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Sociedad

El hombre 'más pobre' de Banes cortó caña en 16 zafras para el Estado

Cuando llueve, en la casa del cubano Jorge Gómez Hidalgo 'hasta los palos cogen corriente'.

Holguín

"Un puerco del Estado no vive en las condiciones en que uno vive aquí", calcula el cubano Jorge Gómez Hidalgo, de 62 años y con 16 zafras azucareras sobre sus espaldas.

Este "machetero millonario" fue "vanguardia nacional y donante de sangre" desde 1973 hasta 2012. Era el mejor de su cooperativa. Ahora está seguro de tener otro récord: ser "el caso más crítico" del municipio Banes (Holguín). "Me atrevería a cortarme la cabeza si no es así", dice.

Junto a su esposa, Vilma, de 56 años, habita algo que parece una casa y está en peligro de derrumbe. Ha perdido las esperanzas de poder repararla algún día.

"Yo estaba desde 2012 en espera de un subsidio, pero ahora me entregaron el expediente porque dicen que está parado eso. Primero está la situación de la liberación del terreno; aún no se ha liberado porque dicen que no está pago". Sin embargo, "esta casa está hecha aquí desde hace 50 años", explica.

"Toda mi vida me la he pasado en la agricultura, sin ser negociante. Tengo 16 zafras hechas con una mocha, no con combinadas como ahora, y eso nadie lo ha mirado. No he visto nada claro conmigo", lamenta el jubilado.

"A mí me iban a dar los materiales por méritos, pero en esa fecha pasó un ciclón por Pinar del Río y suspendieron la entrega de materiales aquí para mandarlos para allá, y más nunca en la vida me han mentado", agrega.

Su esposa se niega a ser entrevistada. Jorge habla por los dos.

"Me jubilaron por enfermedad, porque casi no puedo hacer nada debido a que tengo las piernas tiesas. Nos dedicamos a la casa y a lo que podemos, porque los dos estamos enfermos. A mí me pagan una pensión de 461 pesos (moneda nacional) y de ahí tenemos que sacar, además de la comida, para el medicamento de dos personas, cerca de 100 pesos de agua, que hay que comprarla, y el descuento de un crédito que tuve que pedir para pagar 28 tejas de fibrocemento y dos kilogramos de clavos que me dieron derecho a comprar para con eso, y ya, hacer mi casa", ironiza.

"Entonces me dieron un bolso con una piocha, una pala, una soga y una aguja. La pala será para enterrarme o con la aguja coserme la boca para que no hable. Otra cosa, nos otorgaron un colchón y no se sabe qué rumbo cogió", denuncia.

La pareja está preocupada por la actual temporada ciclónica, que comenzó el 1 de junio y se extiende hasta el 30 de noviembre.

"No tenemos donde meternos. Esto aquí no sirve para nada. Cuando llueve hasta los palos cogen corriente y es que todo se ha echado a perder", lamenta.

A la interrogante de si las instituciones gubernamentales se ha interesado por su caso, responde: "primeramente sí, pero se olvidaron y no han vuelto jamás. Ni Poder Popular, ni Gobierno, ni nadie. Ya soltaron el expediente, así que no hay esperanza de nada".

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