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Sociedad

La Habana, un desierto de baños públicos

Como solución, muchos optan por hacer sus necesidades en la calle, con las consecuentes molestias para vecinos y transeúntes.

La Habana

"Tienen que aguantar las ganas hasta que podamos llegar al hotel Cohíba y allí nos hagan el favor de dejarnos usar el servicio", rogaba un matrimonio habanero a sus hijos mellizos de nueve años. "¿Cómo le explicas a los niños que una ciudad de más de dos millones de habitantes no dispone de baños públicos?", lamentaba el padre, técnico en recursos humanos.

Un paseo cotidiano en familia o cualquier gestión habitual que requiera pasar horas por la ciudad, tiene el inconveniente de que, de aparecer una urgencia, es difícil encontrar un baño.

"Solo en hoteles y cuerpos de guardia de hospitales puedes encontrar servicios", señaló la diseñadora industrial Lucrecia Pedraja.

"Pero en los hoteles casi dependes del favor de los porteros. Si eres hombre y además negro, te ponen mala cara, o para negarse se inventan la excusa de que el lobby está abarrotado por un grupo de extranjeros recién llegados", matizó su esposo.

Con una densidad poblacional de aproximadamente 2.970 habitantes por kilómetro cuadrado, en La Habana resulta difícil localizar, incluso en zonas céntricas, baños públicos a disposición de los paseantes.

Transeúntes interrogados sobre si recordaban la ubicación de esos servicios en la ciudad apenas pudieron listar unos pocos: Parque del Curita y Monte y Águila, en Centro Habana, Parque del Quijote, en el Vedado, o Calzada de Managua y Delgado, en Mantilla.

Gerónimo García, escritor y periodista independiente, tiene una rara condición médica que lo lleva a expulsar casi más líquido del que consume. Con los años, aguantar las ganas de orinar demasiado tiempo le causa dolores y ardor.

"Es inconcebible que en una ciudad calurosa, que te obliga a consumir líquido constantemente, no exista una red de baños públicos. Como solución me he hecho una especie de mapa mental con lugares donde puedo usar el servicio sin la complicación de pedir el favor. Incluye las funerarias, la terminal de ómnibus o la Biblioteca Nacional".

Con 30 años de experiencia como abogada y actualmente dedicada al sector privado, Beatriz Nápoles se pregunta si es tan difícil para el Estado implementar, como mínimo, un baño público por cada municipio habanero.

"No creo que este asunto dependa de la inversión extranjera, de grandes presupuestos para salarios y recursos o de una planificación que deba ser analizada por el Consejo de Estado", ironizó.

"Eso es competencia del Poder Popular de cada localidad y el único estudio que merece es la focalización de zonas, en cada barriada, donde exista más confluencia de comercios o entidades de servicio público".

Pocos baños, mucho exhibicionismo

Los habitantes de inmuebles cercanos a establecimientos estatales que expenden bebidas alcohólicas al aire libre se quejan de que algunos consumidores utilizan las áreas aledañas como baño público.

"Acaso estos comercios del Estado no están sujetos a la prohibición de vender cualquier tipo de bebidas si no tienen un baño disponible. Sufrimos tanto el mal olor como la exhibición pública de los individuos apremiados por la necesidad biológica y nuestras quejas nunca van más allá de las reuniones del CDR", dijo Andrés, vecino de Zapata y C.

"Esos baños cuando no están rotos solo son para uso exclusivo de los trabajadores", agregó Ailin, vecina de Avenida Zoológico y 26, quien además lamentó que no vale quejarse "ni ante el Poder Popular ni ante los administradores de esos lugares".

La inexistencia de baños públicos en estos lugares al aire libre, dispuestos para el consumo de comidas y bebidas, es una práctica extendida.

"Más que un fenómeno, es una cultura que aprendemos desde niños: orinar o evacuar nuestras necesidades a cualquier hora del día por la ausencia o por la indecencia de los baños públicos. Es decir, es casi una exhibición íntima obligada", opinó Rogelio Santos en la Ciudad Deportiva, donde lleva a su hijo a practicar béisbol.

La falta de higiene de los escasos baños públicos existentes en la ciudad es una crítica constante de los habaneros.

"La gente prefiere arriesgarse a ser multado que contraer una infección, aún cuando los encargados se esmeran, con los pocos recursos de que disponen, en mantener los baños lo más limpios posible", apuntó Nancy León.

"Los cuidadores de baños son siempre personas mayores, tienen que comprar los útiles de limpieza ellos mismos y no siempre tienen agua corriente disponible".

Bajo condición de anonimato, un funcionario del Poder Popular en el municipio Plaza declaró que establecer una red de baños públicos no es prioridad.

"Y, soy consciente, este es un tema de siempre entre las quejas que nos trasmiten los ciudadanos. Habrá que tener más paciencia".

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