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Sociedad

Hacerse santo en Cuba hoy

'Comencé a cuestionar a los babalaos de hoy, porque antes era lo que el ahijado pudiera aportar, pero hoy es una tarifa fija', dice un entrevistado.

La Habana
Danza de Ochún, La Habana.
Danza de Ochún, La Habana. PINTEREST

La religión yoruba, traída a Cuba en los siglos XVI y XVII por los negros esclavos de África, se arraigó tanto en la Isla que ha llegado hasta nuestros días como una de las más practicadas. A pesar de provenir del sector más empobrecido de la población, hoy es la religión más cara en nuestro país.

"Es la más cara", confirma Raúl Pedro Núñez, residente en La Lisa, quien tuvo que hacerse santo por problemas de salud y dice que le costó "un ojo de la cara".

"Mi padre tenía hecho santo, desde niño", cuenta Raúl Pedro. "Me contaba que antes la filosofía Ifá de la religión yoruba era otra cosa. No estaba mercantilizada como hoy, era más espiritual. Pero ahora todo es dinero y cualquiera es babalao. Hoy, desde la primera consulta al tablero de Orula, le dictaminan al ahijado que debe coger el santo y que tiene camino de Ifá, que consiste en hacerse babalao. Un título que antes era solo para elegidos".

Según Norberto, un viejo babalao de La Lisa, existen varios escalones espirituales que deben recorrerse para llegar a ser sacerdote de Ifá. Con su explicación, podemos darnos cuenta del costo total de hacerse babalao.

"Primero están los remedios para combatir el osobbo o pérdida. Los más comunes son el sarayeyé y el ebbó, que pueden oscilar entre 30 y 150 pesos, el primero con yerbas, manteca de cacao, de corojo y maíz, y con un jio jio o pollito. El ebbó se realiza con un pollo grande y con los rezos de las 150 órdenes o letras de Ifá. Luego están los guerreros, que cuestan 50 CUC, 1.200 CUP, y requiere la compra de los atributos a las cuatro deidades guerreras: Shangó, Osain, Oggún y Ochosi, junto al sacrificio de aves. Luego viene la mano de Orula, llamado para las mujeres el ikofá, una ceremonia que dura tres días y también conlleva la compra de pollos, gallinas y gallos, múltiples atributos, iconos, yerbas y accesorios, más la suma de 75 CUC".

Luego de estos rituales, el practicante está listo para hacerse santo. La ceremonia, que dura cinco días, tiene un costo que se eleva en dependencia del santo.

Los más caros son Babalú Ayé y Ochosi, que oscilan entre los 15.000 y los 17.000 CUC", explica Norberto.

Todos los santos exigen sacrificios de animales: chivos, gallinas, gallos, pollos, palomas, jicoteas, además de la compra de los múltiples enseres y atributos.

Por último, queda el sacerdocio de Ifá, una ceremonia que Norberto describe como "más cara todavía y de mayor duración".

Raúl Pedro Núñez cuenta que no quiso continuar el camino de su padre y se deshizo de los santos.

"Comencé a cuestionar a los babalaos de hoy, porque antes era lo que el ahijado pudiera aportar, pero hoy es una tarifa fija. Además, cada persona que va a una consulta sale con la misma receta: debe hacerse santo y tiene camino de Ifá, que es lo más caro y la mayoría no lo puede costear".

Para Raúl Pedro, las personas que se hacen santo hoy son las que pueden económicamente. Incluye en su lista a extranjeros, cubanos que reciben remesas de familiares fuera del país, artistas y deportistas de alto rendimiento y, por último, los funcionarios del Gobierno.

"Esos, casi todos tienen sus hierros", asegura. "Porque en esos puestos hay una lucha de poder muy grande".

Para el pueblo es muy difícil llegar a la suma que se requiere para realizar la ceremonia.

"La gente hace sacrificios enormes para pagar y acopiar tantos animales, tanto metal, madera y yeso", concluye Raúl Pedro.

Esta opinión es compartida por Hilaria, de Jaimanitas, quien practicó durante mucho tiempo esa religión.

"Eran todos los meses dinero para la consulta, dinero para las limpiezas, dinero para mantener a los santos con frutas, confituras, sacrificios de animales, flores, tabaco, aguardiente. Además, la costosa fiesta del santo".

Hilaria agradece haber cambiado su fe al cristianismo.

"Gracias a Dios me libré de todo eso, por la fe en Cristo Jesús, que me quitó todos los vicios, hizo que funcionara mi matrimonio y enderezó a mis hijos, que iban por mal camino", asegura.

Joaquín Bustamante, pescador y buzo, antiguo practicante de la religión yoruba, la compara con el castrismo.

"Se parecen mucho. Exigen demasiada ofrenda, entrega y sacrificio, y al final no resuelven absolutamente nada".

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