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Religión

Una emprendedora abrirá el primer bazar para musulmanas de Cuba

Kira Romero quiere ayudar a que las practicantes del Islam no tengan que depender de donaciones y encuentren ropa que además las identifique como cubanas.

La Habana

En las calles de La Habana resulta cada vez más frecuente ver mujeres usando el hiyab o velo islámico. Sin embargo, aún forman parte de esas minorías que no contempla el mercado estatal o privado, reporta la agencia IPS.

"Encontrar lo que necesitas, el velo o el vestido apropiado, en los comercios cubanos es casi imposible, y cuando lo haces es a precios elevados y sin los aditamentos que lleva", explicó Kira Romero, dueña de la primera tienda islámica de la Isla.

El nombre escogido para el comercio es Firdaus, que dentro del Islam representa el nivel más alto del paraíso. Aspira a que las musulmanas cubanas sientan que pueden elegir el estilo que quieren llevar, acorde a su fe, comentó la emprendedora, de 32 años.

Según los preceptos del Islam, las mujeres deben cubrir completamente el cuerpo a excepción del rostro y las manos. En un país tropical como Cuba, las practicantes cubanas ven reducidas sus opciones de atuendos o dependen de otros para adquirirlos.

"También está la intención de cambiar ciertas concepciones dentro de la comunidad islámica. Tener acceso a las cosas que necesitas sin depender de las donaciones puede ser valioso", dijo Maryam Camejo, comunicadora de la tienda.

Esta cierta autonomía práctica, a juicio de Camejo, puede ayudar a que el Islam deje de verse como algo ajeno, y más personas empiecen a crear sus propios espacios y formas de vivir la fe sin deslindarse de su propia cultura.

La Liga Islámica de Cuba, creada hace 20 años y reconocida jurídicamente en 2007, dice reunir a alrededor de 7.000 fieles, de los cuales 1.300 son mujeres, aunque no existen registros certeros.

Que la práctica del Islam en Cuba no sea una mera traslación de costumbres o ideologías de los países árabes, es esencial para estas emprendedoras.

"La mayoría de la cultura islámica ha llegado a través de los árabes, por eso muchas personas creen que ser musulmán conlleva un proceso de arabización. Queremos cambiar también esa idea: puedes encontrar un punto medio que te identifique, empezando por la ropa", continuó Camejo, que sigue el estilo más occidental de usar pantalones.

El hiyab es la forma más común de usar el velo en la Isla, aseguró.

En el mundo existen otras modalidades como el Chador (velo negro largo, típico de Irán), Burka (el rostro y los ojos también se cubren con una especie de malla, típica en Afganistán) y el Niqab (cubre el rostro pero deja ver los ojos).

"No vamos a vender ninguna de estas variantes. El hiyab es Islam, el resto es cultura y dominación machista, al menos para mí", aclaró Romero, que es ingeniera civil de profesión.

Según Camejo, muchas musulmanas conversas sienten la imposición de un modelo ajeno a su cultura. "El canon de la 'buena musulmana' para muchos hombres remite al modelo árabe, y eso violenta mucho la psiquis de las cubanas porque sienten todo el tiempo que no llegan, que no son suficientes", abundó.

"Muchos no quieren que su esposa trabaje porque van a tener contacto con otros hombres, cuando en realidad siempre que se respete los límites del Islam eso no es un problema", aclaró la joven, que también imparte clases de religión a mujeres en la mezquita.

Firdaus será también una fuente de empleos para otras musulmanas que por usar el velo en público muchas veces no son aceptadas en centros privados e incluso estatales.

"Es muy bueno lo que está haciendo Kira. Esta es una manera de prosperar en la sociedad asumiéndote. Y a lo interno de la comunidad musulmana es muy importante que sea una mujer quien lo haga", valoró Camejo.

Firdaus cuenta con los medios para ser un negocio rentable: un segmento de mercado bien delimitado, variedad, exclusividad de productos y precios competitivos, aun cuando debe importar gran parte de la materia prima para sus confecciones.

"La idea es tener siempre precios asequibles, por debajo de los que pueden encontrar en otros lugares, gracias a que tengo la posibilidad de comprar la materia prima que necesito directamente con los proveedores a costos mucho menores", explicó Romero.

Obtener las licencias necesarias para emprender ha sido el proceso más largo y engorroso.

"La idea de un bazar es que haya gran variedad de productos, y aunque todos son confeccionados artesanalmente, como está regulado, se necesita una licencia para cada artículo", comentó sobre el establecimiento, que estará abierto a todas las personas.

"Las licencias no están pensadas con una concepción empresarial sino con la idea del artesano que vende en una mesa, a muy pequeña escala. No existe tampoco la figura del comunicador, tan necesaria para lanzar un emprendimiento", lamentó Camejo, sobre las dificultades que han enfrentado.

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