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Opinión

José Martí y la pañoleta

'Pioneros por el comunismo' es una frase que nada tiene que ver con José Martí. Y para muchos cubanos, es la mayor de las ofensas.

Miami

En aquellos ya lejanos años sesenta, los maestros en Cuba revisaban el nudo de la pañoleta. Pocos niños al principio lo hacían bien. El profesor venía a la fila, y delante de todos desataba el nudo maléfico; volvía a anudar la pañoleta mientras gritaba, como para que lo oyera el resto, que eso no se ataba así, que no se comían las puntas ni se cogía para limpiarse la boca. La pañoleta de los pioneros, arengaba a viva voz, era una prenda sagrada, venerable, tanto como el busto de José Martí y la bandera cubana.

En esos días la pañoleta de los pioneros era azul y blanca. Y no existía el juramento de "Pioneros por el Comunismo, seremos como el Che". Porque Ernesto Guevara aún estaba vivo, no se sabía nada de él. La consigna anterior era algo así como "Pioneros, siempre listos". Justamente, a finales de los sesenta —y algunos podrán recordarlo con asombrosa nitidez—, se anunció la muerte del llamado "Guerrillero Heroico"; y aquello capturó toda la inocente emocionalidad infantil. Entonces fue casi una necesidad aceptar que los niños seríamos comunistas como él, sin saber qué cosa era el comunismo y menos aún quien el verdadero Che.

La Organización de Pioneros de Cuba (UPC) acaba de cumplir otro aniversario. Para muchos en la Isla —niños y jóvenes sobre todo— parecería una invención de la Cuba revolucionaria. En realidad, fueron los partidos comunistas de los países europeos quienes primero organizaron a las más jóvenes generaciones imitando el movimiento de scouts internacional, los exploradores. Solo que en el caso de los Boy Scouts de EEUU, uno de los más famosos y fundado en 1910, su objetivo principal no es la formación ideológica y política de su membresía.

Algo bien distinto ha sucedido con el resto de las organizaciones infanto-juveniles comunistas. Sus objetivos primeros son "formar" incondicionales adeptos al llamado socialismo y crear un sentimiento de rencor, de rechazo a sociedades capitalistas. Desde la primera de estas asociaciones fundada en la ex Unión Soviética en 1922 —y fenecida en 1990— esta labor ideológica ocupa la mayoría de las actividades, a veces de manera directa o subliminal. En sus objetivos primarios la UPC es explicita: "Desarrollar en los pioneros el amor a la patria socialista…" e "inculcar en los pioneros sentimientos antiimperialistas, rechazando al imperialismo yanqui por su actitud histórica hacia Cuba".

Pudiera pensarse que el principio de voluntariedad aplica, como reza uno de sus principios. Los cubanos sabemos bien que en la práctica eso es casi imposible. Un niño, una familia que no desee que su hijo sea pionero o use la pañoleta roja, difícilmente podrá soportar la andanada de agresiones sociales, morales y hasta físicas a que es sometido por otros "pioneros", a veces con anuencia y presencia de los maestros. Es imposible que en todas las escuelas cubanas absolutamente todos los niños y todas las familias profesen el credo comunista y usen el atributo pioneril con orgullo. Sin embargo, lo hacen.

Pero de regreso a los sesenta, en aquellos días todavía se podían ver niños y familias díscolas, negadas a ponerse la pañoleta azul y blanca, o la roja. Porque aún había hijos de padres presos políticos, o fusilados, y muchos testigos de Jehová, quienes encontraban en el ninguneo y la ofensa bien tramada y consentida, una razón más para no anudarse el símbolo-yugo al cuello. Ellos siempre serán testigos de lo que sufren los niños de familias no comunistas en regímenes de ese tipo. Hoy puede que tales irreverentes no existan en Cuba: los obligaron a irse de su patria, y hoy están donde no hay que obligar a nadie a transitar ese vía crucis.

Quizás la pañoleta pueda olvidarse rápidamente. Un simple pañuelo rojo, colocado en el maletero de un carro atestado de basura para anunciar a quien viene detrás que hay peligro. Pero lo que sí estará en la memoria de muchos niños por bastante tiempo después que el comunismo fallezca por propia inanición, es el juramento que a diario deben hacer ante la bandera cubana y el busto de José Martí.

"Pioneros por el comunismo" es una frase que nada tiene que ver con José Martí. Eso lo saben muy bien los verdaderos historiadores. Y ser como el Che, para muchos cubanos, podría ser la mayor de las ofensas. Pero hay algo más sustancial: se supone que el juramento de los niños ante la bandera de la patria, y la imagen de su prócer mayor, debe unirlos a todos en un bien común, en un objetivo compartido, en un desideologizado saludo escolar matutino.

El comunismo no fue, no es, y nunca podrá ser una ideología compartida por la mayoría —de hecho, no existe como una sociedad funcional y productiva. El Che no era cubano. Se juramentan a diario los niños frente a un José Martí que habló de guerra necesaria y breve, evocando a quien se le atribuyen cientos de muertos y fusilados.

Por eso el lema matutino en las escuelas cubanas en el futuro podría ser aquel que le oí a un sacerdote cubano: "¡Pioneros por Cuba, seremos como José Martí!"

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