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Alimentación

Diez veces más escaso, diez veces más caro

El desabastecimiento golpea con mayor fuerza a los 'cuentapropistas' cubanos que sobreviven con negocios precarios y a las familias más pobres.

La Habana

Estela, cuentapropista del reparto Barbosa en el municipio La Lisa, mantiene a su familia de cinco miembros elaborando cakes por encargo y dice que nunca antes ha vivido tal insuficiencia de materias primas.

"Antes se perdía temporalmente algún producto y se sustituía por otro, ahora es una cadena de faltantes imposible de superar. Por ejemplo, el huevo y la harina, que son los principales componentes de un cake, están perdidos y, cuando aparecen, es a precios muy altos. Y ni hablar de la mantequilla, la vainilla, el chocolate y el polvo de hornear".

Su esposo, jubilado de la empresa eléctrica, recibe una pensión que apenas alcanza para comprar las medicinas que necesita. Sobre los hombros de Estela recae la manutención del hogar.

"Este mes he podido hacer un solo cake, y eso porque el interesado me trajo los ingredientes. En otros tiempos, cuando escaseaban el chocolate o la mantequilla, resolvía haciendo cake de piña, pero la piña está muy cara y, además, lleva natilla, maicena y extracto de limón, productos muy difícil de encontrar".

El Gobierno anunció recientemente el restablecimiento de algunos productos en falta, pero Mayra, en la cola del mercado de Flores, cree que la televisión dice una cosa y la realidad es otra.

"Estoy aquí desde que abrió el mercado a las 9:00 de la mañana. Ya son las 11:00 y aún no han sacado el pollo, ni el picadillo, ni las hamburguesas. Cada vez que preguntamos a los empleados dónde radica el problema de la falta de productos, responden lo mismo: 'la distribución ya se está normalizando, solo hay que confiar y tener un poco de paciencia'. ¡Qué respuesta más bella y esperanzadora!".

Tonisia, que también espera en la cola, cuenta que el día anterior sacaron aceite y el desorden que se armó no lo vio ni en el "Periodo Especial".

"Una cola de tres horas esperando que sacaran aceite y, cuando al fin los empleados aparecieron con el carro, la cola se perdió y fue una estampida lo que les cayó arriba. Los hombres atropellaron a las mujeres y no les importó que varias ancianas cayeran al piso, ni siquiera las ayudaron a levantarse".

La desigualdad social en Cuba es más evidente cuando se acentúa la escasez, que golpea con mayor fuerza a las familias de más bajos recursos.

"El mercado negro se beneficia de la crisis", dice Eulogio Vives, antiguo profesor de Economía hoy desempleado por sus ideas políticas. "Quien no pertenezca a la alta dirigencia comunista, no trabaje en el turismo, en una firma extranjera o no reciba remesas de familiares fuera del país, se la ve negras, pues todo es diez veces más caro que antes, siempre con tendencia a empeorar".

María Gracia, es una mujer pobre que reside en el barrio marginal Romerillo, tiene dos hijos jimaguas en el Servicio Militar y una niña pequeña en cuarto grado de primaria. Para mantenerlos, vende coquitos en una esquina del barrio.

Pero "el coco ha subido de precio y a veces no aparece por ningún lado. Y el azúcar tengo que comprarla en la bolsa negra, la ganancia que obtengo apenas nos alcanza para comer malamente", lamenta.

En un recorrido por bodegas y carnicerías del comercio minorista del municipio Playa, se apreció un notable atraso en la entrega de sal; en cambio, varios consumidores comentaron sobre la mejoría en la calidad de algunos productos normados, como el picadillo para niños, ya que en vez de a granel la última entrega fue en tubos parecidos a los de las tiendas en divisas; también el yogurt para niños de siete a 12 años y la jamonada.

Vivían, ama de casa residente de Jaimanitas, dice que la población está esperanzada con esa mejoría y que su tío, directivo de una empresa de alimentos, le aseguró que más adelante otros productos de la libreta de racionamiento, como el pollo, el arroz y los frijoles, se venderán también empaquetados, para limitar el robo por parte de los dependientes.

Carpio, técnico de salarios y seguridad social, duda que eso llegue a materializarse.

"Si eso ocurre habrá un éxodo de trabajadores de Comercio interior hacia otros oficios, porque los dependientes perciben salarios muy bajos y sobreviven haciendo trampas con la pesa", explica. "Además, no creo que exista una infraestructura que garantice tales volúmenes de empaquetado, ni tampoco que exista en Cuba una real estabilidad en la importación de alimentos subsidiados".

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