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Música

El espectáculo oculto de Abel Lescay

'Este concierto debió haberse grabado, al menos debió hacerse en uno de los teatros de esta ciudad. Pero los reyes de la fealdad hoy mandan.'

La Habana
Abel Lescay en concierto.
Abel Lescay en concierto. Diario de Cuba

Otro concierto secreto. Otros amigos con miedo a llegar. Otra vez pensar que, más que el arte, nos espera la policía. Y por fin la música. La certeza de estar asistiendo a un acontecimiento exclusivo, no solo por el reducido público sino también por las ilusiones que se han acumulado esperando esta oportunidad.

En esta ocasión la abundancia de ilusiones se sintió especialmente intensa. Es el lanzamiento del primer disco en solitario del joven músico Abel Lescay, al que ha puesto todo lo que sabe. Como la mayoría de músicos de este país, su formación es clásica, pero después ha coqueteado seriamente con el jazz, y ahora visita una variedad de géneros como quien explora, lo cual se deja notar en el disco Grllxs.

Sin embargo, en el lanzamiento esta variedad va a encontrar un orden en la entrega. El estilo en vivo será más compacto que el grabado en estudio. Como hay peligro también en acompañarlo, Lescay ha tenido que valerse nada más que de guitarra, piano y percusión, que a veces toca simultáneamente. Pero su performance en escena lo arreglará todo.

"Cada día valgo menos", escribió en una publicación reciente Abel Lescay después de sufrir algo parecido a un ataque de pánico en una estación de policía, cuando lo detuvieron porque tiene prohibido andar por la calle (mucho menos tocar su tambor en el parque de Bejucal, como estaba haciendo, solo). Físicamente, no le han conseguido hacer tanto daño por manifestarse el 11J. Querían que cumpliera siete años de cárcel por eso. Pero, gracias a la presión de la opinión pública, se consiguió reducir la condena a cinco años de prisión domiciliaria. Sicológicamente, sin embargo, las consecuencias del régimen de miedo con que trabaja la policía política,  podrían ser profundas y duraderas en el joven artista.

El tambor del inicio parece a punto de romperse por los golpes. La música al principio es el sentido elemental de la violencia y la rabia. Hoy es el Abel Lescay que le rapeó al policía en la calle el 11J, el que quiere existir a plenitud y se rebela contra el freno. Lo es esencialmente. No hace falta que nos recuerde que vivimos en una dictadura. Eso ya lo sabemos. Asistimos a la puesta en escena de la impotencia que se guarda para que no nos afecte,  pero que no se va. Lo más que puede conseguir el miedo es acorralarla, no abolirla. Hasta que un día estalla, como el 11J.  

Abel la conduce hoy hacia la música y el teatro. Con El Ciervo Encantado aprendió a hacer de cada representación un espectáculo y esto lo aplica con rigor en cada verso recitado (porque a veces sus canciones son como poemas que se entretuvieron con su propia melodía). Hoy con furia. Por fin canta los 15 temas que debieron componer el disco Grllxs (pero solo tuvo dinero para seis). La actuación, los altibajos de la voz bien manejada, los une: el punk se parece a la ranchera, la  bossa nova al reguetón salvaje (¡al fin uno hecho con arte!) en un momento único.

Este concierto debió haberse grabado, al menos debió hacerse uno de los teatros de esta ciudad. Pero los reyes de la fealdad hoy mandan.

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