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Poesía

O la lengua, erecta de frío

'Heberto me lo comentaba con una sentencia erudita:/ Nada mejor para la memoria que una caja de vodka en la despensa de la cocina./ Y agregaba: Esa es, digamos, la reserva...'

Madrid

Heberto me lo comentaba con una sentencia erudita:
Nada mejor para la memoria que una caja de vodka en la despensa de la cocina.
Y agregaba: Esa es, digamos, la reserva,
pues siempre debes tener varias botellas bien frías en el congelador,
prestas a ser consumidas.

Y es una gran verdad: los días pasan mejor contando botellas
—una suma de vidrio etílico—
consumiéndolas pausadamente,
previa estancia prolongada en la nevera.
Aunque, en realidad, solo estarán una breve temporada.
No hay que darles tregua,
hay que beberlas con incesante ímpetu:
de chupito a bocanada.

Eso sí, todo buen vodka hay que servirlo muy gélido
en unos vasitos de cristal helado
y beberlo despacito, hasta que los labios se vuelvan violáceos
o la lengua, erecta de frío
te pida otro trago y otro más
hasta consumar el don celestial del delirio de la ebriedad.


Felipe Lázaro nació en Güines, en 1948. Poeta y antologador, dirige la editorial madrileña Betania. Este poema está incluido en Tiempo de exilio. Antología poética, 1974-2014 (Editions Hoy no he visto el Paraíso, Le Havre, 2014).

El libro puede descargarse gratuitamente aquí.

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