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Ballet

Los bailarines del BNC revelan una vieja tradición

Han dirigido una carta a Alicia Alonso en la que detallan la explotación que sufren en su gira por España.

Madrid
Alicia Alonso.
Alicia Alonso. CADENAHABANA.CU

Comenzó en los años 60, cuando las giras del Ballet Nacional de Cuba (BNC) pasaron de los países socialistas a Europa occidental. Cincuenta años de dietas ínfimas, con su rosario de sacrificios y estrecheces, se hacen hoy públicos gracias a una carta que por fin ha osado escribir el conjunto de los bailarines de la compañía a Alicia Alonso, durante su actual gira española.

La carta, puesta en circulación a través de envíos electrónicos y a la que he tenido acceso, comienza así: "Estimada Alicia, nuestra respetable directora, quienes redactamos esta carta somos integrantes de la compañía. Discúlpenos si no nos identificamos, pero por sentido común y conservar la seguridad de los bienes que nos reportan las giras, nos vemos en la obligación de ocultar nuestras identidades".

En el régimen cubano, que rige igualmente en el BNC, es inimaginable reclamar derechos a cara descubierta.

"Nos dirigimos a usted de esta manera y nos atrevemos a molestarla, porque desde comienzos de las reuniones en La Habana, el 'señor' Oscar Pérez viene anunciando que no se nos dará el deseado y necesario 'regalo' y que se viene haciendo desde hace algunas giras. Alicia, por favor, nosotros, TODOS LOS INTEGRANTES DE LA GIRA A ESPAÑA, le rogamos de manera casi unánime, que intervenga en el asunto y nos ayude a que Oscar Pérez acepte hacernos el 'regalo'."

Conmueve el tono respetuoso y humilde con que se dirigen a la prima ballerina assoluta, dueña de sus destinos. Son palabras y giros familiares que expresan cariño y agradecimiento, respeto y una misteriosa fe en su bondad y en que por el amor que supuestamente les profesa, intervendrá en su favor ante el gerente general del BCN, Oscar Pérez.

No piden esos bailarines más premio a su fatiga que un "regalo" de 50 euros al final de esa gira  interminable, premio que el Sr. Perez les niega. No hay dinero para ellos, pero si para el viaje de turismo de su mujer —la del sr. Pérez— que los acompaña.

"Si usted tiene en cuenta que hemos aceptado con mucha resignación, ver cómo, con la mayor desfachatez y prepotencia del mundo, el  sr. Oscar Pérez nos restregaba a diario la presencia de su esposa (PRIMA DONNA, como le deciamos todos), que no crea él, que alguien se cree la historia de que fue invitada por quien sea, etc, etc."

Los bailarines cubanos tienen cada día clases, ensayos y funciones agotadoras, como El Lago de los cisnes. ¿Y al final de la jornada? Nada de relajarse, descansar y cenar con amigos o con la familia, como cualquier bailarín, sino cena en solitario, compuesta por alimentos baratos cocinados a escondidas, en un hornillo eléctrico, en la habitación del hotel.

La carta de los bailarines continúa: "Alicia, hemos bailado en condiciones que usted no se puede imaginar, hemos viajado durante 14 horas en unos autobuses espantosamente incómodos, nos alimentamos Dios sabe de qué mala manera, pues los 30 euros diarios están bien lejos de alcanzar para comer, comprar y ahorrar, cosas que tenemos que hacer porque ya sabe que en Cuba no es que se viva de manera gratuita".

Los treinta euros de la dieta no dan para mucho cuando es imprescindible comprar todo tipo de cosas con que aliviar la necesidad de sus familias en Cuba. En la Isla, pasados más de 50 años de dictadura, se sigue careciendo de todo. Y en cada gira se reúnen todos para fletar un contenedor repleto de los más sorprendentes regalos: aceite, ropa interior, crema de dientes, barras de labios, zapatillas de deporte, blue jeans, muebles, chocolate, medicinas…

El contenedor de esta gira, Deo gratias, ya ha sido enviado.

Una explotación que no ha cesado

Varias generaciones de bailarines cubanos han podido sobrevivir a estas condiciones, sostenidos y espoleados por la pasión de la danza. El ballet es un vicio divino por el que todo se da y todo se soporta. La prima ballerina assoluta lo sabe y actúa en consecuencia.

En los primeros años 60 las giras tenían lugar en el campo socialista: China, Unión Soviética, Corea. Aunque las dietas siempre fueron miserables, allí les daban muy bien de comer. Fue cuando pasaron a bailar en Europa cuando de las mismas dietas tuvieron que sacar dinero para alimentarse.

Los bailarines de cualquier compañía de país desarrollado llevan un régimen de alimentación especial para mantenerse fuertes, flexibles y delgados. Tales bailarines consumen vitaminas y minerales, y reciben cuidados de masajistas y fisioterapeutas. Así alcanzan las cotas de excelencia dancística con que nos fascinan. Todo lo tienen y vuelan con alas poderosas. Los cubanos giran más y mejor que nadie, saltan y actúan, y logran asombrarnos y emocionarnos, careciendo de todo.

Desde hace ya cincuenta años, los bailarines cubanos han sido víctimas de empresarios impíos, como aquel sr. Algado, empresario ruso, que les esclavizara en una gira por Italia, con un programa como este: 9:00, desayuno, autobús hasta la frontera con Italia con llegada a las 23:00 hs. Descanso en un hotel y al día siguiente otro trayecto en autobús hasta la hora de comida. Una hora después, sin descanso, clase, ensayo y función: El Lago de los Cisnes.

¿Fue la juventud, o el amor al ballet lo que los mantuvo vivos y en forma bajo tales condiciones de explotación? Los imagino, porque los conozco, riendo y bromeando y felices de estar en Italia, experiencia con la que ningún cubano en aquel tiempo podía soñar.

Todo, desde entonces, sigue igual, como se lee en el párrafo siguiente de la carta de estos más jóvenes bailarines: "Es que no ha oído tampoco como, de manera amenazadora y nada humilde, nos alerta de que… NO SE HARÁ NINGÚN REGALO Y NO DIGAN MAS ESO…, como si el dinero fuera de él y como si nosotros estuviéramos ajenos a las ganancias que tiene la EMPRESA, como, por ejemplo, los 26.000 euros que se pagaron por la función de Cádiz, o la estupenda ganancia que tuvieron las ventas de las funciones de Sevilla, etc, etc, etc."

La explotación no ha cesado. Decenas de bailarines cubanos han escapado y trabajan hoy en compañías de todo el mundo. Muchos de ellos conservan un extraño amor a quien creó el Ballet de Alicia Alonso y lo conservó como Ballet Nacional de Cuba. Le agradecen la enseñanza y puede que también le agradezcan el exilio.

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