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Opinión

Estrategia, patriotismo y oposición

Al ciudadano de a pie en Cuba no le queda otra alternativa que actuar colectivamente y pensar de forma creativa en favor de la protesta y la resistencia organizadas.

Miami

Con este artículo intento complementar los dos publicados en este diario en el pasado mes de julio. El ejercicio de FODA que en ellos mencionaba sobre el análisis de fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas que afectan las organizaciones que se oponen al castrismo es, aunque muy útil, solo un primer paso para mejorar las estrategias de las mismas.

En el contexto actual, es obvio que los diseños estratégicos de las diversas organizaciones han de variar entre ellas, especialmente por el lugar donde están ubicadas. Aquí me concentro en las consideraciones estratégicas de la oposición en la Isla, a sabiendas de que no estando allá tengo que escribir sobre principios y experiencias generales. Y lo hago con la intención de contribuir a fortalecer el intercambio de ideas entre cubanos en cuanto a qué avenidas estratégicas existen para salir de la parálisis del castrismo.

Es difícil exagerar el tamaño de los obstáculos que enfrentan los que luchan por las libertades civiles en Cuba. Esos obstáculos se pueden clasificar de muchas maneras, pero por conveniencia voy a agruparlos aquí en dos categorías, los internos y los externos.

Por obstáculos internos me refiero a los que son inherentes a las actividades oposicionistas, o sea, los que en principio pueden ser vencidos o modificados por sus miembros. Los obstáculos externos son los que se derivan de las políticas del castrismo, que domina el Gobierno por medio de su aparato represivo.

También entre los factores externos hay que contar las políticas y acciones de otros gobiernos, muy en especial el de EEUU, y la presencia de visitantes extranjeros que bien utilizada puede ser útil a los fines de la oposición en Cuba.

A nadie se le escapa que el conflicto entre el Gobierno cubano y la oposición es desigual en extremo, tanto que no son pocos los ciudadanos dentro y fuera del país que creen que no vale la pena luchar por algo mejor.

De hecho, tanto el Gobierno como la sociedad cubana en su conjunto se encuentran en una fase de estancamiento, sin que ninguna de las partes sea capaz de cambiar los parámetros de la situación. Y el estancamiento se acentúa con el aumento de las restricciones que tienen los cubanos para viajar fuera del país y hasta emigrar. Por lo tanto, el desafío para un cambio es enorme y solo se puede enfrentar con una combinación excepcional de patriotismo, valor personal, inteligencia, organización e imaginación.

Sobre patriotismo podemos escribir tratados. Baste aquí decir que para los miembros de una sociedad en su conjunto, el nivel o la intensidad de patriotismo no es una constante. Varía con el tiempo y entre los individuos. Se puede decir que hay por lo menos un átomo de espíritu o amor patrio en casi todo el mundo. Su intensidad en cada individuo depende de las circunstancias. El patriotismo es contagioso en los dos sentidos, positivo y negativo. Cuando algo ocurre que inspira el patriotismo de las masas, todo el mundo es patriota. Así el patriotismo es fácil y se puede decir que barato. Hay abundancia de patriotismo. Cuando algo ocurre que hace predominar el pesimismo de las masas, el patriotismo es escaso, se puede decir que el patriotismo se hace caro.

El valor personal tampoco es una constante, pues varía en el tiempo y entre los individuos. En condiciones excepcionales muchos hombres y mujeres que no parecen valerosos pueden llegar a cometer actos heroicos. Se sabe que un padre o una madre son capaces de dar la vida defendiendo a sus hijos. Es parte del instinto de conservación de la especie que es observable en el comportamiento de los animales. La complejidad del comportamiento humano es vasta.

Puede postularse que el patriotismo inspira al valor personal, aunque tal relación no se puede expresar de manera simple, como por medio de una ecuación. En términos generales, el ser humano actúa racionalmente, lo que significa que responde a motivaciones positivas y negativas, las que en conjunto le permiten sopesar los costos y los beneficios de cada una de sus acciones.

El ciudadano aislado, por ejemplo, no se va a arriesgar en una protesta contra un Estado despótico si no está acompañado de otros ciudadanos y si no tiene una expectativa razonable de tener algún éxito de la iniciativa. La cautela no hay que confundirla con la cobardía. O sea, la protesta pública requiere una acción colectiva para que tenga sentido. Y la acción colectiva necesita de un grado de organización, por muy informal que sea, para tener impacto. En general, ni el que protesta ni el patriota son suicidas. Pero el patriotismo puede nutrirse en la acción colectiva por dos razones por lo menos: cuando existe entre grupos de ciudadanos una convergencia de puntos de vista sobre los problemas que los afectan y cuando son capaces de actuar de manera coordinada en búsqueda de soluciones.

O sea, son varios los requisitos que hay que cumplir para que la acción colectiva en forma de protesta o en alguna otra forma logre sus objetivos. Pero el primer paso es lograr una comprensión cabal del problema y un acuerdo entre un número relativamente significativo de ciudadanos. Dicho número depende de las características de cada comunidad y de la acción que se planee seguir. Por ejemplo, una protesta en contra de la persecución policial de vendedores ambulantes puede llevarse a cabo con una organización y coordinación mínimas, con mayor o menor número de participantes dependiendo del tamaño de la población.

Después de que un número dado de ciudadanos estén de acuerdo en señalar problemas específicos que afectan al país (bajos salarios, alimentación deficiente, deterioro de la vivienda, inseguridad en el futuro de la juventud, abusos del poder político, etc.) hay que dar un segundo paso hacia una acción concreta. Puede haber varias opciones, por ejemplo, desde marchas pacíficas hasta manifestaciones de desobediencia civil en áreas céntricas de la comunidad. Estas actividades, desde su discusión en grupos hasta llegar a acuerdos para acciones específicas, requieren un gran esfuerzo organizativo e inteligente, dado que el Gobierno castrista dedica mucha atención y recursos a reprimirlas desde su origen. Es por eso que hay que actuar con una gran paciencia, una deliberación cuidadosa y un alto grado de disciplina.

En las condiciones imperantes en Cuba actualmente se ha ido notando una creciente predisposición de los ciudadanos en muchas partes de la Isla para manifestar su descontento en cada vez mayor número. En la medida en que las manifestaciones de descontento sean más frecuentes y crezcan en participación ciudadana, aumentarán también las fuentes de apoyo del exterior, al mismo tiempo que el movimiento organizado de protesta se autoalimente en la Isla.

El profundo y extenso fracaso del castrismo en su gestión gobernante de Cuba es conocido por todos los cubanos y es una razón legítima para una rebelión popular. Las manifestaciones de rebelión, si llegan a ser sistemáticas, deben contribuir a que muchos de los que apoyan al régimen, incluso entre las figuras más altas del Partido y del Gobierno, se convenzan de que con la desaparición de los Castro Cuba tiene una oportunidad de cambiar para un régimen que por primera vez en muchos años puede ponerse al servicio de los ciudadanos y no de sus gobernantes.

Al no existir fuerzas capaces de derrocar al Gobierno actual, el cambio generacional abre una oportunidad para cambios profundos en la Isla, los que pueden provenir de muchas fuentes en la ciudadanía, incluso por parte de los herederos aparentes de la dictadura. Al fin y al cabo esos herederos y hasta los represores tienen intereses en el futuro de Cuba y estratégicamente no debe descartarse la posibilidad de que algunos puedan desear algo mejor para su país y oportunamente actuar en consecuencia.

Al ciudadano de a pie en Cuba no le queda otra alternativa que actuar colectivamente y pensar creativa y estratégicamente en favor de la protesta y la resistencia organizadas para mejorar sus condiciones de vida.

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