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Entrevista

No callar, no callar, no callar: Lía Camilo

La actriz Lía Camilo ha publicado un libro, que llama 'ficción biográfica', sobre su vida en La Habana, no exenta de crueldad.

La Habana
Lía Camilo.
Lía Camilo. La Razón

La actriz Lía Camilo ya había hecho sus apariciones en el teatro cubano antes de mudarse para el Perú, con solo 22 años: había pertenecido al grupo Teatro Estudio, cuando lo dirigía Raquel Revuelta, y al Olga Alonso. Pero fue en Lima donde consolidó su carrera, protagonizando éxitos de taquilla como Tu madre, la Concho o Vanya, Masha, Sonia y Spike. En estos días se acaba de presentar en el Festival de Málaga, con buena acogida de público también, la película que protagoniza junto a Damián Alcázar, El caso Monroy. Lía Camilo ha escrito un interesante libro, que llama "ficción biográfica", sobre su vida en La Habana, antes de marchar al exilio, no exenta de crueldad.

En más de una ocasión ella ha dicho que antes de abandonar Cuba creía en la fantasía comunista: "El desencanto empezó allá, pero era como el desencanto ciego del matrimonio, donde tú dices 'no todo puede ser perfecto', y esa terapia de mujer abusada que uno se da para no ver los defectos del marido. Yo lo asocio con eso: nosotros nos casamos con la Revolución. Mi padrastro, por ejemplo, que era militante del Partido, cuando mi hermana se fue no dejo que nadie mencionara más su nombre. Simplemente la borraron de mi vida… Yo dije que nunca me iba a ir de Cuba, pero no fue posible porque cuando me fui, ahí fue cuando me di cuenta. Te digo esto y me emociona (es la única vez que va a llorar en el relato) porque yo no planeaba quedarme. Yo estaba segura de que cuando yo saliera iba a encontrar la justificación de la Revolución, y no fue así: al contrario".

En La novia de Superman, que es el libro de "ficción autobiográfica" que ha escrito, me llama la atención que la historia de una jinetera aparece contada por ella misma. Hasta donde alcanzo,  los relatos de prostitutas cubanas que he leído han sido referidas mayormente por hombres y nunca por ellas mismas. "Me basé en mi experiencia", confiesa Lía Camilo, "yo estuve un tiempo sin tener donde vivir y me dediqué a eso. Lo digo sin palabras bonitas ni justificaciones. En un principio yo quería hacerlo en tercera persona. Pero después no me parecía justo con el grado de honestidad que quería que hubiera en el libro y  me dije 'si no duele, no se cura'. Pensé que iba a ser mal visto en mi círculo, que iba a ser polémico. Pero al final, un libro termina siendo para uno y este libro era para mí".

Crudamente autobiográfico, la protagonista de Lía Camilo, como ella, también fue abusada sexualmente por su padrastro. En el libro ocurre que un amigo militar de la familia la mete presa porque ha denunciado el abuso en el contexto de la familia. La experiencia real fue parecida: "Mi padrastro era veterano de Angola y su mejor amigo también. El nombre real del amigo es Efraín, coronel del MININT. Un día se sentó al lado mío durante una reunión familiar y me dijo que si seguía mintiendo sobre mi padrastro me iba a meter presa. Y ejerció presiones de distintas formas… Pero en la realidad fue mi madre la que habló con el amigo de mi padrastro y por eso él habla conmigo…"

Lía cree que su madre no esperaba esa reacción y que, cuando sucedieron las cosas, simplemente se dejó llevar. Lía tiende a ser condescendiente con ella: "Yo era una adolescente difícil, debo reconocerlo. Y bueno, lo de mi padrastro empezó a los ocho o nueve años, ya cuando cumplí catorce había un odio dentro de mí que era imparable, y cuando lo dije y no me creyeron fue peor".

A la pregunta de si cree que tu madre actuó así porque no le creyó, responde:  "No lo sé. Nunca lo sabré a ciencia cierta. Lo más jodido es que él era mi papá para mí. Yo lo adoraba… Mi papá nunca se ocupó y él se ocupaba, por un lado y por el otro… en fin. Y yo sentía que se lo debía… El silencio, lo que pasaba, todo".

Lo cierto es que impresiona el valor con que Lía Camilo ha podido ordenar su vida después de un trauma con tantas derivaciones y honduras. Ha  llegado a trabajar en lo que le gusta con éxito, a hacer una familia. No sé qué recursos encontró para arreglarse, o qué le recomienda a las víctimas, y me responde que ella sigue rota.

"Hice las paces con mi madre. La perdoné. Entendí que ella había hecho lo mejor que había podido con la mano que le tocó. Sé también el cálculo que debió haber hecho cuando todo esto pasó… Nosotros éramos de Baire, un pueblito chiquito allá en Contramaestre, y ella no tenía adonde ir en La Habana. Creo que lo más fácil (que yo le facilité) fue que me fuera de la casa".

"Pero estoy rota", dice. "No estoy arreglada… De alguna manera he encaminado mi vida pero no ha sido fácil… He elegido todo mal en la vida. Mis relaciones, los hombres con los que tuve algo serio, siempre fue complicado… Mi sexualidad tiene que ver con eso… Siempre siento que debo algo, que me toca pagar por lo bueno que hacen por mí. Me ha costado mucho entender, valorarme y aun así, personalmente, creo que me ha tocado remar contra la corriente y no estoy siquiera donde debería o podría estar… Trato de corregirme con mis hijos pero uno siempre es un poco la madre que tuvo, y esta a su vez, la madre que tuvo también".

"A los 15 años me fui de la casa. Luego entré en la beca y era más fácil, porque solo iba a casa una vez cada 11 días.  Iba a comer también y a lavar la ropa. Mi mamá a veces guardaba comida si pensaba que iría. A los 17 o 18, por ahí, trate de suicidarme. Mi profesora de Español y Literatura, que fue un personaje importante en mi vida, me ayudó y me devolvió la vida literalmente y las ganas de recuperarme. Me tome diez pastillas de haloperidol y otras cosas más. El haloperidol es un tratamiento para la psicosis y tomé tanto que me hizo un daño tremendo. Estuve una semana en coma. Cuando regresé, mi profe estaba ahí, en el hospital. Tuve que hacer terapia con una logopeda para hablar, para volver a articular las palabras. Las recordaba, pero no sabía cómo decirlas. No encontraba la conexión de la boca con el cerebro o algo así… Amarrarme los zapatos, comer, sostener los cubiertos, todo eso tuve que aprenderlo a hacer de nuevo. Mi mamá ni se enteró, hasta que la fueron a buscar a casa de la beca donde estaba en ese momento, porque la profesora mía, Migdalia Deulofeu, la citó. Pero nuestra reconciliación fue más tarde. Mucho más tarde. Ella seguía con mi padrastro cuando intenté suicidarme".

"Tú sabes que nosotros los cubanos no tenemos costumbre de ir al sicólogo. Nosotros nos vamos enmendando por el camino. Yo me he rodeado de muy buena gente, de grandes amigos que han hecho realmente la diferencia. Pero 'arreglarse arreglarse', no estoy tan arreglada: estoy pegada con cola loca en algunos lugares y con cinta en otros."

"La única forma que yo tenía sexo con mi pareja era de madrugada o si él empezaba la acción cuando yo estaba dormida y aquí, conversando con una amiga, entendí que me pasaba por eso… esa era la forma en que yo relacionaba… Va, no me atrevo a ponerlo en palabras… no sé lo que era… o la culpa."

"¿Qué les recomiendo a las víctimas? Es difícil pero es el único camino: no callar, no callar, no callar. Soy la prueba de que mañana no es perfecto, pero si mejor... Si tú madre no hace nada, si tu familia no hace nada: un profesor, una amiga, un vecino… no te calles. Alguien te va a ayudar. Hay gente buena y correcta en el mundo. No dejes que te obliguen y no dejes sobre todo que te digan que eres una mentirosa."

Es difícil preguntar porque el pudor contiende con la curiosidad. ¿Por qué Lía Camilo decidió mostrar sus vulnerabilidades, cuando cualquiera le aconsejaría ocultarlas?

"En verdad no fue una decisión. Yo no pensé que el libro se fuera a publicar. Lo escribí para mí, a manera  de terapia. Lo envié a dos editoriales porque una directora de teatro me dijo 'esto hay que publicarlo de todas maneras'… y cuando la editorial me contestó y me vi metida en eso, sentí pánico, ¿ahora qué? Cuando mi familia lea el libro… Y luego pasó que empecé a hablar del tema y me di cuenta de que es más común de lo que uno cree, y de que se calla más gente de la que uno cree, y me sorprendió tanto porque a partir de lo del libro me empezaron a llegar mensajes de chicas que han sido abusadas, de gente que se ha sentido identificada, entonces sentí como una responsabilidad de mi parte, para que otras chicas hagan lo mismo. Para mí ha sido muy terapéutico porque yo le había tirado tierra a todo y con esto fue como empezar a destapar y sanar, empezar a llenar los huecos y construir encima de algo resanado, por lo menos."

Su última película, El caso Monroy, trata sobre el sistema penal y judicial peruano. "Es una crítica bien profunda y al mismo tiempo con un humor muy particular. La estrella de la peli es Damián Alcázar, un actor mexicano hollywoodense. Yo hago el coprotagónico, una chica cubana que está enamorada en la cárcel de un chico trans. Se presentó en Málaga y tuvo mucho éxito de público y ahora se gestiona el paso de la peli a redes y plataformas y ojalá que eso también sea pronto". 


Lía Camilo, La novia de Superman (Chiado Editorial, Madrid, 2022)

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