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Prisiones

La esposa de un reo común acusa al régimen de dejarlo morir de cáncer

Los síntomas comenzaron en abril y el preso murió en junio. Pese a ello, las autoridades carcelarias consideraron que estaba 'fingiendo'.

Santiago de Cuba

Después de tres meses, Natacha Valle Meléndez recibió respuesta a su demanda a las autoridades de la prisión Veguita 2, en Bayamo. La queja se debió al deceso de su esposo, Luis Bustamante Fernández, de 52 años, el pasado mes de junio. Ella considera que los carceleros cometieron negligencia al no proporcionar atención médica al reo, enfermo de cáncer.

"Enterré a mi esposo y al día siguiente fui a la oficina de Ciudadanía a presentar mi queja", dice Valle. "Ellos eximen de responsabilidad a las dos doctoras y al mayor jefe de la prisión, José Pérez Vázquez. Dicen que lo llevaron al hospital y que le habían sacado un turno para el mes de junio. Lo último es mentira, porque ellos nunca le hicieron seguimiento, lo atendieron sus compañeros de prisión y las profesoras".

Médicos del Hospital Clínico Quirúrgico de Santiago de Cuba detectaron a Bustamante un tumor de diez centímetros, durante un pase de fin de semana en mayo pasado. Le comprimía un riñón, parte del hígado y la vena aorta, y había hecho metástasis. El preso murió en menos de un mes.

En abril, el Ministerio del Interior le había denegado la libertad condicional, alegando que el tiempo de condena transcurrido, un año y medio, era "insuficiente". En el documento, que DIARIO DE CUBA pudo examinar, Bustamante era considerado como de estado de salud "sano".

El reo cumplía tres años de cárcel por "homicidio". La causa de la condena fue "la muerte de un pasajero en un accidente en Vado del Yeso en 2015", recuerda su esposa. "La jueza lo llamó asesino".

Sin embargo, para Valle, "las pruebas demostraron que las malas condiciones de la carretera fueron las causantes del accidente".

Bustamante era chofer de la Agencia de Taxis y en 27 años no había tenido un accidente. La pesquisa de la Policía de Tránsito determinó que un badén en la carretera había provocado la explosión de las dos llantas delanteras y el vuelco del vehículo, dice Valle. Asegura que su esposo no iba a exceso de velocidad y que los investigadores no encontraron rastro de consumo de bebidas alcohólicas.

"Desde el principio solicitamos su traslado para una prisión de Santiago, pero siempre nos la negaron. Solo cuando se enteraron de que estaba moribundo resolvieron el traslado en una semana para 'Confianza' (prisión de Santiago), no sin antes haber recibido amenazas del mayor José Pérez Vásquez, jefe de la prisión, de venir a sacarlo del hospital para llevarlo de regreso", cuenta la mujer.

La intervención de una doctora fue lo que detuvo al militar, según la versión de Valle. Le dijo que el paciente estaba enfermo de muerte, que tenía un tumor y metástasis y que si lo sacaba del hospital sería bajo su responsabilidad", asegura.

A juicio de Valle, la negación de la libertad condicional fue una de las causas de que Bustamante no recibiera atención médica. Afirma que el jefe de la prisión, en una llamada telefónica, le dijo que "pensaba que estaba fingiendo" dolores, táctica de muchos reclusos en la cárcel.

"Los primeros síntomas de su enfermedad comenzaron en abril", cuenta Valle. "Tenía dolores en un riñón. Fue llevado al hospital de Veguita, donde le hicieron un ultrasonido diagnosticándole una irritación. Le prescribieron amoxicilina y eso fue todo. Nunca le hicieron seguimiento, ni fue internado en el hospital de la prisión, a pesar de los dolores, la fiebre y de que no comía nada", añade llorando.

"Sabía de mi marido por los presos. Ellos se portaron muy bien, me llamaban diariamente para contármelo todo: que solo comía caramelos porque no podía tragar, que dormía sentado sobre una tanqueta porque los dolores no lo dejaban dormir, que las doctoras no se molestaban en ir al colectivo (dormitorios comunes) para revisarlo", continua Valle. "También las profesoras lo atendieron. Él era de lo mejor que había allí, monitor de varias asignaturas, el único condenado por tránsito en medio de asesinos y matavacas. Ellas le llevaban té para aliviarle los dolores y también me llamaban para decirme que las doctoras no se asomaban por el colectivo ni para bajarle las fiebres".

Cuando Valle llevó a su esposo al hospital durante el pase de mayo, quedó internado hasta su muerte.

"Nada más llegar, la doctora le palpó el torso y dijo que había un bulto muy grande. Le hizo un ultrasonido e inmediatamente salió el tumor. Tan grande era que la doctora no entendía cómo era posible que no lo hubieran visto en el ultrasonido del hospital de Veguita, por muy atrasado que fuera el equipo. Yo, que no sé nada de ultrasonidos, veía la bola aquella", describe Valle, "Llamó a una cirujana, pero desafortunadamente ya no era operable porque tenía metástasis".

Bustamante hablaba con su esposa de los malos tratos que reciben los presos. Según Valle, le decía que los trataban como perros. Con esta experiencia ella confirma el parecer del reo: "Para ellos (las autoridades policiales y médicas), los presos no son seres humanos. Son tratados como perros y mi marido era de los mejores".

Natacha Valle denunció su inconformidad con el veredicto dado por Ciudadanía. "Hice un escrito de respuesta y me informaron que lo elevarían al tribunal de Bayamo para que este investigara más a fondo. Espero que por lo menos entrevisten a los internos, y que se haga justicia, porque voy acudir a todas las instancias judiciales y del Gobierno".

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