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Sociedad

La emigración y las misiones consolidan un 'tipo de familia' en Cuba

'Para prosperar, la familia tiene que separarse, no hay otra', opina una enfermera de Holguín.

Holguín

"Es muy difícil criar a un hijo sola, pero nada es peor que la pobreza", comenta Liudmila, una enfermera de Holguín cuyo esposo emigró a Estados Unidos.

"Rolando se fue hace cuatro años por Ecuador y pudo atravesar Centroamérica antes de que se pusiera la cosa mala", añade refiriéndose al fin de la política estadounidense "pies secos / pies mojados".

"Llegó bien. Pasamos dos años sin vernos, comunicándonos solo por internet. Ahora viene dos o tres veces al año y hablamos casi a diario para que el matrimonio no se enfríe, hasta que nos podamos ir el niño y yo. Es un gran riesgo y un gran sacrificio, pero para prosperar la familia tiene que separarse, no hay otra", se queja.

"Por suerte, mi mamá ayuda bastante y, con lo que manda mi marido, cubro todas las necesidades económicas. Pero el padre hace mucha falta, se gana por un lado y se pierde por el otro. Él cuenta que estando lejos se valoran mejor las cosas importantes y lamenta perderse el día a día del niño, verlo crecer", concluye Liudmila.

El matrimonio de Susana no tuvo igual suerte. "Cuando él me habló de emigrar a Estados Unidos era un proyecto de los dos o, mejor dicho, de los tres, porque tenemos un hijo", relata. "Estábamos muy unidos, no sé qué sucedió".

"Él se pasó como dos meses para llegar y se enredó con una camagüeyana que se topó en la travesía. Yo quedé fuera. El plan de reunificar la familia se destruyó. El niño tenía tres añitos nada más y ahora, aunque no le falta nada, se criará sin su padre", añade Susana.

"Él cambió mucho, hoy es otro hombre, muy diferente al que no reconozco. Nunca pensé que me cambiaría por otra. Yo confiaba ciegamente en él, en su amor, era muy celoso conmigo. Todavía no me recupero emocionalmente de ese fracaso y no logro confiar en otro hombre para una nueva relación".

Yamilka, psicóloga, tiene otra historia triste. "Tenía un niño de tres años cuando me casé con Carlos, un médico que conocí en el policlínico donde trabajaba, y tuvimos juntos otro nene", cuenta.

"Él subió como la espuma y se volvió un cuadro municipal de Salud Pública. Se fue de misión para Venezuela y finalmente estuvo allá diez años".

"Cuando llevaba solo tres, vino de vacaciones y me contó que allá estaba con una doctora de Las Tunas y quería romper nuestro vínculo matrimonial para casarse con ella. Dejó de quererme y, evidentemente, estaba enamorado, tanto que corrió para esa provincia donde su nueva pareja estaba también de vacaciones", recuerda.

"Fue muy deprimente para mí, con el niño pequeño casi sin conocer a su padre y con el mayor que ya se había encariñado con él como figura paterna a falta del propio", agrega Yamilka. "Dos niños dan mucho trabajo, y más si estás sola. Casi me derrumbo, mis conocimientos de psicología no me sirvieron de nada, pero mis hijos me dieron fuerzas".

"Poco a poco me abro camino, pero fue duro recuperarme tras ver mi familia destruirse por segunda vez. Mi primer matrimonio fue cosa de adolescentes, pero con Carlos todo parecía sólido y tuve expectativas que se frustraron por una misión que pensamos que era para mejorar nuestras vidas. Al final, destruyó todo y me hizo mucho daño", dice.

Son apenas tres ejemplos del tipo de familia cubana que producen la emigración y el envío de profesionales al exterior por parte del Gobierno.

Todos los días miles de cubanas y cubanos se conectan en los puntos WiFi públicos para comunicarse con sus seres queridos. Es común ver a mujeres solas con niños pequeños queriendo besar y abrazar la pantalla del móvil, que les muestra a sus maridos.

Para poder sobrevivir, las familias necesitan que al menos uno de sus miembros trabaje en el extranjero y ayude al resto, ya sea como emigrado o mediante una misión del Estado, lo que pone el riesgo los lazos filiales.

El salario cubano en la mayoría de los casos cubre apenas el 10% de las necesidades básicas y por ello las remesas desde el extranjero, el robo al Estado y el "invento" son la principal fuente de ingresos.

Nuestros sociólogos nos deben un estudio serio y profundo sobre el impacto de la emigración y de las misiones en la familia.

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