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Opinión

Díaz-Canel tiene toda la razón

El primer vicepresidente avisó que se eliminarán todos los negocios que hagan apología de los años 50. La lista es larguísima.

La Habana
El Sloppy Joe's Bar restaurado, La Habana.
El Sloppy Joe's Bar restaurado, La Habana. HAVANA-LIVE

De verdad que todavía los dirigentes de nuestro país tienen, de vez en cuando, la capacidad de sorprendernos con la preclaridad de sus ideas.

Ahora resulta que el camarada Díaz-Canel ha tenido, entre otras, la genial idea de eliminar todos los negocios particulares que hagan "apología de los años 50".

Aplaudo la idea. Me parece brillante.

No hay dudas de que los propietarios de dichos negocios se equivocaron de plano al elegir su decoración republicana. Si hubieran sido tan inteligentes como es el primer vicepresidente del país, otro gallo cantaría.

Es obvio que, a la hora de ambientar un negocio en la Cuba de hoy, debieron haber seleccionado una época que reflejara con fervor revolucionario las luchas más heroicas de nuestro invicto pueblo. Por ejemplo, los años 90.

Para que no les cierren sus negocios, si todavía existe esa posibilidad, los cuentapropistas deben correr a cambiar su decoración por una bien bonita del "Periodo Especial".

Para alumbrar, sugerimos unos mechones de luz brillante, de esos que dejan manchas negras en las paredes y el techo. Si es posible, además de las manchas, las paredes deben tener filtraciones, cuyos líquidos han de caer convenientemente dentro de cazuelas de aluminio (preferiblemente abolladas y sin una que otra asa). Para refrescar el ambiente sugiero unos ventiladores armados con motores de lavadoras soviéticas.

Como combustible para cocinar, es obligatorio el uso de leña, que no será muy difícil de conseguir si se toma en cuenta que dispondrán de los muebles de la decoración anterior, esa horrible de los años 50.

El menú tendrá las diversas especialidades que abundaron en la década heroica: cáscaras fritas de papas, pizza de preservativo, bistec de toronja, picadillo de cáscara de plátano, entre otras. Recuerden que el agua debe estar caliente siempre.

Los camareros no pueden ser robustos bajo ningún concepto. Los seleccionarán bien flacos, ojerosos y, de ser posible, que padezcan de algún tipo de neuritis.

Todo esto le encantará a Díaz-Canel, quien seguro va a colaborar con la iniciativa de barrer todo lo que huela a República dentro del territorio nacional.

Para esto, abogará por cerrar el negocio de los "almendrones" estatales que pasean a los turistas por la ciudad, en primer lugar. Luego, puede dedicarse a cancelar otros negocios, como La Bodeguita del Medio, El Floridita, el Sloppy Joe's Bar. Cerraría el Hotel Nacional, el Habana Libre, el Riviera, por solo citar una ínfima parte de lo que el Gobierno podría hacer para estar a tono con la iniciativa.

También sugeriría al primer vicepresidente que ayudara a que el asunto fuera serio contratando camiones con mandarria (estatales, claro está), para deshacernos para siempre de esas construcciones que la corrupta República nos impuso. Podría empezar por el Capitolio, la Plaza Cívica (hoy Plaza de la Revolución), la Manzana de Gómez, el Túnel de la Bahía, el Malecón, Radiocentro (hoy sede de la televisión cubana), el teatro Alicia Alonso y el Palacio Presidencial (no olvide que, antes de ser Museo de la Revolución, fue la guarida del tirano Batista).

Además, el compañero vicepresidente primero debería aclarar en qué año se construyó la casa en que vive, porque los camiones con mandarria podrían pasarse un momentico por allí, para concluir su revolucionaria labor, que él apoyará con todo el fervor que le orienta el Partido.

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