo que ha fracasado por más de seis décadas, la importación estatal de leche se ha visto menguada.

"La leche de la cuota es una locura: se corta muchísimas veces antes de venderla y ya no la reponen. Ni hay en polvo de reserva, como antes, para estos casos. No tiene tampoco hora de llegada, te pasas el día velando la bendita leche, preguntando si llegó, como si no hubiera más nada que hacer", cuenta Yailín, que tiene un niño de tres años.

"Lo mismo llega un día líquida y hay que llevar un pomo vacío para envasarla, al otro en polvo y te piden un nylon para echarla, y otro día se aparecen con solo medio litro. Otras veces coge rachas de llegar de noche y hasta de madrugada. Es tremendo, ponen a una estresada detrás de la leche. Cuando se corta, que pasa a cada rato, los niños se quedan sin leche y ya, sin nada que inventar".

Fuera de eso solo queda la leche que se vende en el mercado informal y la leche en polvo de las MIPYMES. Un vasito de leche por estas vías cuesta entre 25 y 75 pesos, en dependencia del lugar o del origen. En los municipios agrícolas el precio de la leche líquida es menor que en los no agrícolas, o que en las ciudades grandes. Mientras con la leche en polvo sucede lo contrario, entra por el puerto del Mariel y se va encareciendo con la transportación y las utilidades de los intermediarios que la venden en el interior del país.

"El año pasado el litro de leche todavía estaba a 70 pesos y ya en diciembre se puso a 100 pesos. Y ahora, con todos los alimentos subiendo, ya anda por 120 pesos. Pero no es fácil encontrarla, cada vez hay menos posibilidades y viene quedando la leche en polvo de la MPYME, que es varias veces más cara. El litro sale a 300 pesos o más. Hay veces que no puedo garantizarles a mis hijos el vaso de leche, aunque me esfuerce al máximo", dice Indira, madre de dos niños mayores de siete años.

Para un padre o una madre cuyo salario promedia alrededor de 150 pesos por día, un vaso de leche para el desayuno de un hijo, que en el mejor de los casos sale en 25 pesos, es demasiado caro; 75 pesos es ya prohibitivo.

Es peor cuando tienen varios hijos o se da el caso —recurrente— de que no hay pan de la cuota en la panadería y se ven forzados a comprar en las panaderías particulares a similar precio que el del vaso de leche. Tristemente, lo que termina sucediendo es que, al igual que los padres, los niños se quedan también sin desayunar.

El de la leche es un capítulo apenas del drama terrible que sufre el pueblo cubano en medio de la peor y más profunda etapa de la crisis. Ante este panorama, muchos recuerdan como una burla la promesa de Raúl Castro en su etapa al frente del Gobierno de un vasito de leche para todos.

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