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Opinión

Otro año más de Castrogedón

Miedos, riesgos y acción política: la psicología y la sociología intentan explicar la inmovilidad de la sociedad cubana.

La Habana

En uno de los pasajes de mi niñez, escuché a mi madre citar: "Los pastores serán brutales, mientras las ovejas sean estúpidas", aduciendo a un viejo proverbio, cuya sentencia o adagio ―para mi comprensión pueril― solo era aplicable a campesinos dedicados a la crianza de vacas, chivos, caballos, puercos u otros animales de corral.

Con el transcurso de los años, descubrí que dicha expresión tendía un puente entre el sentido figurado y la comparación directa de alguna sentencia moral.  Entonces razoné, que la metáfora formulada por mi vieja —una provinciana oriunda de Sancti Spirítus, y a mucha honra― también era compatible con las crueldades de los tiranos frente a las "estupideces" de los gobernados.

En consultas informales que he hecho, con la asistencia de colaboradores, en diferentes municipios habaneros, pude comprobar que, tras 55 años de castrismo, 9 de cada 10 cubanos reconocen ser pusilánimes, adictos al consumismo y a regañadientes aceptan el mote de "carneros",  por símbolo de sumisos que soslayan el riesgo de enfrentarse al régimen.  

El 95% manifestó su resolución de desafiar la justicia solo en caso de peligrar la subsistencia de los suyos. Lo cual, en términos más elocuentes, significa "robar para comer".

El 80% admitió su desconfianza de que las nuevas reformas económicas promovidas por el general presidente Raúl Castro y el levantamiento de prohibiciones de renglones que nunca debieron estar vedados saquen a la nación del abismo económico.

Sin dudas, el mayor anhelo consiste en que se produzca un tránsito pacífico hacia un sistema democrático de economía de mercado, que traiga consigo la normalización de relaciones con  EEUU, así como la integración de la Isla al contexto moderno, tras retirarse de la corriente populista que durante 55 años ha traído más descalabros que aciertos.

La principal barrera para materializar dichos empeños ―según el 95%— no es el engendro socialista de pies de barro mal llamado Gobierno, sino su liderazgo histórico encabezado por Fidel y Raúl Castro.  

El primero aún permanece ―sin necesidad de embalsamamiento― en su mausoleo de Punto Cero. El segundo aspira a aproximarse el record de Konrad Adenauer, que concluyó su mandato como canciller federal de RFA a los 87 años. 

La contradicción es que Raúl ni siquiera intentará legar a las nuevas generaciones una democracia fortalecida como la transferida por Adenauer, sino que tratará de copiar y pegar otra dictadura: el "comunismo amarillo" al estilo Beijing.

Los Castros labraron sus leyendas a costa de la sangre de los caídos en la guerra revolucionaria, los paredones de fusilamientos, Playa Girón, las invasiones internacionalistas de África, Centro América y las legiones de médicos, expuestos a las peligrosidades de las junglas. Todo lo que, unido a los sobrepublicitados programas de salud y educación, empañan las miradas de los organismos internacionales y los bloques regionales hacia las más fragantes violaciones de los derechos humanos que día a día se suceden en la Isla.

¿Cuáles son las razones ―preguntan muchos― por las cuales los cubanos, una nación de rebeldes que se insubordinaron violentamente contra la colonización española y los regímenes de Gerardo Machado y Fulgencio Batista, permanezcan pasivos, frente a una dictadura que institucionaliza la crueldad, derrama la sangre de sus hijos y generaliza la miseria y desesperanza entre los cubanos?

Al habla con un psicólogo

"Quizás la percepción del riesgo puede aclarar algunas causas", afirma un psicólogo de 56 años. "La decisión de arriesgarse y asumir las consecuencias está supeditada a la certeza de ganar un objetivo, aunque sean mínimas las posibilidades de triunfar. El riesgo puede ser una especie de subjetivismo de índole cultural, social, económico o político".  

"El comportamiento de las personas puede ser modificado por los  líderes, quienes conseguirían exponerlos a circunstancias y consecuencias negativas para su vida", significó, "aunque existen riesgos considerados como aceptables por los individuos; manifestándose una intrínseca relación, entre percepción, conducta y características del peligro".

"La probabilidad de experimentar una pérdida, se calcula por tres aspectos: el potencial de la pérdida, el significado de la pérdida y la certeza de experimentar tal pérdida.  Estas síntesis conceptuales fueron extraídas de algunos textos de Holahan, Yates, Stone, Slovic, Fox y Tulloch".

"Vivir, constituye un riesgo", afirma. "Sin embargo, se ha comprobado que las personas que rehúsan el riesgo son las más propensas a desarrollar vidas planas y mediocres".

A la pregunta de por qué los cubanos se arriesgan en el Estrecho de la Florida, en vez de desafiar su sistema político, responde:

"El riesgo de cruzar un mar infestado de tiburones ―a niveles de suicidio en muchos casos― está estimulado por la posibilidad de rehacer la vida en una nación donde los cubanos son tratados mejor que en su propia patria". 

"El inmigrante cubano lucha por un objetivo certero, en caso de triunfar se abrirá ante sus ojos un paraíso. Sin embargo, exponerse a luchar por un cambio político no les reporta seguridad en el triunfo. A esto se suma que Fidel y Raúl son hombres de probada crueldad, que han matado por mano propia y estarían resueltos a masacrar al pueblo ante una crisis política".

¿Entonces el fenómeno Maleconazo fue sui géneris?

"He ahí un pasaje fascinante", respondió. "El Maleconazo fue el clímax.  Quizás en los últimos 55 años fue el único instante donde las curvas cartesianas de 'miseria vs. miedo' se cortaron y  las multitudes salieron a las calles, para volcar perseguidoras, apedrear policías, esbirros de las Brigadas de Respuesta Rápida y  del contingente Blas Roca".

"Pero las multitudes son acéfalas, Castro lo sabe muy bien, porque  es un excelente conocedor de la psicología de las masas y se personó inmediatamente en el lugar. Su condición de líder provocó que muchos de los que habían lanzado piedras hasta ese momento se alinearan en su bando".  

Si uno de los sublevados, hubiera llenado el vacío de liderazgo, lanzando una arenga a sus compañeros la historia sería otra. El líder, para bien o para mal, es una necesidad.

"Castro, extremadamente astuto, sabía que estaba expuesto al desencadenamiento de nuevas revueltas populares, por tanto, recurrió al empleo de su tradicional válvula de escape: el éxodo masivo".   

Del status de represor pasó a colaborador de los que se arriesgarían a cruzar el Estrecho de la Florida, dio órdenes para que las autoridades se hicieran de la vista gorda con el robo de motores y otros accesorios para fabricar embarcaciones y hacerse a la mar.

Para nadie es un secreto que efectivos de las tropas guardafronteras vendieron brújulas y balsas con motores fuera de borda.  La policía facilitaba el traslado de embarcaciones montadas sobre camiones con matrícula estatal, y ni hablar de actos de repudio, porque los militantes del Partido Comunista recibieron órdenes de guardarse la lengua en el bolsillo.

La falta de líderes,  talento, desunión, discapacidad negociadora y la errabunda doctrina de la resistencia pacífica son las principales razones de la desconfianza del pueblo en la oposición. 

Un sociólogo opina

"Necesitan más hombres de acción que teóricos", expone un sociólogo de 63 años. "En Cuba no existen líderes de la estirpe de Ghandi, tampoco los cubanos tienen la misma idiosincrasia que los indios".

"¿Por qué las Damas de Blanco son los kamikazes de la disidencia y por qué los hombres no se exponen como ellas? ¿Cuántos opositores se arriesgan por la gloria, y cuantos por obtener una visa de refugiado en los EEUU u otros países? Los disidentes no pueden ser tildados de oportunistas y aguantagolpes, a pesar de las campañas de vilipendio del régimen".

La oposición necesita un líder con urgencia.  Mientras haya desunión, habrá desconfianza. Los líderes opositores deben echar a un lado el egocentrismo y la soberbia. Tienen que meter la patria adentro y dejar los partidos afuera. Pueden estar juntos y no revueltos. 

No es menos cierto que el régimen hace ingentes esfuerzos por mantener al pueblo desinformado y aislado de internet.  Sin embargo, un grafitti que rece "Abajo Fidel y Raúl" informa más a los nacionales sobre el descontento interno que todos los artículos publicados por la prensa independiente e internacional.

En Cuba no se producen manifestaciones ni huelgas obreras, está demostrado que la Isla no es un país convulso.  En términos de realpolitik llegará el momento en que los ejecutivos y parlamentarios norteamericanos ―con su probado pragmatismo― concluyan que la estrategia hacia Cuba fue errónea, desestimen a los congresistas cubanoamericanos, reconozcan que Cuba es un país estable y acepte su convivencia política, como los casos de China y Vietnam.

"La oposición está llamada a no permitir que el castrismo se eternice.  La pugna entre oposición y régimen, debe ser apreciada como un juego de ajedrez, donde triunfará el jugador con mayor coeficiente ELO", concluyó. 

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