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Innovación

Otorgan premios de la competición de jóvenes innovadores Falling Walls

Falling Walls Cuba lució como la promesa de un futuro lejano, de una sociedad que gratifica a sus innovadores, como debe ocurrir cuando se busca el progreso.

La Habana
Presentación de Lemar Hurtado en Falling Walls Cuba.
Presentación de Lemar Hurtado en Falling Walls Cuba. Twitter/ Embajada de Alemania en Cuba

Como estaba anunciado, el pasado viernes 16 de junio ocurrió la final cubana del concurso Falling Walls en la sede de Espacio Creativos. Se trata de un evento internacional donde innovadores de más de 120 países participan con sus proyectos en pos de grandes premios, patrocinio o simplemente publicidad. El ganador de cada país recibe un puesto para la gran final que ocurrirá el 9 de noviembre en Berlín, día en que se celebra la caída del Muro de Berlín.  

El concurso ocurre a manera de presentaciones (pitchings), de tres minutos, en inglés, donde el candidato debe convencer a un jurado de la contribución de su idea a "derribar muros" sociales. Cada aspirante debe estar cerca del mundo académico: haberse graduado recientemente o ser estudiante en alguna universidad.

"Es la primera vez que se hace en Cuba —nos cuenta Felix Zuehlsdorf, lector del Servicio Alemán de Intercambio Académico DAAD—, y estamos muy contentos. Hemos pensado que en Cuba hay mucho emprendimiento que merece promoción".

A pesar de la premura con que ocurrió esta primera convocatoria, recibieron 39 proyectos de los cuales eligieron 15 para presentarse. La Universidad de las Villas Martha Abreu fue la de mayor representación en el certamen.

La experiencia vivida el viernes en Espacio Creativos fue como una pausa agradable en medio de una pesadilla: jóvenes cubanos originales y afanosos puestos en función de las ventajas del conocimiento y su aporte a la humanidad, como si viviéramos en un país normal (como si todavía quedaran jóvenes talentosos en Cuba con ganas de hacer algo). Impresiona también el dominio del idioma inglés que la mayoría mostró, fruto, seguramente, del esfuerzo propio.  Siete autoridades fungieron como jurados, cuatro de ellos pertenecientes a instituciones del Estado cubano.  

Casi todos los proyectos sonaron interesantes. Del lado del público, el más atractivo resultó la iniciativa (ya avanzada en su materialización) de la farmacéutica santiaguera Ruth Yero, que busca un radioactivo novedoso para el diagnóstico de cinco tipos de cáncer. También, en el mismo camino médico, estuvo la idea del bioquímico de Camagüey Leonardo Martín, que concibe una manera de combatir el cáncer a través del uso de microplasmas.

De acuerdo con el jurado, el primer lugar recayó en el ingeniero Lemar Hurtado, dueño y CEO de la MIPYME Nufor, que quiere contribuir a la agricultura sostenible con sistemas de producción que incluyen el uso de la automatización y originales materias primas. Un proyecto que ha sido respaldado por la iniciativa InCuba, de la Universidad de La Habana, y el Parque Tecnológico de La Habana, ubicado en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI).

El segundo premio, cuyo contenido será responsabilidad de la Embajada alemana, fue para el proyecto "Desechos en nanomateriales", del estudiante de segundo año Ernesto Díaz, quien, junto a su grupo de innovadores, ha creado un procedimiento químico para hacer fertilizantes orgánicos a partir de desechos. El tercer premio fue otorgado también a una propietaria y CEO de MIPYME, esta vez productora de aceites a partir de materiales alternativos, en el caso del proyecto presentado, a partir de semillas de mamey.  

Falling Walls Cuba lució como la promesa de un futuro lejano, de una sociedad que gratifica a sus innovadores, como debe ocurrir cuando se busca el progreso. En la Cuba de hoy, este llano afán deberá estar separado del Estado, que, inversamente, por décadas premia más la simpatía hacia el poder del inventor que el invento en sí mismo. Falling Walls podría situarse en una brecha alternativa a estas demandas partidistas. Ojalá que crezca impoluta.

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3 comentarios

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Profile picture for user El Santo

Nada innovador miro en los tres premios. Dichas propuestas ya son practicadas en otros países desde hace buen rato.
Y no sé por qué a nadie se le ocurrió, pero allí es más fácil extraer aceite de la barriga de un dirigente que de un mamey.
Dirigentes con grandes barrigas sobran, mamey no hay ni para hacer un batido.
A ver si en la próxima competición alguien presenta esta iniciativa innovadora.

Profile picture for user Ana J. Faya

Oh casualidad: Dos premios son de MIPYMES!!!!! (No entiendo qué quiere decir que el contenido del segundo premio es responsabilidad de la embajada alemana)
Por su parte, las matas de mamey crecen lentamente, tardan por lo menos 5 años en dar frutos. No veo la productividad de ese invento. Sobre todo desde Cuba, donde los árboles frutales fueron seriamente diezmados por la Brigada Invasora Che Guevara. No creo que después el régimen haya llevado a cabo un serio programa de repoblación forestal.

Profile picture for user Amadeus

Yo tampoco entiendo eso. Cuando el régimen participa en algo todo es turbio.