A sus 32 años, Carlos Busto es un "motopapi" de la actuación en Cuba. Ha hecho televisión, cine y teatro. Ha trabajado con los grandes directores de los tres medios y encarnado personajes que le han valido una considerable popularidad entre los jóvenes. Pero un día, Carlos, como tantos cubanos de su edad, empezó a sentirse poco identificado con el país, sus amigos se estaban yendo y quería aprender otras cosas.
Una beca para estudiar en una escuela de cine lo llevó a poner mar de por medio. El joven actor estuvo seis meses aprendiendo sobre interpretación para cine e interpretación audiovisual en Madrid. Una vez terminado el curso, ni se planteó regresar. Carlos sueña con una "Cuba donde estemos todos, donde podamos hacer lo que queramos y pensar como queramos, donde haya mejor situación económica, pero esa Cuba no está". Por eso hoy vive en Madrid.
"Vine a la aventura, a un país nuevo, porque sentía que ya había hecho todo lo que un actor puede hacer en Cuba. Tampoco considero que tenga una carrera demasiado amplia, pero sentía que era una carrera muy localizada ahí, que no trascendía demasiado, y que debía aprender otras cosas. Entonces, me aventuré a venir a estudiar a conocer otro país, otra cultura, otros mundos", cuenta en entrevista con DIARIO DE CUBA.
Cuando terminó los estudios en la escuela de cine madrileña, para Carlos empezaba el verdadero proceso migratorio, esa etapa donde garantizar una estabilidad económica es fundamental. Así ha aprendido a ser camarero, a ser coctelero, y ahora trabaja en una tienda de ropa vintage que le gusta mucho, confiesa.
"Es obvio que yo no voy a llegar a un país donde nadie me conoce a ser Carlos Busto, el actor. He estado aprendiendo de todas las experiencias buenas, malas y regulares. Disfruto del proceso de emigrar despacito. Estoy usando las herramientas que he aprendido durante toda mi vida".
Mientras camino con Carlos por la Gran Vía de la capital española, vamos hablando —cómo no hacerlo— de todo lo que implica emocionalmente emigrar. Dejar atrás todo lo que uno ha sido y empezar con la página en blanco. Emigrar es como volver a nacer, me dijo una amiga un día, solo que naces viejo. Para los emigrantes los tiempos de vida transcurren de otra manera, dinero, papeles, adaptabilidad, resiliencia.
Cuando Carlos Busto llevaba solo un año en Madrid, recibió una llamada de Carlos Díaz, Premio Nacional de Teatro, con quien había trabajo en Cuba. El dramaturgo le propuso formar parte del elenco de La Celestina. La adaptación de Díaz llenó los asientos del teatro Corral de Comedias de Alcalá de Henares. Todos los actores eran cubanos residentes en España. Carlos Busto volvería a las tablas.
"No quería hacerme muchas ilusiones porque sentía que era demasiado bueno para mí en ese momento. Fue poco a poco desenvolviéndose, hasta que hicimos la obra. Yo llevaba como un año y medio sin hacer teatro y al principio me costó muchísimo. Los primeros ensayos fue como dar los primeros pasos, pero luego fue maravilloso, el equipo fue increíble. Creemos que vamos a tener más funciones, aunque todavía no te puedo adelantar nada".
Carlos Busto también cree que Madrid es una provincia de Cuba. Muchos de sus amigos artistas están aquí. Si el actor camina por la calle se encuentra con facilidad a cualquier cubano. De hecho, un día, mientras cobraba en la tienda de ropa vintage en la que trabaja, un colega periodista se acercó para pedirle una entrevista.
"De pronto un día iba en el metro y gritan '¡Viva Cuba Libre!', y yo miro y dice un muchacho: 'Viste, lo sabía, él es el actor de Inocencia'; y yo '¿Pero qué cosa es esto?'. Cosas así me pasan todo el tiempo. Madrid está lleno de cubanos y me encanta porque me hace sentir como en casa. A veces estoy en el trabajo y veo pasar gente por la acera que yo veía caminando por El Vedado. Eso te da como una confianza de que en el lugar donde estás no estás tan solo y eso me gusta mucho".
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