La decepción ciudadana con las promesas y las instituciones del castrismo

Si nos pidieran un rasgo sobresaliente de la actitud del cubano de a pie hacia los gobernantes de la Isla, no dudaríamos en mencionar la decepción que paulatinamente ha ido ganando espacio entre la ciudadanía.

Sería larga la lista de los hechos que han motivado tal desilusión. Nos referiremos a cuatro de las realidades que confirman el fallo de las promesas e instituciones de la maquinaria castrista del poder.

Hay que recordar las clases de Economía Política en la Universidad de La Habana, allá por los años 70 cuando los profesores afirmaban que la ley económica fundamental del socialismo era "la satisfacción de las necesidades siempre crecientes de la población".

Los que creyeron semejante argumento deben de haber sufrido una gran decepción cuando se comprobó que el modelo de socialismo estalinista que por aquella época existía en nuestro país nunca llegó a cumplir ese cometido. Y, evidentemente, el paso del tiempo ha reafirmado la manquedad del socialismo castrista para llevar a cabo tan elevado propósito.

Otra promesa gubernamental en la que ya no cree la población es la referida a las instituciones de la salud. Aquel discurso inicial que insistía en una cobertura total y gratuita de atención médica para todos los cubanos ha involucionado a una realidad de desesperación e incertidumbre que envuelve a la ciudadanía.

Consultorios del médico de la familia en los que con frecuencia faltan los médicos; policlínicos y hospitales donde se precisa, en no pocos casos, hacerles un "regalito" a los médicos para ser bien atendidos; y tratamientos de los facultativos que no pueden seguirse adecuadamente debido a la gran escasez de medicamentos que afronta el país, constituyen el actual panorama de los servicios médicos en Cuba.

Otro tanto podríamos decir del sistema educativo en el país. La imagen de una educación supuestamente inclusiva —no olvidar que la universidad sigue siendo para los revolucionarios— y cuantitativamente superior, no ha podido ocultar la endeblez cualitativa que se observa en todos los niveles de enseñanza.  

El cubano de a pie  se queja de la mala educación que reciben sus hijos, de los muchos maestros sin la debida preparación, de los contenidos de estudio que apuntan al adoctrinamiento de los educandos, y también del monopolio de las autoridades en esta materia, que les impide a los padres escoger el tipo de enseñanza que desean para sus hijos, que podría incluir la privada y la religiosa.  

Y en estos días estamos asistiendo a una nueva desilusión de los cubanos. Esta tiene que ver con el sistema bancario del país. Personas con cuentas de ahorro de 30.000 o 40.000 pesos, y que aspiraban a extraer buena parte de ese efectivo, han permanecido en una cola de varias horas para poder extraer finalmente tan solo 2.000 pesos, cifra máxima permitida por el corralito bancario.

En esas condiciones, ¿a quién se le va a ocurrir abrir una nueva cuenta de ahorro en un banco de la Isla?  A todas luces, los cubanos hemos perdido la confianza en el sistema bancario cubano. La mayoría de las personas aducen que prefieren conservar el dinero en sus hogares, aun con el riesgo que eso puede suponer, antes que depositarlo en un banco que nadie sabe cómo actuará el día de mañana.  

Para colmo, en medio de tan caótica situación, se inicia un proceso de bancarización  en el país, que presupone, entre otras cosas, restricciones para el uso del efectivo por parte de los diferentes actores económicos, entre ellos los cooperativistas, trabajadores por cuenta propia, y los integrantes de las MIPYMES.

Mas, si se ha perdido la confianza en el sistema bancario, no resulta muy aventurado pronosticarle un fracaso a esa controvertida bancarización.