La Justicia de Panamá condenó a un ciudadano colombiano a ocho años de cárcel por el tráfico ilegal de 22 cubanos, informó el jueves el Ministerio Público.
Se trata de Nedel Fuentes Jiménez, de nacionalidad colombiana, sentenciado por el delito contra la humanidad en la modalidad de tráfico ilícito de emigrantes, a solicitud de la Fiscalía Contra la Delincuencia Organizada, confirmó a EFE la institución panameña.
En un hecho poco común, la información fue recogida por el sitio oficial Cubadebate. La prensa cubana en manos del Estado no suele publicar temas sobre la emigración ilegal cubana, pese al drama que representa para la sociedad.
De acuerdo con la versión oficial, Fuentes Jiménez fue apresado el pasado 19 de diciembre cuando de manera flagrante llevaba en dos lanchas a 22 personas de nacionalidad cubana, entre ellos dos menores de 9 y 17 años, "con fines de tráfico ilícito de migrantes, transportando y colaborando con la entrada ilegal al país de estas personas", dijo el ente judicial en una declaración pública.
Entonces, el Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) de Panamá informó que las dos embarcaciones fueron interceptadas en el sector Maliguita de la comarca Guna Yala, fronteriza con Colombia.
El Ministerio Público precisó este jueves que a los emigrantes en situación irregular "se les cobraba 150 dólares" a cada uno "para ser transportados por mar desde el área de Playa Malaguita, para posteriormente ser trasladados a través de la selva de Darién evitando los controles migratorios".
Miles de migrantes ilegales caribeños y extracontinentales, de países africanos y asiáticos, llegan a Centroamérica ayudados por redes de traficantes de personas en su tránsito hacia EEUU.
Panamá anunció la construcción de un albergue con capacidad para 400 personas en la frontera con Colombia a mediados de febrero pasado, cuando estaban en el país más de 700 emigrantes irregulares que habían llegado a través de los límites con la nación andina.
DIARIO DE CUBA ha recogido el testimonio gráfico de las travesías y situaciones peligrosas por las que han pasado los cubanos para alcanzar territorio de EEUU, pese al fin de la política de "pies secos, pies mojados" decretado por Barack Obama antes de abandonar la Casa Blanca.
La llegada incesante de migrantes llevó a Panamá y Costa Rica a aplicar de manera conjunta un programa migratorio y de seguridad denominado "flujo controlado", que es un proceso de verificación sanitaria y también biométrico, para comparar información con bases de datos de EEUU y otros países a fin de tener un perfil de estas personas y determinar si generan o no un alerta migratoria.