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Artes Visuales

Demi: la inocencia y el terror de la niñez

La editorial SKIRA publica un volumen monográfico sobre la pintura cubanoamericana residente en Miami.

Nueva Jersey

La editorial newyorkina SKIRA, que desde hace décadas publica volúmenes considerados entre los mejores del arte universal, acaba de publicar una monografía en inglés sobre la pintora cubanoamericana Demi.

El volumen ha sido editado por la representante de la pintora, la marchand  de arte Oksana  Salamatina, y contiene un largo ensayo por la historiadora de arte Lynette Bosch, dos entrevistas con Demi realizadas en diferentes periodos de su vida (una por el "decano" de los historiadores de arte cubanoamericanos, Juan A. Martínez, y la otra por la misma Oksana Salamatina), bibliografía y cronología.

El tomo de 207 páginas contiene reproducciones a todo color de las obras más importantes de la pintora en su trayectoria de ya más de 30 años. Su producción en pintura, dibujo y escultura está bien documentada dentro del libro.

Una revelación dentro de las obras es la sección dedicada a los dibujos de Demi; en estas obras vemos su gran libertad técnica, utilizando desde bolígrafos comerciales hasta lápices de colores para  crear imágenes donde las líneas bailan sobre el papel, lo mismo con delicadeza que con violencia, y nos encontramos con retratos, composiciones alegóricas, naturalezas muertas, representados por esa visión tan de la artista, fusión entre lo fantástico y lo expresionista. 

Inolvidables dentro de estas obras son varias cuyo tema gira alrededor de la ballena y Jonás —aquí el acrílico sobre papel se usa como una series de capas sudo-graficas, sumergiendo la experiencia visual del espectador—. Son obras profundamente espirituales, como gran parte de la obra de Demi.

El ensayo de la doctora Bosch (catedrática de Historia del Arte, State University of New York, Geneseo) lleva por título "Demi: Pintando sueños de la niñez en el Miami cubanoamericano". Es sin duda el trabajo más completo y sistemático sobre la obra de la pintora, donde la autora integra lo biográfico con los contextos mayores de las historias de Cuba, el exilio y la historia del arte.

En prosa clara y accesible, Bosch analiza las fuentes iconográficas de la obra de Demi y nos revela la propia iconografía de la artista, en la cual la niñez es central y la batalla entre la luz y las tinieblas es constante. El ensayo concluye meditando sobre la empatía y compasión dentro del arte de Demi, y cómo estos ejes espirituales/visuales deben de guiarnos en estos tiempos cada vez más difíciles, llenos de refugiados (la gran mayoría de ellos niños) y emigrantes en busca de la paz y una vida mejor.

Las dos entrevistas revelan diferentes aspectos de la vida de Demi. La de Salamatina es muy inmediata, concentrada en su quehacer cotidiano, el cual va desde que se despierta y piensa en Dios, a su vocación por la cocina, y admiración por la obra de su marido, el pintor Arturo Rodríguez, al igual que por la pintora geométrica Carmen Herrera.

La entrevista de Martínez, que fue realizada para los Archivos de Arte Americano en Washington DC en 1997, da más contexto a su vida y obra. En esta nos enteramos de la traumática niñez de Demi, desde el fusilamiento de su padre por el régimen castrista, a su exilio infantil y difícil adolescencia en el norte de EEUU, de su mudanza a Miami y encuentro con el pintor Arturo Rodríguez, su futuro marido y mentor.  

En todo este recorrido aparece su descubrimiento de la pintura como su auténtica vocación artística (no la actuación teatral, en la que Demi estuvo involucrada por algún tiempo). Sucedió en Madrid, en 1983, mientras vivía su relación con Arturo Rodríguez y comenzó a pasarse horas acompañando al pintor y viéndolo trabajar. Internamente se dio cuenta de su propio impulso creativo y del misterio de la pintura. Pero no fue hasta 1984 cuando tomó un pincel y ejecutó una obra por primera vez. Y no ha dejado de pintar y dibujar desde entonces.

En su entrevista, Martínez indaga sobre las definiciones de Demi de su propio arte. Sin ofuscación alguna, ella se siente cómoda como una pintora naif. Pertenece a la misma familia artística del Aduanero Henri Rousseau, de los afroamericanos Edmondson y Hawkins, pero también tiene mucho en común con el inglés Richard Dadd, con Paul Klee, y hasta con su compatriota Ángel Acosta León. Pintores visionarios todos.

Demi no quiere perder su intuición, su visión propia. No la ha perdido. Podemos decir que con el tiempo esa visión se ha ido purificando, haciéndose más profunda, más obsesiva y trascendente.

Este libro en todo su contenido documenta el valor de su arte. Nadie como ella para captar con líneas y colores el terror y la inocencia de la niñez. Toda biblioteca cuyo tema sea el arte debería de tener una copia de este libro.

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