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Emigración

'Tengan piedad de nosotros': Enfermos y agotados, más de 200 cubanos intentan cruzar la selva del Darién

'Estos caminos no soportan más cadáveres de niños, mujeres y hombres que no le han hecho daño a nadie', dice una panameña. DDC conversa con los implicados.

Turbo

Llenos de temor, pero con la esperanza de lograr su sueño americano, partieron desde los puertos colombianos de Turbo y Necoclí un total de 226 cubanos hacia la frontera con Panamá. La apertura del paso por Capurganá (Colombia) por parte de los lugareños, obligó a viajar de forma apresurada a enfermos, niños, embarazadas e incluso a una anciana octogenaria. DIARIO DE CUBA hablo con ellos antes de la salida.

El pasado fin de semana, la comunidad de Capurganá permitió, por segunda vez en un mes, el tránsito de emigrantes por sus tierras.

Con fiebre alta y diarreas, Eneida Milián, de 81 años, recogió sus pocas pertenencias. A pesar de haber atravesado la selva del Orinoco y una Venezuela convulsionada, sin energía eléctrica y plagada de miembros de la inteligencia cubana, enfrentarse al cruce de la frontera colombo-panameña, donde tantos emigrantes han muerto, le generaba pavor.

"No tengo futuro. ¿Qué le espera a una mujer de 81 años, enferma, en la selva? La muerte", dijo Eneyda Emiliana entre sollozos.

La anciana dijo que salió de Cuba con su familia por temor a quedarse sola. "A mi edad, lo importante es ver que mis hijos y nietos logren su sueño", agregó.

Entre los emigrantes cubanos también hay adolescentes como René Gutiérrez, de 14 años, quien estuvo 18 meses varado en Trinidad y Tobago. Allí trabajó en el campo para poder subsistir.

René siente que fue tiempo perdido el que vivió en Trinidad y Tobago. "Llevo año y medio sin ir a la escuela, sin estudiar nada; trabajé recogiendo pepinos y tomates, en labores del campo, muy duras", dijo antes de abandonar Necoclí y expresó su frustración: en Trinidad y Tobago "nada se logró".

El adolescente afirmó que salió de Cuba por la persecución política que sufría su familia. Después de año y medio, cansados de esperar una solución del Gobierno de Trinidad y Tobago y de la ACNUR, decidieron abandonar esa isla rumbo a Estados Unidos. "Salimos por Venezuela, nos tocó un apagón de cinco días, estuvimos sin comida y sin agua".

"Ahora, lamentablemente, tenemos que cruzar la frontera con Panamá por la selva del Darién. No soy el único niño, hay más, y también hay mujeres embarazadas", dijo a DIARIO DE CUBA.

Del grupo de emigrantes que salió de Trinidad y Tobago forma parte Aylín, quien abandonó Cuba por la difícil situación económica y viaja con su esposo y su hija de ocho años de edad.

La familia logró reunir 800 dólares en Trinidad y Tobago. Pensaron que eso les alcanzaría hasta Ciudad de Panamá.

Como los demás, atravesaron Venezuela para llegar a Colombia. Aylín relató que temían ser identificados por el acento. "Si nos reconocían, nos metían presos como hicieron con otros cubanos".

Pero el mayor temor era la selva a la que se encaminaba ahora. "Es un lugar donde han perdido la vida muchas personas, donde se han visto horrores. Pero esto es lo que le queda a los cubanos, esto es lo que estamos dispuestos a pagar por la libertad".

"Yo tengo una hija de ocho años. Soy lo único en su vida. No me puedo dar el lujo de tener miedo, pero tampoco puedo darme el lujo de que algo me pase", añadió preocupada.

Ernesto Frank Ferrer Sánchez es otro migrante cuyo recorrido ha seguido DIARIO DE CUBA desde Trinidad y Tobago. Señalando hacia el Tapón del Darién, confesó sus temores: "Vamos a coger la selva, esperemos que nos vaya bien, pero son muchos los malos comentarios que hemos oído".

"Espero que tengamos suerte, ya que vamos con personas mayores, con niños y mujeres embarazadas. Esperemos que el pueblo nos acoja con buen corazón".

"Nos dejen morir en la selva"

El sector del Tapón del Darién y Golfo de Urabá es controlado por el grupo armado conocido como Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC).

Las AGC fueron las que intervinieron, con su poder, para que se reactivara la circulación de emigrantes irregulares por la localidad de Capurganá hacia Sapzurro (Colombia), para continuar hasta La Miel (Panamá).

Pero el grupo armado puso sus condiciones: cada emigrante deberá pagar a los guías autorizados o "coyotes" 70 dólares, dijo a DIARIO DE CUBA una fuente que solicitó el anonimato.

De Necoclí salió también hacia Panamá la Dama de Blanco Onelia Alonso, de 61 años, otra de las cubanas que inició su viaje en Trinidad y Tobago.

"Le pido a la gente de Panamá que nos dejen morir en la selva, que saquen en una avioneta humanitaria a personas enfermas como yo, con problemas de asma y diabetes", dijo Alonso.

Alertó que los ancianos, mujeres embarazadas y niños "no podemos pasar la selva del Darién. No es porque no queramos, es por enfermedad y por nuestra condición. Por favor, les pido que nos ayuden", insistió.

Sin embargo, la emigrante se vio de todas formas obligada a enfrentarse a la selva para poder continuar.

"Por favor, ando crítica, con crisis respiratoria; no puedo más, no puedo seguir", dijo en un mensaje enviado a este corresponsal en medio de la travesía por el Darién.

Al igual que otros cubanos, Alonso fue interceptada por el Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) de Panamá.

A ella y a Eneyda Emiliana, la anciana de 81 años, las autoridades les facilitaron una yegua para llegar hasta la loma de Armila. "Pero de ahí para allá, que son cinco días por la selva, esas señoras no van a aguantar", advirtió una habitante de Puerto Obaldía.

Horas más tarde, la fuente envió un mensaje de alerta sobre la situación de emigrantes a los que el SENAFRONT impedía llegar al caserío de Puerto Obaldía, como ha ocurrido ya con grupos anteriores.

"Esa señora convulsionó, echaba babaza por la boca", dijo refiriéndose a una de las emigrantes. "Eso que están haciendo es inhumano, esa gente se va a morir. Hay niños de brazos. Yo soy madre y me duele ver lo que pasan esos bebés. Ya sabe, si pasa algo, a quién hay que responsabilizar", fustigó.

"A esa pobre gente la deben dejar entrar al pueblo, que se repongan; si es caso, que sigan en avión. Tirarlos por la selva es matarlos. Estos caminos no soportan más cadáveres de niños, mujeres y hombres que no le han hecho daño a nadie", concluyó.

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