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Política

Más Médicos: el descalabro de la retirada

Lo sucedido en Brasil limitará el alquiler de médicos a terceros países y pone en posición de jaque mate al sistema cubano de esclavitud moderna.

La Habana

47 días antes de tomar posesión, Jair Bolsonaro, presidente electo de Brasil, expuso tres condiciones para la permanencia de los cubanos en el programa Más Médicos: 1- que pudieran venir con sus familias, 2- que se les pagara directamente el salario íntegro y 3- que revalidaran sus títulos.

La respuesta del Gobierno de Cuba fue la retirada.

Informaciones de la embajada de Brasil en La Habana sobre las negociaciones secretas entre La Habana y Brasilia, reveladas por DIARIO DE CUBA, evidencian la inconsistencia de la respuesta cubana y las verdaderas razones detrás de tal decisión.

El regreso demostró que los galenos cubanos no marchan voluntariamente al exterior, sino que son alquilados, que salvo excepciones no pueden viajar acompañados de sus familiares, que reciben una pequeña parte del dinero que pagan por ellos y que si abandonan el programa son castigados con la prohibición de entrar a su país por un período de ocho años: condiciones que califican como esclavitud moderna. 

Si Bolsonaro emitió sus exigencias antes de asumir la presidencia de Brasil, el Gobierno cubano debió negociar antes de decidir unilateralmente la retirada.

En dos oportunidades anteriores el programa Más Médicos había estado a punto de ser clausurado. La primera ocurrió en 2016 —después de la destitución de Dilma Rousseff—, cuando Cuba retiró 1.200 médicos para presionar una renegociación del contrato. La segunda en 2017, durante el Gobierno de Michel Temer, cuando decenas de cubanos, al terminar la misión, decidieron quedarse en Brasil. En ambos casos las autoridades brasileras cedieron a las exigencias de Cuba. 

La experiencia de la presión en esas dos oportunidades parece haber estado presente en los cálculos para la actual retirada. Para La Habana, partiendo de la importancia política que representa la atención médica, especialmente en las zonas más alejadas y de peores condiciones de Brasil, la retirada antes de que Bolsonaro asumiera la presidencia podría haber generado una crisis, al quedar desatendidos más de 29 millones de brasileños. Dicha crisis podría evitarse si Bolsonaro retiraba sus exigencias. En ambos casos el hecho brindaría un "triunfo al Gobierno de Cuba" contra el recién electo mandatario, pero no resultó así.

Para contrarrestar el impacto negativo de la retirada, Brasil puso a convocatoria 8.517 plazas. Primero para médicos brasileños y extranjeros con título revalidado y después para otros médicos, incluyendo a los cubanos que se beneficiarían sin antes tener la revalidación de sus títulos. Unos días después, el 27 de noviembre, el Ministerio de Salud de Brasil anunció que la mayoría de las plazas dejadas por los galenos cubanos habían sido ocupadas, por lo que —de ser así— quedó desactivada la potencial crisis. Las últimas informaciones daban cuenta que quedaban pendientes apenas 106 plazas en los municipios más remotos y pobres del país, en distritos indígenas y en municipios de la región Amazónica.

Por la parte cubana, a pesar de la sorpresiva y rápida evacuación, las fugas no pudieron evitarse. El 9 de diciembre, 5.853 médicos habían sido evacuados, lo que representaba algo más del 70% de los 8.332 que cumplían misión en aquel país. Hasta ese momento, las informaciones brindadas por DIARIO DE CUBA indicaban que un 22% de los médicos había decidido no obedecer la orden de retirada.

Según la prensa oficial, con el vuelo número 32 finalizó la evacuación. Varios cálculos arrojan las posibles siguientes cifras. Un especialista de aviación, publicado en DIARIO DE CUBA, estimó que "como promedio, cada avión debió transportar a unos 200 pasajeros", por tanto, en 32 vuelos regresarían unos 6.400 médicos. Si se tiene en cuenta el 22% calculado por este periódico, habrían regresado unos 6.500 aproximadamente. Al mismo tiempo, la Organización Panamericana de la Salud había planteado en noviembre que unos 1.400 médicos cubanos podrían permanecer de forma legal en Brasil, es decir, que regresarían cerca de 6.932. En esos y en otros cálculos la cifra de los desertores oscila entre 1.400 y 1.900. Un golpe mayor si se tiene en cuenta que por cada uno que no regresó, otros lo pensaron, aunque por diversas razones decidieron regresar.

La magnitud de la fuga lo confirma el mutismo de las autoridades cubanas, que no dijeron una sola palabra acerca de los que se quedaron, tal como si no fueran cubanos o nunca hubieran existido, aunque seguirán salvando vidas en Brasil.

La razón de quedarse es sencilla. Con independencia de cualquier vocación humanitaria, la aceptación de marchar a cualquier país radica, fundamentalmente, en los bajos salarios que los médicos perciben en Cuba: unos 34 dólares mensuales como promedio. Por tanto, aunque el Gobierno se quede con el 75%, cada mes de salario en Brasil representa unos 18 meses de salario en Cuba, lo que permite a los galenos mejorar su situación y la de sus familias. 

Por esos servicios —fundamentalmente médicos— el régimen cubano recibió el año 2017 11.379 millones de dólares (cifra que incluye los ingresos por turismo), lo que demuestra ser una actividad más lucrativa que las exportaciones de azúcar, níquel u otros productos.

Del alquiler de médicos el Estado cubano obtiene dos grandes dividendos: 1- suple en parte la ineficiencia del modelo estatizado y 2- vende al mundo la imagen de médicos dispuestos a salvar vidas en cualquier lugar del mundo.

Las consecuencias negativas de la retirada son muchas. Además de la pérdida en dinero, en lo adelante será difícil que otros países —excepto casos como el de Venezuela— acepten un trato como el que se estableció con Brasil. También sería extraño que, después de las acciones cívico-legales presentadas en Brasil contra los términos del programa Más Médicos, la OPS se vuelva a involucrar en algo parecido.

Lo ocurrido —junto a hechos como que asociaciones de juristas de Brasil estén ofreciendo asesoría gratis a los médicos cubanos que no regresaron, y que la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, con sede en Miami, esté apoyando a varios cubanos en una “demanda millonaria” como compensación— influirá en la conducta de los médicos que trabajan en terceros países, o de esos que sean enviados en lo adelante. 

Por todo lo anterior, el descalabro limita el alquiler de médicos y pone en posición de jaque mate al sistema cubano de esclavitud moderna.

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