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El país que desapareció

La avenida de ida y vuelta

Rancho Boyeros lleva al aeropuerto y al manicomio, pasa por las principales sedes de gobierno, y hace unos años parecía que iba a llenarse de publicidad comercial. Pero volvió la propaganda política.

La Habana

La Avenida de Rancho Boyeros, con el nombre oficial de Avenida de la Independencia que pocos utilizan, se extiende desde las avenidas de Carlos III y de los Presidentes, en dirección al poblado de Rancho Boyeros, situado antes de llegar a Santiago de las Vegas. Su importancia radica en ser la vía que conduce al aeropuerto principal de la Ciudad de La Habana, donde se encuentran las terminales 1, 2 y 3 y, por lo tanto, por ella transitan obligatoriamente quienes salen o entran a la ciudad por vía aérea. Además, conecta a la ciudad con los repartos Altahabana, Aldabó, Capdevila, Río Verde, Fontanar, Mazorra, Panamerican y el mismo Rancho Boyeros. La carretera original data del año 1935.

Debido a los edificios gubernamentales existentes en la Plaza de la Revolución  —originalmente denominada Plaza Cívica—, en su inicio se bifurca en dos vías: una de entrada que conecta con Carlos III y la Avenida de los Presidentes, y una de salida que parte de la calle Zapata y, con el nombre de Avenida Carlos Manuel de Céspedes, se extiende hasta el triángulo donde terminan las edificaciones del Consejo de Estado y de Ministros y del Comité Central —originalmente construidas para albergar el Palacio de Justicia—, donde se incorpora a la Avenida de la Independencia o de Rancho Boyeros. Ambas vías tienen seis carriles, con un separador central arbolado en algunos tramos.

En este sector se encuentra la sala polivalente Ramón Fonst, edificada en 1991 para los XI Juegos Panamericanos, diseñada para la práctica del voleibol, con una bolera y un Museo del Deporte. Debido a la baja calidad de algunos de los materiales empleados, lo apresurado de su construcción y la falta de mantenimientos y reparaciones, la edificación se haya en estado deplorable.

Frente a ella, en la calle Bruzón, está el que fuera famoso Club Shangri La y a continuación, construida durante el gobierno del Dr. Carlos Prío Socarrás, la Terminal de Ómnibus, magnífica edificación obra de los arquitectos Moenck y Quintana que, aunque sometida a múltiples modificaciones y aquejada también de falta de mantenimiento, aún se mantiene en pie. En la esquina con la Avenida 20 de mayo, la terminal posee una escultura del maestro Gelabert dedicada al transporte.

Después de cruzar esta avenida, aparece un parque en la manzana donde en los años 70 se comenzó a construir el que sería, según la prensa oficialista, "el edificio más alto de Cuba", malogrado por dificultades con el proyecto, falta de recursos económicos y un extraño incendio, cuando tenía tres pisos bajo el nivel de la calle y dos sobre esta, siendo todos demolidos.

Enfrente, el edificio del Ministerio de Comunicaciones, obra del arquitecto Ernesto Gómez Sampera, que fuera el segundo edificio terminado en la Plaza, con nueve plantas y un basamento, con sus parqueos y jardines originales cerrados al público, así como uno de sus accesos. Posee un mural interior de R. Radillo, alusivo al desarrollo de las comunicaciones a través de la historia, que presenta signos de deterioro. Posteriormente se instaló la silueta en hierro del rostro de Camilo Cienfuegos con su sombrero alón en una pared artificial adosada a los ventanales que dan a la Plaza, reduciendo la iluminación natural y ventilación.

Frente a una desértica explanada de la Plaza, se alza el edificio de la Biblioteca Nacional José Martí, obra de los arquitectos Govantes y Cabarrocas, terminado en 1957. El proyecto de este edificio fue concebido para un monumento a José Martí de tipo funcional, obteniendo el segundo lugar en el concurso organizado con ese objetivo. Paradójicamente, el monumento erigido fue el que obtuvo el tercer lugar, con algunos cambios, no habiéndose erigido el que obtuvo el primero, original de los artistas Sicre y Maza. La biblioteca es una edificación con alta calidad en su ejecución y un diseño ponderado y preciso, estando su vestíbulo rematado por un lucernario de vidrios policromados que contiene, en una representación estilizada, las diversas ramas del conocimiento humano.

Cruzando la Avenida 19 de Mayo, aparece el edificio del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR), construido originalmente para albergar el Ayuntamiento  de La Habana, obra también de los arquitectos Govantes y Cabarrocas, con 24 pisos —siendo el más alto de los construidos en la Plaza—, sótano, basamento y una torre de 18 pisos. Sus fachadas poseen una trama sobrepuesta de finos quiebrasoles de hormigón, habiendo sido su solución estructural novedosa para la época.

Enfrente queda el edificio ocupado por el Consejo de Estado y de Ministros y el Comité Central del Partido Comunista, que fuera diseñado originalmente como sede del Palacio de Justicia, obra del arquitecto José Pérez Benitoa, terminado en 1957. Es el más  bello de todos los edificios de la Plaza, aunque atenta contra él su incorrecta ubicación demasiado cerca del monumento a Martí, así como que obstruye por completo la perspectiva de la Plaza y del monumento, desde el segundo y más hermoso tramo de la Avenida. La edificación extiende desde la Avenida de Rancho Boyeros hasta la Avenida Carlos Manuel de Céspedes, y tiene una superficie de fabricación de 72.000 metros cuadrados, ocupando un perímetro de un kilómetro cuadrado. Está compuesto por tres cuerpos unidos por amplias galerías, que fueron previstos: el cuerpo central, con nueve pisos, para el Tribunal Supremo de Justicia con su Fiscalía, el de la derecha, de siete pisos, para la Audiencia Provincial de La Habana con su Fiscalía y el de la izquierda, también de siete pisos, para los Juzgados Municipales de Primera Instancia y de Instrucción y para el Tribunal Electoral.    

En el sector de la Avenida Carlos Manuel de Céspedes se encuentran el edificio actual del Ministerio de la Construcción, que fuera anteriormente del Ministerio de Obras Públicas, con su magnífico y bien cuidado terreno de béisbol anexo, y el construido como sede del Tribunal de Cuentas, obra de los arquitectos Aquiles Capablanca y José Fornés, que fuera el primer edificio terminado de la Plaza en 1953, con un mural interior de Amelia Peláez y una escultura exterior de Domingo Ravenet. Ocupado inicialmente por el Ministerio de Industrias, después pasó a ser ocupado por el Ministerio del Interior, agregándole un edificio anexo casi igual al original. Desde hace años se le instaló en su fachada una silueta en hierro del rostro de Che Guevara.

Frente a la Plaza se halla el edificio del Teatro Nacional, obra de los arquitectos Nicolás Arroyo y Gabriela Menéndez, terminado en 1958, el cual posee dos salas: la Avellaneda con 2.500 localidades y la Covarrubias con 800. Además, un café cantante, una sala teatral en un piso superior, amplios jardines y parqueos y algunas interesantes esculturas.

A continuación del MINFAR, convertido en parqueo y huerto agrícola, se encuentra el terreno de béisbol que perteneciera a la revista Bohemia, así como el edificio de la misma, ocupado hoy por ella y por la revista Verde Olivo y, en los que fueran sus talleres, por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. A partir de aquí, al unírsele la Avenida Carlos Manuel de Céspedes, Boyeros se amplia a diez carriles, teniendo dos con separador en cada lado, y seis centrales con un ancho paseo sembrado de palmas reales.

Más adelante, en la acera opuesta, el edificio que perteneciera al Retiro del Abogado, construido en 1956, obra de Aníbal Flores Jenkins,  donde se encuentra la Dirección Nacional de la Policía Nacional Revolucionaria, con su inmenso parqueo cercado, utilizando las balaustradas de cemento tan en boga en la extendida moda kitsch que afea la ciudad. Después puede encontrarse el Tribunal Supremo, en los locales cedidos por el voluminoso edificio del Ministerio de Transportes, construido en 1961, obra de José Gelabert y Rosa Navia.

Cruzando Tulipán, instalaciones pertenecientes al Ministerio de la Agricultura, y ya en la calle Conill, el gigantesco edificio de ese ministerio, demasiado grande para una agricultura tan improductiva e ineficiente.

En la acera de enfrente, algunos edificios de apartamentos ocupados por organismos gubernamentales o inquilinos, y el que fuera moderno colegio de los Hermanos Maristas, convertido en un Instituto Politécnico. En el entronque con la Calzada de Ayestarán hay un garaje Cupet. En la otra acera, un parqueo de taxis y los Talleres de Ciénaga, pertenecientes a los ferrocarriles, que continúan después de cruzar el entronque de las Calzadas del Cerro y de Puentes Grandes. Luego, el Instituto de Medicina Legal de la ciudad, hasta alcanzar la rotonda de la Fuente Luminosa, el antiguamente denominado popularmente "Bidet de Paulina", por la famosa cuñada del presidente Ramón Grau San Martín, quien gobernara entre 1944 y 1948.

Cruzando la rotonda, ahora con un separador central hecho de piezas prefabricadas de hormigón que se extiende hasta la vía de acceso a las terminales aéreas 2 y 3, aparecen las instalaciones de la Ciudad Deportiva, de hermosa y audaz arquitectura, construidas durante la década de los 50, que ocupan 25 hectáreas y llegan hasta la Avenida de Santa Catalina y más allá. Entre sus instalaciones llama la atención el Coliseo, que fuera construido en 1957 por los arquitectos Arroyo y Menéndez y su estructura por Welton Becket y Asociados. Consta de planta circular con un diámetro exterior de 103 metros, cubierta por una cúpula de hormigón armado de 88 metros de luz sin apoyo interior alguno, con basamento y tres pisos superiores a los que se accede por rampas. 

Enfrente se encuentra la cafetería El Rodeo, convertida en una pizzería y en un club denominado El Rincón de Barbarito Diez, y el arbolado de parte del Bosque de La Habana. En Santa Catalina existe un garaje Cupet y, enfrente, una cafetería que anteriormente era un agradable autoservicio.

A continuación, la Avenida de Rancho Boyeros se vuelve poco poblada, con espacios donde existen algunas instalaciones industriales y de materiales de la construcción, como la antigua Concretera Nacional y, ya en calle 100, después de la vía férrea,  el edificio de la firma cigarrera Regalías El Cuño y el de Los Pinos Nuevos, antes famosa panadería hoy convertida en una pizzería, separados por el elevado que cruza la avenida. Un poco más adelante, el famoso y hoy venido a menos Reloj Club.

Después vienen el cruce de Capdevila, con las instalaciones pertenecientes a la Empresa Eléctrica, la fábrica de pastas comestibles La Pasiega, establecimientos dedicados a la industria mecánica y la fábrica de los helados Coppelia, que anteriormente fuera  de los helados San Bernardo. Luego, en Río Verde, el Río Cristal Club, con sus mosaicos de Talavera representando escenas de El Quijote, el castillo de Cenicienta y sus magníficos jardines a la orilla del río Almendares.

Anteriormente, enfrente se encontraba un Picken Chickencon autoservicio, que se anunciaba con un enorme huevo iluminado, situado en una torre elevada, el cual desapareció. Un poco más adelante, la carretera que conduce al Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría, durante años llamada Ciudad Universitaria, la conocida CUJAE. A continuación, el reparto Fontanar, donde a su entrada, al frente del supermercado, existió un alto pino de los llamados "siete pisos", que en Navidad se adornaba con luces de colores, siendo visible desde gran distancia.

Unos cientos de metros más adelante, la avenida se estrecha y aparece el Hospital Siquiátrico de Mazorra, así como las casas de una y dos plantas del poblado del mismo nombre, hasta llegar al reparto Panamerican, junto al cual se encuentra la avenida de acceso a las terminales 2 y 3 del aeropuerto y, enfrente, las antiguas instalaciones de la empresa Segere, que se dedicaba a construir equipos de refrigeración para comercios y empresas.

Cruzando la vía férrea, en el entronque con la carretera de Bejucal, aparece el cine Lutgardita, ahora denominado Sierra Maestra, las instalaciones del antiguo Instituto Técnico Industrial, construido en 1928 por los arquitectos Govantes y Cabarrocas, de estilo neocolonial con ascendencia mexicana, cuya composición general se desarrolla en torno a un patio central porticado, al que da acceso un arco que se repite al fondo, para dar paso al bloque de talleres.

Sobre el primer arco, y alternando con las ventanas, se emplazan cuatro estatuas que aluden al trabajo y a los oficios y, sobre ellas, la línea de la cornisa se enfatiza con una sucesión de gárgolas con forma de cabeza de dragón. Posee profusión de vidrios de colores, extensas cubiertas de tejas y torneados balaustres de madera. Actualmente está convertido en un Instituto Politécnico.

Enfrente se encuentra el Recinto Ferial Rancho Boyeros, antigua Feria de Rancho Boyeros, donde se exponían valiosos ejemplares de nuestra riqueza ganadera y avícola, equipos mecánicos agrícolas y se realizaban rodeos y otras actividades vinculadas a esta esfera productiva, representando un espacio de entretenimiento para las familias. A partir de aquí, la Avenida de la Independencia o de Rancho Boyeros cambia de nombre, y recibe el de Avenida de los Mártires de la Independencia, la cual se extiende hasta Santiago de las Vegas.

La Avenida de Rancho Boyeros, debido principalmente al tránsito generado por el aeropuerto, se mantiene en buenas condiciones y bien iluminada de noche, así como reparados y pintados los establecimientos situados a lo largo de ella. ¿La razón? Constituye la primera visión directa que los visitantes reciben de la ciudad, y las autoridades gubernamentales son adictas a la propaganda. En años anteriores, cuando parecía que se iba a producir una apertura económica con inversiones extranjeras en empresas mixtas, y comenzaron a aparecer en los comercios productos de reconocidas marcas internacionales, se pobló de vallas anunciando los mismos. Sin embargo, la alegría duró muy poco: estas fueron rápidamente sustituidas por vallas con consignas y propaganda política, las cuales se mantienen hasta el día de hoy.    

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