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Corrupción

La ruta del dinero Odebrecht-GAESA

¿Cómo esclarecer el papel del consorcio militar cubano en las redes de corrupción que se investigan en Brasil?

La Habana

Todos los hombres del Presidente es el título de la película que narró en 1976 los detalles del escándalo Watergate, cuyo desenlace fue la dimisión del entonces mandatario estadounidense Richard Nixon.  El bullicio destapado en las páginas  de The Washington Post a través de los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein ―representados por Robert Redford y Dustin Hoffman en el filme― expuso los acontecimientos que orbitaron en torno a los soplos de "Garganta Profunda", el informante.  En una de las escenas del filme, este encomendó a Woodward desde las sombras que ocultaban su identidad: "Sigue la ruta del dinero".

Una y otra vez,  husmear la ruta del dinero es el dogma o la pista más recomendable para desenmascarar a testaferros, empresas fantasmas y paraísos fiscales manejados por el crimen organizado para travestir sus fechorías. Pero exponer a la opinión pública las posibles irregularidades de la sociedad  Odebrecht-GAESA en Cuba, requiere hackear los archivos de la cúpula militar, condición que precisa reconocer que el periodismo independiente en la Isla no dispone de los medios, las libertades ni el apoyo necesario para acometer tal investigación.

Tras el descorche de la batahola corrupta conocida por Operación Lava Jato, que aún salpica a un sinnúmero de políticos y empresarios brasileños, seguir la ruta del dinero en Cuba es lo mismo que estrellarse contra las alambradas perimetrales de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM) y las bayonetas de los guardianes de las instituciones militares, so pena de ir a parar a los calabozos de la policía política para cumplimentar una larga pena.

Lo cierto es que después de que el poder judicial brasileño ordenara desclasificar el contrato del megapuerto del Mariel y congelara en Latinoamérica las operaciones de  financiamiento del Banco Nacional de Desenvolvimento Económico e Social (BNDES) a la trasnacional constructora Odebrecht, el régimen cubano se ha metido la lengua en el bolsillo, mientras otros gobiernos y medios informativos del área ―por ejemplo, Ecuador y Perú― han reaccionado y puesto en marcha un proceso de investigación sobre las actividades de la citada empresa en sus respectivos países. Y en el momento de redactar esta nota ya el Gobierno peruano había prohibido las licitaciones con Odebrecht.

La particularidad del caso cubano es que Odebrecht embarra de pies a cabeza a GAESA, el consorcio militar que controla el 80% de la economía cubana con la debida patente de corso para mantener en secreto el destino y empleo del dinero que controla, puesto que el actual presidente general Raúl Castro es su comandante en jefe.

El Ministerio de la Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR), quizás "la institución más prestigiosa de Cuba" por su bagaje de misiones internacionalistas e intervenciones en los rubros económicos más importantes, cae pesadamente en la lista de los sospechosos, al no aclarar ante los medios su complicidad o no en las corruptelas denunciadas por Lava Jato.

Desde el kilómetro cero de la ruta del dinero

Nueve meses después de la inauguración del puerto del Mariel por los presidentes Dilma Rousseff y Raúl Castro en el marco de la segunda cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebrada en la Habana, el portal brasileño Spotbnicks publicaba un artículo de Felippe Hermes titulado: "20 0bras que o BNDES financiou em outros países".

Hermes manifestaba su inquietud ante los graves problemas de infraestructuras que sufría Brasil, mientras BNDES con un tesoro que abarcaba el 8,4% del PBI del gigante sudamericano financiaba obras en otros países del área. Asimismo ejemplificó 20 proyectos multimillonarios de los cuales el 50% eran ejecutados por la constructora Odebrecht.

La relación fue encabezada por el megapuerto del Mariel, valorado en 957 millones de dólares, de los cuales BNDES aportó 682 millones. Como dato curioso ―según el artículo― el Gobierno ecuatoriano cuestionó y expulsó del país a la constructora Odebrecht a causa de los defectos encontrados en la ejecución de la hidroeléctrica de San Francisco y, amenazó con no pagar a BNDES un crédito de 243 millones de dólares.

Por otra parte, el diputado por el Partido Social Demócrata (PSDB/SP) Vanderlei Macris, manifestaba su preocupación por la concesión desde el 2009 (durante la presidencia de Lula da Silva) de una serie de empréstitos a Cuba, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Perú, Argentina, Colombia, Panamá, Uruguay y Mozambique.

Odebrecht aclaró entonces a Macris que, en el caso cubano, el financiamiento de BNDES iba a parar directamente a las manos del Gobierno de la isla como crédito de exportación, a gastar obligatoriamente en la compra y financiamiento de productos y servicios brasileños.  La justificación del Gobierno brasileño es que esta negociación con el régimen cubano tenía la etiqueta "ganar-ganar", puesto que la inversión solo permitía la adquisición de insumos brasileños.

En la lista de desembolsos de BNDES en Cuba se destaca una serie de obras ejecutadas por Odebrecht, entre ellas: la mecanización azucarera; la recolección de arroz; proyectos de turismo; compra de vehículos y financiamiento para la industria farmacéutica, con un monto total de 252 millones de dólares. Más tarde el ministro brasileño de Desarrollo, Industria y Comercio, Fernando Pimentel, anunció la liberación de 173 millones de dólares por parte de BNDES para financiar la ampliación y remodelación de cinco aeropuertos en Cuba.

A los 682 millones de dólares destinados a la construcción del megapuerto se sumaron otros 290 millones de créditos anunciado por la presidenta Dilma Rousseff durante la ceremonia de inauguración de la Terminal de Contenedores del Mariel (TCM), con destino a la infraestructura de la ZEDM, elevando así la inversión brasileña en el Mariel al guarismo de 972 millones de dólares.

En un trabajo de investigación publicado en este diario fueron comparados los volúmenes constructivos y equipamientos de la terminal de contenedores del Mariel y las variables del plan maestro del megapuerto de Moín-Limón en Costa Rica, cuyos resultados exacerbaron la sospechas de un conservador sobrecosto de 400 millones de dólares en la construcción de la TCM.

El clímax de este thriller es que la TCM solo puede realizar operaciones simultaneas de carga-descarga a dos barcos de bajo porte y sus áreas apenas superan la superficie de la ya desactivada Terminal de Contenedores de la Habana (TCH), que fue construida a un discreto costo de 40 millones de dólares. Por igual está demostrado oficialmente que no hay calado en la bahía para recibir buques de la categoría neopanamax. Para el dragado se requiere otra inversión multimillonaria, que sumaría más dígitos a los 957 millones de dólares que costó su construcción. Sin embargo, el Estado cubano ni siquiera ha hecho un comentario al respecto y mantiene los detalles y costos del Plan Maestro de la TCM en régimen de top secret.

Si al periodista Felippe Hermes le preocupaba que el BNDES, un banco concebido como bolsa familiar se transformara en motor de desigualdad que quitaba a los pobres para dar a los ricos, a los cubanos debería preocuparnos que El Mariel haya sido un pésimo negocio y que los 400 millones de sobrecosto por un puerto relativamente inservible engrose varias cuentas en un paraíso fiscal. Pero para sacar a la luz las probables irregularidades de la sociedad Odebrecht-GAESA siguiendo la ruta del dinero necesitamos un Woodward, un Bernstein, algún "Garganta Profunda" y un sagaz hacker que penetre los archivos secretos del MINFAR.

Vale reconocer  que ante el posible destape de un escándalo las garantías de dimitir de un dictador como Raúl Castro son nulas. Muy al contrario, es más probable que se le colme de elogios en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

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