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Sucesos

Violencia y alcohol, una combinación que cobra vidas en San Germán

'La televisión critica los crímenes de afuera, pero de los de aquí no se dice nada', se quejan vecinos de la localidad holguinera.

San Germán

"Ya yo de noche no salgo a ningún lado, aunque da igual porque los últimos asesinatos han ocurrido de día", se queja el jubilado José González Marrero, uno de los vecinos de San Germán, Holguín, preocupados por el aumento de la violencia, que ha dejado al menos tres muertos en los últimos meses.

"Es por la necesidad y el hambre", opina Maritza Infante Aguilera. Eso provoca "mucha incomodidad. La gente se siente impotente por no poder resolver sus problemas y es ahí donde vienen las discusiones y la violencia".

"Yo no lo justifico —aclara— porque nadie tiene derecho a quitarle la vida a otra persona".

"Hace apenas unos días, en la comunidad de Limoncito, mataron al jefe de protección física por intentar llevar al cuartel del municipio a un obrero agrícola que transportaba dos racimos de plátano burro", comenta.

Humberto Leyva Peña recuerda que el pasado 17 de mayo, durante una actividad por el día del campesino en la que no hubo presencia policial, fue asesinado el vendedor de cerveza Rolando Ramón Francis Trauman.

"Dos jóvenes, con una piedra y un cuchillo, terminaron con la vida del hombre. Después vinieron los policías a investigar. Le dije a la instructora del caso, '¿porque no investigan a los policías que debían estar allí y no estaban?'. Así se evitarían estos casos de muerte", fustiga Leyva Peña.

"La televisión (estatal) critica los crímenes de afuera, pero de los de aquí no se dice nada", se queja el jubilado José Luis Pórtela Ricardo.

"La mayoría de los asesinatos son a puñaladas", dice otro vecino que pide mantenerse en el anonimato. "Pero también un joven que era custodio con pistola le disparó cuatro balazos a un obrero, quien no llegó con vida al hospital", agrega.

"También piensa que las condenas por matar a una persona son más ligeras que por matar una vaca. Yo conozco personas que han cumplido ocho años por asesinato; sin embargo, por hurto y sacrificio hay quien ha recibido sentencias de 20 años", destaca.

A su juicio, "para bajar el índice de violencia el Estado tiene que vender menos bebidas alcohólicas".

El joven Yoan Torres dice que no se siente "seguro" cuando va fiestas los fines de semana. "Han ocurrido reyertas y la Policía no ha actuado", explica.

"Los problemas casi siempre ocurren después de las 12:00 de la noche, cuando las bebidas alcohólicas empiezan a hacer efecto. Yo siempre vengo para mi casa junto con mis amigos para evitar problemas, porque cualquier persona te saca un cuchillo", añade.

"Ya me lo pienso para ir hasta a una fiesta de 15. También es cierto que nosotros, los jóvenes, no tenemos opciones, ni ofertas con precios asequibles. La mayoría sale con una botella de ron de muy mala calidad", lamenta.

"A veces pienso que los policías no quieren buscarse problemas con los maleantes. Mira lo que pasó con el hombre que vendía cerveza. Todos decían que era buena persona", comenta Roger Arias Pérez "La prensa local no refleja lo que ocurre. Lo más triste es que no veo cómo parar el incremento de la violencia, cada vez ocurren más hechos de sangre".

"La presencia policial es frecuente en los actos políticos; sin embargo, en las ventas de alcohol y en las fiestas apenas se ve", apunta Karlier Vidal Camacho.

"Las personas que cometen estos crímenes en su mayoría no han creado familias; por lo tanto, aunque sea triste decirlo, no tienen mucho que perder", opina.

Menciona que el pasado Primero de Mayo "ocurrieron varias broncas y la Policía no pudo tomar control de la situación. En la comunidad de Estrada los policías terminaron fajados con los pobladores del lugar", ejemplifica.

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