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Béisbol

Sin templo para los inmortales

El Salón de la Fama del béisbol sufre otro batacazo desde la política. Casos como los de Gurriel, Víctor Mesa, Kindelán y Pacheco resultan 'demasiado' para los dirigentes.

La Habana

Escandalosa fue la noticia, esta semana, de la suspensión del coloquio donde se efectuarían las votaciones para exaltar a los nuevos miembros del Salón de la Fama del béisbol cubano.

Un grupo de cronistas e historiadores de la Isla, con el apoyo de la Federación Cubana y la Comisión Nacional de ese deporte, estuvieron trabajando durante meses en el proyecto. Crearon comisiones, elaboraron reglamentos y construyeron las bases para el rescate, una vez más, del templo de los inmortales. 

El evento fue anunciado por todos los medios informativos del país y se hizo eco en la prensa internacional durante estas últimas semanas. Pero a solo 48 horas de su comienzo, para sorpresa de todos, se anunció públicamente su "aplazamiento" sin fecha definida por motivos institucionales, y se calificó de "ilegal" todo el proceso.

El rescate del Salón de la Fama del béisbol cubano recibió otro golpe, una vez más fue apartado de la vista de todos y escondido debajo de la pesada alfombra donde se esconde todo lo que las autoridades consideran inconvenientes.

Cuba fue el segundo país del mundo en crear un espacio para venerar a sus héroes beisboleros, poco tiempo después del surgimiento del de Cooperstown, en Estados Unidos.

Sin embargo, desde los primeros años de la década del 60 del pasado siglo, con la revolución de Fidel Castro en el poder, quedó interrupto. Desde entonces, muchos han tratado de rescatarlo infructuosamente.

En 2014, un grupo de entusiastas, integrado por personalidades de la cultura, periodistas e historiadores, retomó el proyecto y exaltó a varios peloteros de las series nacionales y de la época del profesionalismo en la Isla. Pero al año siguiente, decepcionados por presiones políticas y trabas burocráticas, la mayoría de ellos firmó una carta de protesta y abandonó el empeño.

Ahora, ciertos dirigentes sin rostro les han dado un tirón de orejas a los directivos de la Federación y la Comisión Nacional, y éstos se han inmolado ante la prensa cargando todas las culpas por el "aplazamiento", alegando falta de legalidad.

La emigración de muchos de los peloteros que han hecho historia en el béisbol cubano, iconos de este deporte, como Antonio Pacheco y Lourdes Gurriel, o los coqueteos de Orestes Kindelán y Víctor Mesa con personajes "no gratos" en el exterior, han sido sin duda el detonante de la decisión de abortar la iniciativa. 

Los dirigentes cubanos no aceptarían jamás que "desertores" o personajes "desviados ideológicamente", sean venerados por los aficionados en un templo solemne, reservado para los héroes patrios.

El "aplazamiento" no es más que una burda mentira, una justificación que desprecia la inteligencia y el sentido común de los amantes al deporte nacional.

Una vez más la política maneja los hilos de la pelota, los intoxica. Mientras, el béisbol seguirá dando tumbos en el foso donde ha caído hace años, sumido en un otoño eterno mientras se deshoja su historia a la vista de todos y los fantasmas de los inmortales siguen vagando como almas en pena por los estadios del país.

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