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Represión

El precio de una cirugía

El opositor Joaquín Palomino necesita una intervención quirúrgica y un oficial se la ofrece a cambio de colaboración con la policía política.

La Habana

El opositor Joaquín Palomino piensa que puede morir debido a la hernia inguinal que le diagnosticaron el pasado 30 de octubre.

En la consulta solo recibió un certificado para guardara reposo, pero no la remisión para la cirugía que necesita con urgencia. La protuberancia en la ingle crece por día, así como el dolor que le impide desenvolverse normalmente.

"Por suerte mi trabajo no requiere esfuerzos físicos", alega sin dejar de enfatizar sus preocupaciones en relación a lo que pudiera sucederle.

Desde febrero de 2014, Palomino se desempeña como custodio en los predios del policlínico del poblado de Los Palos, perteneciente al municipio Nueva Paz de la provincia Mayabeque.

El caso tiende a ser más dramático a partir de la propuesta del oficial Fabián, de la policía política. Este, según indica Palomino, le propuso un acuerdo en el que solo a cambio de su cooperación serían agilizados los trámites para recibir la atención médica requerida.

"No hubo rodeos. Fue una amenaza que muestra la intención de causarme el mayor daño posible. Además, si acaso llego a la sala de operaciones, allí puede pasar cualquier cosa. Quizás no se atrevan a cometer un crimen, pero son capaces de dejarme secuelas de por vida", dijo la fuente.

Las suspicacias de este firmante del Proyecto Emilia dirigido por el exprisionero político del Grupo de los 75 Oscar Elías Biscet, además de desempeñarse como bibliotecario independiente, cuentan con sobrados fundamentos.

Se sabe que los agentes de la contrainteligencia no escatiman recursos en llevar a cabo los más descabellados planes con el fin de reducir o eliminar los efectos de las actividades de la oposición, sobre todo en las localidades ubicadas fuera de la capital.

Las muertes de la líder de las Damas de Blanco Laura Pollán y el opositor Orlando Zapata Tamayo, ambas ocurridas mientras se encontraban ingresados en centros de la red hospitalaria nacional, inducen a pensar en las posibilidades de un desenlace fatal inducido.

Aunque es difícil probar la participación directa de la policía política en los fallecimientos, es imposible descartarlo del todo.

Otro caso lleno de imprecisiones y dudas, fueron las muertes del dirigente del movimiento Cristiano Liberación, Oswaldo Payá y su colega Harold Cepero, después de un accidente de tránsito.

La familia de Payá sospecha que no fueron atendidos de la manera que la situación lo requería en la sala del centro médico adonde los condujeron. También insisten en denunciar que la tragedia en la carretera no fue casual, piensan que se trató de un plan orquestado por oficiales del Ministerio del Interior.

Joaquín Palomino está apercibido de las consecuencias a enfrentar. Su tajante rechazo a la oferta de colaboración para ser operado aumenta su vulnerabilidad.

Poco antes de concluir su testimonio declara que su militancia en las filas de la oposición no es negociable. También me habla sobre las infructuosas gestiones para atenderse en el exterior, reiterándome que su vida corre peligro.

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