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Educación

La merienda de secundaria básica: rechazada por algunos, solución para otros

'Tengo estudiantes a los que sus padres no les pueden dar almuerzo todos los días. La merienda les salva la vida', dice el director de una escuela.

La Habana

Desde el curso escolar 2003-2004, cuando fue introducida en la Escuela Secundaria Básica, la merienda escolar ha provocado todo tipo de opiniones entre padres, maestros y alumnos.

El punto más polémico fue siempre el propio motivo de la creación de esta medida. El Ministerio de Educación sostiene aún que la merienda escolar apoya la permanencia de los estudiantes en sus escuelas durante todo el horario escolar, para así cumplir con la doble sesión de clases diaria.

Para muchos estudiantes y padres, la idea de que los adolescentes no salieran de la escuela para almorzar fue una medida "semicarcelaria", a la que no estaban acostumbrados los estudiantes de la Enseñanza Media.

"En mi época, en la secundaria todos íbamos a la casa a almorzar", recuerda Idalis, madre de dos hijos estudiantes de séptimo y noveno grado. "La doble sesión no es nada nuevo, siempre existió. Hace 15 años no había ninguna bulla con eso. Salíamos y regresábamos para las clases de la tarde sin ningún problema".

Otros padres consideraron la medida beneficiosa, pues sus hijos se mantenían "controlados" durante todo el tiempo que ellos estaban en el trabajo.

"Los muchachos ahora salen de la escuela al mediodía y cuesta trabajo que regresen a las clases por la tarde", dice Mileydis. "Uno nunca sabe dónde se meten nuestros hijos por la tarde si los dejan salir de la escuela".

La calidad de la merienda y su valor nutricional es un punto donde las opiniones tienden a coincidir. Juan Carlos, joven que estudió en la secundaria hace cuatro cursos, comenta que la merienda se le quedaba "en una muela".

"No es que estuviera mala, porque yo como de todo, pero para mí era muy poca para todo el día", señala.

La mayoría de los estudiantes llevaba a la escuela una merienda extra de su casa y hasta un pote con almuerzo preparado por las madres.

"Al mediodía veías a las madres, abuelas y hasta las vecinas fuera de la escuela con sus cacharritos de comida para los muchachos", afirma Idalis. "Era una lucha extra, porque no es lo mismo dejarle el almuerzo preparado en la casa y salir a trabajar que tener que preocuparse por llevarlo todos los días. La opción era que se lo llevaran por la mañana y se lo comieran patitieso al mediodía".

Para Idalis y Juan Carlos, el hecho de que los padres tuvieran que prepararle almuerzo a sus hijos a pesar de la existencia de la merienda fue el motivo de que, en 2014, cambiara el régimen y se permitiera a los estudiantes volver a salir de la escuela para almorzar.

Mileydis piensa que el cambio se debió a una cuestión económica. "Estaban gastando un montón de dinero en la merienda en todo el país y había mucha gente que no se la comía".

La calidad de la merienda es otro punto donde los criterios abundan.

"Cuando empezó era bastante buena", dice Elisabeth, instructora de arte que imparte clases en secundaria. "Siempre ha sido un pan con algo de proteína y un vaso de yogurt de soya, eso no ha cambiado, pero antes el pan estaba fresco y la proteína era casi siempre perros calientes, que le gustaban a los muchachos. Ahora no siempre está comestible, la verdad".

"Cuando yo estaba en octavo grado la cogieron un tiempo por dar unos perritos que tenían cantidad de picante. Eso no había quien se lo comiera", recuerda Juan Carlos. "Nos tomábamos el yogurt y ya. A los que no les gustaba el yogurt se iban en blanco".

Idalis opina que la calidad de la merienda de sus hijos deja mucho que desear. "Yo no sé cómo era cuando empezó, pero ahora dan perritos dos veces al mes. El resto del tiempo dan mortadela y a veces queso fundido. Mis hijos me han dicho que el pan siempre está viejo y la mortadela ha venido verde en varias ocasiones", se queja. "El dinero que se ahorran con los que ahora comen en su casa está claro que no lo invierten en mejorar la calidad de la merienda de los que se quedan".

Luis, director de una escuela secundaria, asegura que nunca ha recibido "un alimento en mal estado".

"La variedad no es mucha, eso es verdad, pero yo tengo estudiantes a los que sus padres no les pueden dar almuerzo todos los días y la merienda les salva la vida. Tengo otros que les dan dinero para que coman pizzas o cajitas de comida, pero son los menos", añade.

El procedimiento para determinar los estudiantes que almuerzan en la escuela y los que no, le parece a Luis más equilibrado ahora. "Es verdad que no tenía sentido que todos se quedaran en la escuela. Ahora los padres, al inicio del curso, dan una autorización por escrito para que su hijo salga después de la sesión de la mañana. Nosotros pedimos las meriendas de acuerdo a los estudiantes que se quedan".

No obstante, la cantidad de meriendas que se solicitan siempre incluye algunas extra. "Pedimos un poquito más, porque puede haber estudiantes que regresen de su casa sin almorzar por algún motivo y tratamos de darles merienda. También tengo un par de casos que trato de darles doble, porque la situación económica de sus casas es mala y no siempre se alimentan como debieran", explica.

Para Luis, la merienda no resuelve la nutrición de los adolescentes, pero ayuda. "Eso sí —aclara— los padres de los que tienen permiso de salir tienen que responsabilizarse con que regresen para las clases de la tarde".

De cualquier manera, lo que parece haber quedado claro es que la merienda no puede ser medio ni justificación para mantener a los adolescentes encerrados todo el día en las escuelas.

Yanay tiene una hija en noveno grado que almuerza en la casa. "Nunca quiere regresar por la tarde", comenta. "Claro, yo le insisto hasta que va, pero la mayoría de las veces me lo echa en cara después, porque casi nunca dan clases por la tarde y se pasan los turnos en el patio de la escuela perdiendo el tiempo".

"A veces ni por la mañana dan clases", apunta Idalis. "Se supone que tienen cinco turnos por la mañana y cuatro por la tarde, pero hay una falta de profesores terrible. Así no hay muchacho que quiera estar en la escuela".

En lo que sí concuerdan Juan Carlos, Yanay, Idalis y Mileydis, es en que da lo mismo dónde almuercen los estudiantes. El tema más urgente es atacar las causas que provocan el ausentismo en la sesión de la tarde y el desinterés de los adolescentes.

"Eso, hasta ahora, no le ha preocupado a nadie", observa Juan Carlos. "Para empezar, podrían preguntarles a los mismos muchachos. Seguro estoy de que no les va a gustar la respuesta".

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