Back to top
Sociedad

'Los policías nos acosan, pero muchos quieren sexo con nosotras'

Sheila (Michel Orozco Méndez) tiene 23 años y desde los 14 sueña con una operación de cambio de sexo.

La Habana

Hace unos años, Michel decidió comenzar a llamarse Sheila. Este joven de 23 años sueña con hacerse una cirugía de cambio de sexo a través del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), dirigido por Mariela Castro, hija de Raúl Castro.

Desde los 14 años usa diariamente vestimenta de mujer y como tal pide que lo identifiquen, aunque continúe llamándose Michel Orozco Méndez en su Carné de Identidad.

"En el CENESEX, donde no todos los homosexuales van, hacen reuniones, actividades y terapias de grupo. Muchas quieren hacerse su operación transgénero, pero muy pocas lo logran", comenta Sheila. "Yo quiero operarme para cambiarme de sexo definitivamente y poder ser toda una mujer, pero la cosa no es fácil".

"Allí (CENESEX) los psicólogos hacen un proceso de selección que dura entre cuatro y cinco años. Luego ellos y el endocrino son los que evalúan y deciden si estás apta para realizarte la operación", explica.

Vivir en la localidad habanera del Moro, un barrio marginal donde no es raro escuchar disparos, abundan los "guapos" de barrio, la drogadicción y el machismo exacerbado, no le ha cambiado a Sheila su resolución de mostrarse y actuar como una chica dondequiera que va. Ha pasado cursos de maquillaje y peluquería en el CENESEX.

Junto a la operación de cambio de sexo, Sheila tiene otro sueño: que su padre, quien reside en Estados Unidos y no le habla, acepte sus preferencias sexuales sin complejos.

Es una carga emocional pesada para Sheila, quien al igual que otros transgénero enfrenta los prejuicios de la sociedad y los de la Policía.

A muchos jóvenes como ella sus familias "los botan de sus casas porque no aceptan su condición y tienen que vivir alquilados y pasan muchos trabajos".

Las transgénero de apariencia muy masculina sufren más para lograr sus deseos, dice. "También son las que reciben más insultos y rechazo en las calles".

"La Policía nos trata como si no fuéramos personas, nos sofocan en los lugares donde estamos. Unos dicen que somos maricones disfrazados de prostitutas, aunque también hay policías que lo que quieren es tener sexo con nosotras", explica Sheila.

Otros transgénero y travestis consultados coinciden en que además del acoso y abuso policial constante tienen problemas para encontrar un trabajo. Se quejan asimismo de la doble moral de muchos de los que supuestamente las rechazan.

"Hay lugares como discotecas donde vamos los travestis y donde también van hombres, hasta casados, buscando chicas como nosotras para hacer el amor y vivir una aventura loca", asegura Sheila.

Mientras margina de sus políticas a los opositores, el CENESEX lleva adelante proyectos para mejorar la situación de la comunidad LGTBI, que ha logrado consolidar algunos espacios como la playa Mi Cayito, en La Habana, donde ondea la bandera gay.

Pero muchos miembros de esa comunidad y activistas independientes creen que este apoyo es una maniobra del Gobierno para intentar mostrar flexibilidad sobre los derechos civiles ante la comunidad internacional.

Archivado en

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.