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Salud

El dengue, a punto de convertirse en epidemia en Santiago de Cuba

Las autoridades admiten 'una situación epidemiológica muy compleja, en la que todos los municipios reportan infestación de Aedes aegypti'.

Santiago de Cuba
Basurero cerca de edificios familiares en Santiago de Cuba.
Basurero cerca de edificios familiares en Santiago de Cuba. Diario de Cuba

En un cubículo del hospital de Contramaestre, en Santiago de Cuba, Aníbal Izaguirre espera a que le baje la fiebre y se le quiten los vómitos, las náuseas, las contracciones musculares, las punzadas en el fondo de los ojos y la molestia en las articulaciones, que en su conjunto le impiden volver a casa.

"Tengo las plaquetas y los glóbulos blancos muy bajos. El cuerpo me duele muchísimo, tal parece que me han dado una mano de palos", cuenta vía telefónica a DIARIO DE CUBA.

"Querían remitirme a Palma Soriano, pero me negué", asegura. "Allá el contagio es peor y la atención un desastre. Para pasar trabajo lo hago en mi patio. Aquí los muchachos me traen un pedazo de pan y por lo menos mato el hambre", explica.

"Por segunda vez me ingresan en el Orlando Pantoja, con más imagen de morgue que de institución sanitaria", compara Aníbal, mientras comenta que en los pasillos del tétrico hospital hay un estricto control por el coronavirus. "Es para lo único que hay algo de medicamentos".

Pero este mecánico de 43 años, residente en el poblado de Maffo, no es víctima del Covid-19, sino del dengue, otra letal enfermedad a punto de convertirse en epidemia en Santiago de Cuba, que desde la década de los años 80 del pasado siglo no ha podido erradicar los criaderos de Aedes aegypti ni los niveles de infestación que atentan contra la salud del pueblo.

Los temores y el desasosiego de Aníbal no son infundados. Hace exactamente un año él y otros 500 pacientes fueron testigos —en esa misma institución— del fallecimiento de los niños Génesis Aurora Tamayo y Harold Cordoví por dengue hemorrágico.  

"Entonces, como ahora, estábamos hacinados. La diferencia es que había algo de medicinas y un buchito de dinero para atender a las personas con sangramiento agudo por la nariz, los oídos y la boca", explicó con voz entrecortada.

Como él, muchos infestados y sus familiares están alarmados por la falta de coherencia de las autoridades sanitarias al encarar la propagación de las enfermedades infectocontagiosas y el reciente anuncio de que en breve el dengue puede alcanzar la categoría de epidemia, publicado en la edición impresa del periódico Sierra Maestra el pasado 14 de noviembre.

Para Alfredo Cintra Guerra, jefe de Vigilancia y Lucha Antivectorial, 2020 no pasará a la historia como uno de los años más difíciles en el enfrentamiento a la enfermedad, pero noviembre podría marcar el inicio de una epidemia, si no se detiene la creciente reproducción del Aedes aegypti.

En la información ofrecida al semanario del Partido Comunista, el funcionario aseguró que la provincia enfrenta "una situación epidemiológica muy compleja, en la que todos los municipios reportan infestación del mosquito y a diario se detectan más de 225 criaderos del vector, casi tres veces la cantidad de focos que se declaraban en octubre".

"Ojalá se tratara de una visión exagerada, pero el peligro es real y creciente", dijo el directivo.

Insalubridad, aguaceros y desorden

DIARIO DE CUBA constató que al enquistamiento de la insalubridad se suman los fuertes aguaceros, el desorden en la gestión ambiental y la nociva práctica de atacar las consecuencias y no la causa de los problemas, que en su conjunto complejizan la situación en las demarcaciones e inciden en que crezca la cifra de contagiados con dengue.

Las áreas de salud más complicadas son Victoria de Girón, en Palma Soriano; Baraguá, en el municipio Mella; Baire y Patricio Lumumba, en Contramaestre, y Boniato, el distrito José Martí y El Cobre, en Santiago de Cuba, donde se registra el mayor número de enfermos.

Algo que llama la atención de los expertos es que en Segundo Frente y Tercer Frente —que no se identifican por tener Aedes aegypti ni circulación viral de dengue— existen focos del insecto, lo cual incrementa el riesgo epidemiológico en las montañas.

Leopoldo Rojas, un operario de la campaña contra el mosquito, lamentó que la basura en las calles atenta contra su trabajo, al igual que la toxicidad de la fumigación y el mal sabor que deja en los depósitos de agua. "Cuando aprieta la escasez no se mira mucho la fecha de vencimiento del abate", afirmó.  

El dengue se ha instalado hace cuatro décadas en la vida de los santiagueros. El que no ha enfermado, tiene un amigo, un familiar o un vecino que ha pasado la enfermedad. Algunos lo califican como la "piedra" con que las autoridades sanitarias tropiezan de forma perpetua.

Según las estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), 3.259 cubanos habrían contraído el virus durante 2019, cifra preocupante porque representa el mayor número de infestados durante el último quinquenio, y en la que es difícil confiar porque muchas personas con síntomas evitan ir a los hospitales.

El epidemiólogo Idelfonso Guerra alertó semanas atrás que más de la mitad de las personas que acuden con síndrome febril inespecífico a los hospitales de Santiago de Cuba padecen dengue. Contra la enfermedad, el único remedio por el momento es erradicar los criaderos de mosquitos.

La doctora Adis Manzano, médico de la familia en el reparto Marimón, expresó que "el zigzag de los contagios demuestra que cuando controlas un brote, aparece otro. Cada verano esperas una epidemia".  

Ortelio Linares, de la Universidad de Oriente, asegura que "el sube y baja de los contagios se corresponde con el mal diseño de la 'lucha antivectorial'". En pocas palabras, "solo cuando los números despuntan el enfrentamiento se refuerza". A su juicio, "hay prevención, pero no la adecuada, ni la suficiente".

Linares recordó que la campaña intensiva de 2016 le costó al Estado más de 24 millones de pesos y 8.000 toneladas de petróleo, de acuerdo con las declaraciones del entonces ministro de Salud, Roberto Morales Ojeda.

Las cifras apuntan a que el grueso de las medidas y el dinero se emplea a partir de la presencia del mosquito o las personas contagiadas; es decir, se concentran en el efecto y no en las causas reales del fenómeno. El panorama se repite en todo el país.

El dengue clasifica como una de las denominadas "enfermedades de la pobreza". Su manejo escapa a las posibilidades reales de las autoridades sanitarias, y pone en evidencia a aquellas encargadas de la infraestructura y los servicios básicos, como el suministro de agua y los servicios comunales.

Lina Araujo, con 20 años de experiencia en el sector de la Salud, asegura que la presencia sostenida del virus implica riesgos exponenciales que incluyen la mutación o aparición de los cuatro tipos de dengue que en la actualidad afectan a los cubanos y cada vez se vuelven más resistentes.

Insistió en "hacer públicas las cifras de los brotes. Esconderlas ni educa, ni aporta nada".

En los Anuarios Estadísticos de Salud de 2017, 2018 y 2019, que tienen más de 200 páginas cada uno, la palabra dengue no se menciona ni una sola vez, cuando debiera aparecer por su incidencia en la salud colectiva y para visualizar uno de los principales desafíos del sistema sanitario cubano.

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