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Sucesos

La cantante de la Original de Manzanillo agredida en un concierto vuelve a los escenarios

Un mes después de sufrir la agresión, Katia Naranjo Alarcón hace pública una foto de su recuperación y cuenta que aún está bajo tratamiento.

La Habana
Katia Naranjo un mes de la agresión que sufrió en un concierto.
Katia Naranjo un mes de la agresión que sufrió en un concierto. Katia Naranjo/Facebook

La cantante cubana Katia Naranjo Alarcón, vocalista de la orquesta Original de Manzanillo, que sufrió heridas de consideración en el rostro producto de una botella lanzada desde el público durante una presentación de la agrupación en Morón, ha vuelto a los escenarios.

"Hoy hace un mes del triste episodio en Morón. Y justo hoy, luego de horas de desvelo, de incertidumbre, de recuperación, vuelvo al escenario con la Supercharanga de Cuba, porque el deber llama y porque es el momento", dijo Naranjo en su perfil de Facebook. Al publicar una fotografía actual de su rostro explicó que su recuperación aún no está "al 100%" porque "falta terminar el tratamiento láser para la cicatriz" y también el de sus dientes, afectados por el golpe.

Aclaró además que su vuelta al escenario es "con autorización médica" y agregó que todavía sus presentaciones en público se realizan con algunas "restricciones" y "tomando todas las medidas" para seguir cuidando su recuperación. 

"Gracias a Dios me siento bien, respiro bien, mi voz está bien y tengo todo el deseo de seguir poniendo mi corazón a lo que hago. Esta foto es de hoy, con mi rostro marcado y aún con un poco de inflamación, pero la comparto con todos ustedes, que me han dado energía, fuerza y amor para levantarme", añadió la artista.

El pasado 26 de agosto Naranjo Alarcón fue agredida por un hombre del público, quien durante una presentación en Morón lanzó una botella al escenario. Tras la agresión, la cantante recibió atención médica especializada en el Hospital Provincial Clínico-Quirúrgico y Docente Celia Sánchez Manduley.

La empresa de la música de Ciego de Ávila precisó entonces que la agresión se produjo por parte de un "detestable ciudadano, con pésima conducta social y en estado de embriaguez", en la calle Martí, frente al Moronero Ausente, durante una presentación que reunió a unos 3.000 asistentes.

Inicialmente la Policía no capturó al culpable de la agresión, pero la presión de familiares de la víctima y de decenas de cubanos en redes sociales hizo reaccionar a la Fiscalía General de la República, que decretó prisión provisional para el hombre que lanzó la botella. En la nota oficial, la Fiscalía explicó que, tras investigar los hechos ocurridos y revisar "el proceso penal iniciado en la Unidad de la Policía Nacional Revolucionaria de Morón", se impuso la medida cautelar de prisión provisional el 31 de agosto.

La intervención de la Fiscalía se produjo también tras una denuncia de la hermana de Naranjo, quien alertó en sus redes sociales que el agresor de la cantante había sido liberado por la Policía "con una medida cautelar". En su publicación explicó que, ante su reclamo, el oficial le dijo que la Policía basó su decisión en que los daños provocados por el agresor "fueron leves"; "el hombre no puede estar en calabozo porque tiene hecha una colectomía y así no lo pueden retener" y, además, "tiene papeles de psiquiátrico y es un deambulante".

La delincuencia y la violencia siguen pasando factura a la cacareada tranquilidad ciudadana, en medio del disgusto de los cubanos por la actuación policial.

Una encuesta anónima y confidencial del proyecto Cubadata sobre seguridad ciudadana, aplicada entre el 15 y el 30 de junio de 2022 a 1.965 personas de toda la Isla, mostró que los delitos violentos no constituyen solo casos aislados y que la ciudadanía no se siente segura. 

La encuesta mostró también que la confianza en las autoridades del Gobierno en cuanto a proporcionar seguridad es baja (2,83 en una escala de 0-11), lo que puede estar relacionado con una percepción de abusos de poder y la falta de efectividad en la prevención y control de delitos.

La percepción de seguridad proporcionada por la Policía es aún más baja que la del Gobierno en general (2,57), lo que refleja una falta de confianza en la capacidad de este cuerpo para proteger a los ciudadanos y mantener el orden.

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