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ARTES VISUALES

El mundo del tatuaje intenta hacerse un hueco legal en la Cuba actual

Unos 500 talleres funcionan en la Isla. Quienes los gestionan se quejan del limbo en que se encuentran y de acoso jurídico.

La Habana

Con cientos de talleres que operan tolerados, aunque vulnerables pues no hay una regulación legal que los proteja, el tatuaje está experimentando un alza en Cuba. No existen cifras oficiales ni independientes, pero se estiman unos 500 tatuadores en el ambiente, desde prestigiosos estudios hasta locales minúsculos, con condiciones óptimas de higiene hasta algunos de dudosa sanidad.

En el grupo de los más valorados de encuentra La Marca, abierto hace un año y que constituye un ejemplo tanto de la aceptación como de las dificultades para encuadrarse jurídicamente, según señala un trabajo de la agencia AP.

Cuba ya tenía artistas tatuadores antes de la revolución y su práctica era mal vista en los 50. En los 60, ya con el nuevo régimen en el poder, continúa el estigma, al que se añadieron las preocupaciones por los riesgos para la salud del grabado en la piel.

Pero ahora el tatuaje está en alza en Cuba. El estudio La Marca, instalado en una concurrida calle de La Habana Vieja, elegantemente diseñado con arcadas de ladrillo y techos de madera de puntal alto, vitrinas con instalaciones y cuadros por todas partes, ha hecho unos 600 tatuajes a cubanos y extranjeros desde que comenzó en enero de 2015; y logró colarse activamente en varios proyectos con las exigentes instituciones estatales.

"La Marca es mi casa, es mi estudio-taller. Así lo presentamos", explicó a la AP, Leo Canosa, un tatuador de 41 años y el dueño del lugar.

"El tatuaje en Cuba se mantiene en un limbo", reconoció Canosa, quien con su taller participó por ejemplo de la Bienal de Arte de La Habana en mayo con la presencia del creador mexicano Dr. Lakra, y realizó jornadas de reparación de juguetes para los niños o una exposición de patinetas "tuneadas".

La Oficina del Historiador de la Ciudad suele difundir las actividades de La Marca y en sus comunicados de prensa la califica de un espacio "profesional", aunque de todas formas la sede mantiene su independencia de cualquier institución oficial.

"No somos ilegales, ni legales. Preferimos usar la palabra alegales, porque aunque estemos en ese limbo nuestra acción no es delictiva", comentó Marta María Ramírez, comunicadora de La Marca.

Pero mientras La Marca tenía un despegue exitoso, otros talleres sufrieron la presión de la ilegalidad.

A mediados de 2015, poco después de la Bienal, al menos media docena de talleres, desde aquellos de escasa trayectoria hasta algunos que llevaban décadas de trabajo, fueron cerrados. Inspectores estatales se presentaron para decomisar máquinas, tintas y agujas, un operativo que puso en alerta a toda la comunidad de tatuadores. Incluso quienes no fueron visitados cerraron sus puertas para no perder los materiales.

Uno de los que debió permanecer dos meses sin trabajar luego de que se le presentaran los inspectores fue el Che Alejandro Pando, con más de 20 años en el sector y quien en los 90 trabajó arduamente para desestigmatizar el tatuaje en Cuba y ahora lo hace para lograr la legalidad del género.

"Los tatuadores en realidad no tienen ningún estatus, ni de artistas ni de nada. Estamos luchando desde el año 96 para que nos acepten dentro del arte en Cuba, pero al final eso no se ha logrado", expresó Pando de 43 años.

Tras las clausuras gubernamentales, un grupo de artistas se reunieron en casa de Pando con abogados y funcionarios del Gobierno para ver "qué camino legal seguir", y al final se les permitió volver a trabajar.

"El regalo de las muchachitas de 15 años son tatuajes, eso no se veía antes. Todo está listo, el camino allanado, hay mucha calidad en arte, hay eventos en toda la Isla, pero el problema de los materiales golpea mucho y sobre todo la legalidad que te pone en una situación muy vulnerable", manifestó Pando.

La legalización completa les permitiría también comprar materiales, obtener el apoyo de las instituciones culturales cubanas para realizar eventos y hasta no pelear en la aduana cuando traen sus pinturas o agujas.

Sin embargo, la mayoría de los tatuadores con algún prestigio consultados por la AP rechazan ser incluidos en alguna de las categorías de trabajadores independientes abiertas en 2010 al calor de las reformas aperturistas y se sienten más identificados en el marco regulatorio para creadores, que durante décadas protegieron a pintores, músicos y actores cubanos.

Según los tatuadores, el "boom" llegó a la Isla junto con la difusión mundial del género, el arribo de turistas y la divulgación de una estética de farándula donde las figuras aparecen con sus dibujos en la piel; mientras la posibilidad de viajar al extranjero de estos artistas les permitió conocer y comprar otros materiales y elevar su técnica.

Mientras el tatuaje lucha por ganar un espacio legal y que se reconozca como arte en la Isla, lo cierto es que en talleres como La Marca, aprovechando el hecho de que el destino Cuba se ha puesto muy de moda últimamente, proponen que los visitantes se lleven el souvenir en la piel.

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