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Opinión

La prensa esclava

El recién finalizado Congreso de la UPEC revela el verdadero rostro del gobierno de Miguel Díaz-Canel.

La Habana

Ya comienza a manifestarse el verdadero rostro del recién estrenado gobierno de Miguel Díaz-Canel. Como en todo sistema fracasado debido a sus propias ineficiencias, el presidente no electo y sus acólitos la emprenden contra la prensa, no ya la independiente, vituperada y perseguida, sino contra la la oficial, ahora bautizada como "pública".

En el recién finalizado X Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) se llegó al extremo de calificar de "enemigos de la patria y el socialismo" a los jóvenes periodistas recién salidos de las aulas, aquellos en los que la dirección del país había depositado su confianza.

El gobierno repudia las voces que no se sumen al coro monocorde del "socialismo o muerte”. Prohibido hablar del desastre económico, de la corrupción administrativa, de las incongruencias de las propuestas a la nueva Carta Magna, de la huelga general no declarada que abarca todos los renglones de la producción y los servicios, de la incapacidad de los dirigentes, del absurdo de la economía estatal centralizada y el monopolio del Estado sobre los medios de producción.

Una prensa esclava, esa es la aspiración del Gobierno y el Partido Comunista. Pero no hay fortaleza en el Gobierno y Partido cuando se niegan al libre debate de ideas. Por el contrario, la certeza de que el comunismo fracasó los vuelve más soberbios y empecinados, a punto de parecer suicidas.

Se percibe que las decisiones del Gobierno cubano tienen cada vez más puntos de comunión con los regímenes nazis y fascistas. En lo económico, se emprende la construcción de una versión corporativista de capitalismo de Estado, mientras los órganos de prensa se convierten impúdicamente en voceros al servicio de la propaganda partidista centrada en el discurso contra los imprescindibles enemigos externos e internos, y las loas por los grandes logros del sistema socialista.

Como diríamos en buen cubano, esto va de mal en peor. La nueva dirección no ha sabido adecuarse a los tiempos que vivimos y pretende dirigir la nación como si de 1959 a la fecha no hubiera pasado nada en Cuba y el mundo; el desmoronamiento de la URSS, la caída del campo socialista y el consecuente descrédito de las ideas marxistas, el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el campo de la información y las comunicaciones y lo más importante, las tres generaciones de cubanos nacidos después del triunfo revolucionario con conocimientos, intereses y motivaciones diferentes a las generaciones anteriores.

El error de los gobernantes actuales consiste en aplicar las mismas recetas utilizadas por Fidel Castro, que no dieron resultados a pesar de que aquel era más joven que el actual presidente cuando empezó, era un líder carismático y verborreico y tenía el aval del ataque al Cuartel Moncada. 

Apretar el dogal al cuello de la prensa cubana traerá más simulación y menos cooperación, quizás la crisis de civismo que se profundiza en Cuba será más dañina para el sistema que la propia crisis económica. El comunismo nace inviable y muere víctima de sus propios defectos de diseño.

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