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Política

'El primer punto de negociación es la salida pacífica del Gobierno de Ortega'

El régimen nicaragüense afronta su crisis más grave. DIARIO DE CUBA consulta a la investigadora Elvira Cuadra, experta en temas de seguridad.

Madrid

Durante las últimas dos semanas los acontecimientos en Nicaragua han puesto al régimen de Daniel Ortega en una situación sumamente delicada, que significa su mayor crisis desde que el sandinista asumiera el poder por segunda vez hace más de una década. 

Para entender mejor lo que está sucediendo actualmente en el país centroamericano, DIARIO DE CUBA ha contactado a la analista nicaragüense Elvira Cuadra, que colabora con el Centro de Investigación de la Comunicación (CINCO) y es experta en temas de seguridad.

¿Qué factores explican la magnitud de las protestas?

El factor principal, aunque no el único, es el acumulado de descontentos e insatisfacciones entre amplios sectores de la sociedad nicaragüense a lo largo de los diez años del Gobierno de Ortega.

Esos descontentos e insatisfacciones se relacionan con la situación económica (alza constante de los precios de los combustibles, alzas constantes de los precios de la canasta básica, incremento de las tarifas de energía eléctrica, la reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, entre otras). Además, la situación social, especialmente la poca cobertura y baja calidad de servicios públicos sensibles, como educación, salud, programas de generación de empleos, entre otros y, en el plano político, con los abusos y sistemáticas violaciones a los derechos humanos y derechos ciudadanos, comenzando por el derecho al voto y libertades fundamentales como la libertad de expresión, libertad de prensa y libertad de movilización.

Esto fue fundamental para que las protestas fueran tan masivas, es decir, extendidas por todo el país, multitudinarias, firmes y sin temor.

El estudiantado constituía supuestamente una baza de apoyo no desdeñable del Gobierno. ¿Cómo se explica su participación determinante en las marchas?

El Gobierno había logrado controlar a las organizaciones más representativas del estudiantado nacional, especialmente a sus liderazgos, no así a los muchachos mismos. El mecanismo de control siempre fue el clientelismo oportunista de los líderes. Por eso en estas circunstancias, los jóvenes se sacudieron a los líderes de esas organizaciones y constituyeron sus propias formas de organización y liderazgo. 

Ellos son los protagonistas indiscutibles. Ha emergido un liderazgo juvenil que ha dado muestras de una gran madurez, conciencia y compromiso. Eso es realmente nuevo.

¿Corre realmente peligro el régimen de Ortega?

Sí, corre peligro y ellos lo saben. En el país se ha venido consolidando un consenso amplio sobre la necesidad de cambio por un mecanismo cívico y democrático. Por eso el diálogo se ha aceptado de parte de la sociedad en general y el sector privado, así como la Iglesia. 

Pero se ha establecido la idea de que el primer o más prioritario punto de negociación es la salida pacífica del Gobierno de Ortega. Obviamente, para ellos es un riesgo alto.

¿Cuáles son las perspectivas a corto plazo?

Hay varios escenarios de desenlace y todos son complejos, así como inciertos.

El más optimista es uno donde los Ortega-Murillo reconozcan que están en una situación precaria y accedan a una salida pacífica, adelantando las elecciones y asegurando un proceso electoral transparente. Ese es poco probable porque significa exponerse a juicios por corrupción y a perder una cuota de poder inmensa.

Por otra parte, tienen una gran presión interna de sus allegados y es evidente que hay fisuras y disputas fuertes entre ellos.

Otro escenario podría ser acordar su salida mediante un proceso electoral transparente en 2021, que es cuando corresponde realizar las próximas presidenciales. 

Ese escenario es favorable a ellos, pero no para el resto de la sociedad nicaragüense, así que parece poco factible.

Además, este escenario y el anterior dependen mucho de un Gobierno Ortega-Murillo con buena voluntad para negociar y encontrar una salida pacífica a la crisis.

El escenario menos favorable sería aquel en el que el Gobierno se mantiene en una posición de fuerza, a pesar de su debilidad, y utiliza el diálogo como un artilugio político para ganar tiempo y desmontar la protesta y la movilización. 

Aparentemente, esto es a lo que están apostando.Todas sus comparecencias públicas apuntan en esa dirección, así como lo que se sabe sobre las acciones de represalia que están realizando.

Un factor que no se ha analizado todavía y que también es importante es el tema de los liderazgos políticos alternativos. La protesta ha dado vida a rostros y posiciones nuevas, especialmente entre los jóvenes, pero no son suficientes para liderar una propuesta alternativa coherente frente al Gobierno.

Otro factor importante es la capacidad de presión social y movilización de la gente. Al parecer hay mucha decisión, pero habría que ver cuánto tiempo más se puede mantener.

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