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Educación

Problemas en la enseñanza artística. Un recuento de fin de curso

Se añade otro año de deterioro a las ya precarias instalaciones. Los padres se preguntan cuándo se repararán, se completará el claustro de profesores y se restablecerán la disciplina y el nivel académico.

Santa Clara

Termina el curso escolar, también para los centros de enseñanza artística, uno de los estoques que más esgrime el Ministerio de Educación. En las escuelas de arte existentes en La Isla se repiten problemas que, a pesar de quejas y visitas institucionales, no se resuelven.

De las Escuelas Vocacionales de Artes (EVA), Profesionales de Artes (EPA) y conservatorios que existen en las provincias cubanas, algunos de la zona central y Oriente distan mucho de ofrecer a sus alumnos una forma adecuada de vida conjuntamente con la educación que esperan.

Cuatro centros estudiantiles, la EVA Olga Alonso y la EPA Samuel Feijoo, en Santa Clara; los conservatorios José White, en Camagüey, y José María Ochoa, en Holguín, exponen varios problemas. Una investigación hecha a través de varias fuentes sacó a la luz algunos de ellos.

La Escuela Vocacional de Arte Olga Alonso está visiblemente deteriorada. Su arquitectura presenta pésimas condiciones, entre ventanales y puertas caídas, escaleras partidas y filtraciones, entre otros problemas.

La institución reúne tres especialidades: danza, ballet y música, dispuestas en siete cátedras, con estudiantes de toda Villa Clara. A los problemas de infraestructura se unen otros, como el de la mala alimentación.

El Centro Nacional de Escuelas de Arte (CNEART), que rige el funcionamiento de ese tipo de centros educativos, hizo un recorrido sorpresa por la Olga Alonso. Los funcionarios preguntaron a los alumnos sobre el centro, el estudio, la convivencia y la alimentación.

Aunque no ha sido formalmente anunciado por los directivos de Cultura, ni ha sido tratado por la prensa local, fuentes directas aseguran que la directora y al menos dos profesores, fueron removidos de sus cargo debido a las indisciplinas laborales encontradas.

La EPA Samuel Feijoó, de Villa Clara padece otros problemas. Un artículo publicado anteriormente en DIARIO DE CUBA presentó a Claudia, una oboísta de Santa Clara que para estudiar su instrumento tuvo que trasladarse a Matanzas porque en su provincia no existían profesores de su especialidad.

Otras quejas son jóvenes que, tras presentarse a convocatorias de distintas disciplinas, consideran que no han sido escogidos pese a su aptitud porque no tienen conocidos en el jurado o porque otros, de menos talento, tienen algún "padrino" en la escuela o en el sector provincial de Cultura. 

"Yo hice las pruebas de teatro y fui la única en Camajuaní que las aprobó todas —cuenta una joven—, pero la plaza se la dieron a otra niña porque era hija de un jefe".

Otro problema que ha afectado a la EPA fue expuesto en artículo publicado en septiembre de 2014 que relataba cómo alumnos de último año abusaron de menores de edad recién ingresados. Mientras, los directivos de la escuela manejaron el tema en "plan silencio".

Diferentes versiones indicaron que "la dirección de la EPA sería removida", pero con la separación de los estudiantes perpetradores el caso parece haber quedado archivado.

Albergues, aulas y laboratorios sin condiciones

En el conservatorio José White, de Camagüey, la aglomeración en los tres albergues sin seguridad que internan a 58 estudiantes de varias provincias es uno de los problemas que más quejas suscitan.

Además, las aulas y cubículos de estudio carecen de condiciones en cuanto a sonido. No existen espacios destinados al estudio de instrumentos de forma individual y algunos cubículos son cerrados por los profesores, lo que impiden que los alumnos estudien en sus horas libres.

Otra aula problemática es el laboratorio de computación. Este, además de adentrar a los estudiantes en las nuevas tecnologías, es primordial para que los jóvenes lean, oigan, escuchen obras y accedan a partituras digitalizadas incluidas en su programa de estudio.

Este laboratorio tiene solo cinco computadoras, y de estas solo tres en uso, con grandes problemas en el sistema. Tampoco cuenta con equipos para imprimir las partituras necesarias para el estudio, lo que lleva a que los alumnos tengan que hacerlo por otras vías y pagar por ello sumas altas para el bolsillo de un estudiante.

En otro conservatorio, el José María Ochoa, de Holguín, "la situación constructiva atenta contra la formación de los artistas", comentó la periodista local Esther Díaz Pérez en nota audiovisual no transmitida por el Noticiero Nacional de Televisión.

Paredes destruidas, pisos rotos, puertas inexistentes, montones de materiales y escombros era la imagen que exponía el centro en el momento en que ninguna empresa constructora se había hecho cargo de la obra.

"Esta institución —dijo el director a Díaz Pérez— nació con dos líneas y siete estudiantes, presenta en la actualidad 13 líneas y un total de 90 estudiantes que demandan una cantidad de locales porque se tiene que dar clases individuales y colectivas".

Los alumnos estudian sus respectivos instrumentos donde pueden. Un pasillo sirve para practicar violín, una esquina para un contrabajo y un cuarto en derrumbe para un baterista.

Las obras de reparación, iniciadas en agosto de 2011, se atrasaron hasta finales de 2014, y la previsión de terminar el 31 de diciembre no se cumplió por la falta de transporte para los materiales y la inexistencia de maquinarias necesarias para el movimiento de tierra.

"Los percusionistas que estamos aquí —dijo un estudiante a Díaz Pérez— tenemos que dar clases en dos aulas solamente, cada aula tiene varios instrumentos. Todos no podemos estudiar al mismo tiempo. Esto lleva a los resultados que podemos tener académicamente".

Así transcurrió el curso en algunas escuelas de arte del centro de la Isla. Muchos padres se preguntan cuándo se repararán algunas instituciones, se completará el claustro de profesores en otras y se restablecerá la disciplina y el nivel académico en todas.

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