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Política

¿Por qué Raúl Castro no sigue a los vietnamitas?

El líder comunista de Vietnam recomendó a La Habana hacer reformas de mercado para mantener el socialismo.

La Habana

¿Por qué Raúl Castro no sigue los consejos de sus aliados vietnamitas y lanza el Doi Moi (renovación) cubano?

"La economía de mercado, en sí misma, no puede destruir el socialismo, pero para construir con éxito el socialismo es necesario desarrollar la economía de mercado de manera adecuada y correcta": fue este el mensaje que en marzo pasado le dio el primer secretario del Partido Comunista de Vietnam, Nguyen Phu Trong, de visita en La Habana, al general Castro.

El marxista vietnamita número uno hizo un panegírico del "capitalismo socialista" (y valga el disparate) en una conferencia que impartió en la Universidad de La Habana sobre el Doi Moi, las reformas de mercado en su país.

Esa filosofía vietnamita es políticamente menos invasiva que la de "enriquecerse es glorioso" del líder del Partido Comunista Chino, Deng Xiaoping. Pero ambas habrán estremecido a Marx en su tumba londinense de Hyde Park.

El aldabonazo de Phu Trong en La Habana no fue una sorpresa. Un cuarto de siglo antes, en el pico del "Periodo Especial", un alto funcionario vietnamita que visitó el diario Granma, alarmado al ver en las calles habaneras a tanta gente flacucha y demacrada, preguntó cuándo iba a comenzar el Doi Moi cubano. El jefe de la Redacción Internacional le dijo entonces —contrariamente a lo que él pensaba— que las condiciones en Cuba eran distintas y le soltó el casete del "bloqueo", etc.

Pasados 17 años, el 25 de noviembre de 2010, Ricardo Alarcón, entonces presidente del parlamento castrista, puso en Pekín el mismo casete. Le dijo a la dirigencia china que Cuba estaba buscando "un camino de desarrollo acorde con sus condiciones nacionales".  

El problema es que Cuba tiene la enorme desgracia —que no tuvieron los otros 34 países en los que se implantó el comunismo en el siglo XX, con la excepción de Corea del Norte—, de que el dictador se retiró por enfermedad y le entregó el poder a su hermano. Todo quedó en familia. Surgió así la segunda monarquía marxista-leninista —luego de la norcoreana— en una "dictadura del proletariado", y valga el absurdo. O sea, en Cuba reina la dinastía de la casa Castro, como en Gran Bretaña la casa Windsor.

Para desgracia adicional, Castro II es estalinista de corazón, además de inepto y escaso intelectualmente. De ahí su complejo de inferioridad con respecto a su hermano Fidel, para él un genio excepcional, y de quien es el más furibundo fanático dentro de la elite castrista. El general Castro no hace, ni hará, ningún cambio que él cree no sería aprobado por Castro I.

La varita mágica del Doi Moi

Como la otra cara de la moneda tomemos el caso de Vietnam. Allí, antes de la guerra todas las tierras fueron colectivizadas y estaba prohibida la propiedad privada. La guerra duró 20 años (1955-1975) y cobró la vida de tres millones de personas. Pero al acabarse el conflicto el hambre siguió matando gente porque el sistema de agricultura estatal no producía suficientes alimentos.

En diciembre de 1986, el mismo año en que Gorbachov lanzó su perestroika, en Hanoi los principales líderes de la vieja guardia estalinista fueron obligados a renunciar y se lanzó el Doi Moi. Se restableció la propiedad privada, se reconocieron legalmente los negocios privados, se permitió que los vietnamitas creasen capital y lo invirtiesen libremente. Se crearon grandes y medianas empresas privadas en todas las ramas económicas.

Los propietarios fueron autorizados a importar y exportar ellos mismos, y a contratar libremente a sus empleados. El país se abrió a las inversiones extranjeras incluidas las de los vietnamitas residentes en el extranjero, que aportaron su valioso know-how.

Se eliminaron los controles de precios, se suprimieron las empresas estatales agrícolas, se entregaron las tierras a quienes las querían trabajar sin regulaciones. Campesinos, cooperativistas y arrendatarios empezaron a producir lo que querían y a vender en el mercado sus cosechas, a importar y exportar, y a obtener créditos de fuentes estatales o privadas, nacionales o extranjeras.

En poco tiempo se acabó el hambre y Vietnam se convirtió en una potencia mundial exportadora de arroz, café y otros productos. En café superó a Colombia y es hoy el segundo exportador mundial luego de Brasil. En los años 80, antes de las reformas, Vietnam solo producía el 0,1% del volumen mundial de café. El salto fue impresionante.

En 1985, antes de iniciarse las reformas capitalistas, más del 80% de los vietnamitas era muy pobre y el 70% padecía hambre, según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Para 1995, con diez años de reformas, el nivel de pobreza se había reducido a un 58%, y a principio de 2016 ya solo fue de un 5,7 %.

Hoy de las 500.000 empresas que hay en Vietnam el 96,7% son privadas y generan el 60% del PIB, según el Ministerio de Industria y Comercio. El índice de desempleo es del 3%, que en teoría económica equivale a pleno empleo. Compárese con el de Cuba, de un 30%. La economía vietnamita crece entre un 5% y un 6% desde hace tiempo, y en 2017 captó 30.000 millones de dólares de inversión directa extranjera.

O sea, sonándoles trompetillas a Marx, Lenin y Ho Chi Minh, fue el "decadente" capitalismo el que sacó a Vietnam de su atraso semifeudal.

Desprecio del dictador por su propio pueblo

En tanto, en Cuba si la economía no se ha hundido en el mar es porque el régimen de Nicolás Maduro aún sigue en pie. Pero colapsará, los vietnamitas lo saben y alertan a la dirigencia cubana para que despierte. ¿Será Raúl Castro medio retardado mental?, puede que se pregunten en Hanoi.

Pero no es cosa de retardo mental, sino del desprecio del general por su propio pueblo. Es un problema de familia, nadie despreció y subestimó más a los cubanos que Fidel Castro.

El socialismo europeo solo fue desmontado cuando en el Kremlin se instaló un nuevo liderazgo encabezado por Mijail Gorbachov. En China no fue Mao, sino Deng Xiaoping quien hizo las reformas, y no fue el Tío Ho, sino una nueva generación de dirigentes la que lanzó la perestroika vietnamita. En la isla caribeña se fue Fidel y quedó su hermano, su mayor admirador.

Obviamente no se trata de desear para Cuba un régimen dictatorial regido por un Partido Comunista opresor como el vietnamita, simplemente porque este da palos y zanahorias y el castrista solo da palos y se ahorra las zanahorias. Cuba lo que necesita es desmantelar de raíz el sistema comunista, "reinventar" el capitalismo y emprender el camino del desarrollo con un Estado de derecho, libre, democrático, plural y moderno.

Lo que pasa es que, dado el atraso profundo del país, y con el general Castro siendo dictador hasta que se muera, ciertas libertades económicas además de que podrían aliviar la pobreza quizás podrían abrir la caja de Pandora de la que saldrían más temprano que tarde todas las demás libertades hoy asfixiadas.

A diferencia de Vietnam y China, Cuba está en el corazón de Occidente y de su cultura liberal clásica. Además, el sector privado será el que reconstruirá el país.

En fin, ¿por qué Castro II no libera las fuerzas productivas? En primer lugar porque no le interesa sacar a Cuba de la pobreza, sino todo lo contrario. Él y su claque se sienten más seguros si los cubanos son pobres y no ricos y poderosos como ellos. Quieren que la genta malviva, dependa del Estado, y que el día se le vaya "resolviendo" necesidades apremiantes.

Por otra parte, Castro II considera que concesiones a la libre empresa arruinarían sus planes de capitalismo de Estado neocastrista y neofascista controlado férreamente por su familia, sus amigotes, y las fuerzas armadas. Esa es la pura e indignante verdad.

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