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América Latina

La OEA desaprovecha su asamblea para plantar cara a las dictaduras latinoamericanas

La reunión no solo evidenció el disminuido rol de EEUU, sino también las posiciones ambiguas de diversas democracias del hemisferio.

Bogotá
Mesa en una reunión de la OEA.
Mesa en una reunión de la OEA. La Tercera

Al iniciarse la LII Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, trazó una ruta: aprovechar la cita hemisférica para dar una firme condena a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Pero como signo de estos tiempos, la directriz de Washington no tuvo acogida entre países latinoamericanos y caribeños.

La reunión, celebrada en Lima entre el 5 y 7 de octubre, no solo evidenció el disminuido rol de EEUU para marcar la pauta en las Américas, sino que también reveló las posiciones ambiguas de diversas democracias del hemisferio ante la consolidación del autoritarismo en Venezuela o las olas represivas de Cuba bajo el castrismo y la deriva autoritaria que asola a Nicaragua.

Producto de esas ambigüedades, junto a un menoscabado liderazgo de Luis Almagro al frente de la OEA, se produjo un documento pidiendo la libertad de presos políticos en Nicaragua, pero obviando que también los hay en Venezuela y Cuba, o solicitando que el régimen de Daniel Ortega y de su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, cese la represión, pero no se hace ninguna mención a la renovada ola represiva del castrismo en Cuba.

El periodista jefe de la agencia Associated Press (AP) para América Latina, Joshua Goodman, confirmó, mientras tenía lugar la asamblea, que el secretario general de la OEA es objeto de una investigación externa, en términos similares a la que se ejecutó en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y que desembocó en la destitución de su presidente, Mauricio Claver-Carone.

El uruguayo Almagro, originalmente muy identificado con la izquierda cuando asumió la conducción de la OEA, en 2015, terminó alineándose con gobiernos conservadores de la región, como respuesta ante el avance autoritario de Venezuela. En 2020 fue reelecto para un nuevo periodo de cinco años, gracias en buena medida al espaldarazo que le dio la Casa Blanca que comandaba Donald Trump.

De acuerdo con Goodman, Almagro sostuvo una relación íntima con una mujer del personal de la OEA. Almagro niega haber tenido un rol supervisor sobre esta funcionaria. "Sin embargo, dentro de la organización el romance era un secreto a voces", según personal del organismo consultado por Goodman.

"Tengo la impresión de que el Gobierno de Joe Biden está usando el tema de las relaciones impropias, reñidas con la ética por la posición de poder de los señalados, con el ánimo de deshacerse de figuras alineadas en su momento con Trump y que en el nuevo contexto obstaculizan los planes de la Casa Blanca", lanza como hipótesis un veterano diplomático sudamericano radicado en Caracas, conocedor del funcionamiento de la OEA, al ser inquirido por DIARIO DE CUBA.

Durante las sesiones en Lima, Almagro tuvo un tono que en general buscó ser conciliador. No tomó la batuta de lo señalado inicialmente por Blinken, por ejemplo, y tuvo un papel secundario en los debates y discusiones, según observadores que participaron en las sesiones.

Para lograr un pronunciamiento explicito sobre la crisis democrática en Nicaragua, el Gobierno de Canadá se empleó a fondo en hacer ajustes de diverso tipo en el documento, tocar a países anglófonos y resaltar la necesidad de defensa de la democracia.

"Son meras declaraciones. La OEA cuenta con un claro instrumento, la Carta Democrática Interamericana, precisamente aprobada en Lima hace dos décadas, pero no hay liderazgo interno en el organismo ni entre los países con peso geopolítico, como México o Brasil, para invocar la aplicación de este instrumento ante las derivas autoritarias registradas en años recientes en Venezuela y Nicaragua", explica el diplomático consultado por DIARIO DE CUBA.

Cuba, entre tanto, sigue siendo un tema ignorado en las declaraciones finales de las asambleas de la OEA. La reunión de Lima no fue la excepción. Las democracias latinoamericanas parecen resignadas a convivir con la dictadura castrista y guardar silencio ante la represión y la falta de libertades en la isla caribeña.

La cumbre de la OEA concluyó con los usuales llamados genéricos —sin estar acompañados de planes de acción específicos— a "ser más efectivos en la lucha contra la pobreza" para superar los "tiempos de la desigualdad y discriminación".

"Tenemos que ser más eficientes en la lucha contra la pobreza, tenemos que brindar más y mejor educación para todas y todos", sostuvo, por ejemplo, Almagro al clausurar la cita en Lima.

César Landa, canciller de Perú, país anfitrión de la asamblea, también evitó cualquier pronunciamiento sobre la falta de libertades que asolan a varios países de las Américas.

"Esta reunión nos ha ofrecido la oportunidad de encarar, de manera regional, con franqueza y sentido de urgencia, trabajar para reducir toda forma de discriminación", sostuvo.

Para este canciller y otros presentes en la cita hemisférica la palabra discriminación se asocia a las desigualdades sociales, no se le presentó en el contexto político de falta de libertades. Bajo ese prisma, a fin de cuentas, sociedades como las de Cuba, Nicaragua y Venezuela padecen duras discriminaciones.

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1 comentario

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Nada de posiciones ambiguas, sino hipócritas y miserables. Tremenda mierda de gente.