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Azúcar

El azúcar, entre el esplendor y la decadencia

El historiador Oscar Zanetti Lecuona rebate ideas preconcebidas sobre el mundo del azúcar y considera que Cuba tendría aún oportunidades en la explotación de la caña.

La Habana

La obra historiográfica de Oscar Zanetti Lecuona (La Habana, 1946) es diversa. Abarca los estudios históricos en general y la filosofía de la historia; el énfasis de su trabajo, no obstante, recae sobre la historia económica de Cuba. En sus libros se asientan con encomiable precisión técnica, pero también con alta calidad narrativa, los procesos vinculados a nuestro desarrollo económico y sus repercusiones sociales.

En esta entrevista para DIARIO DE CUBA el autor de Esplendor y decadencia del azúcar en las Antillas hispanas (Ruth Casa Editorial-Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2012), La República, notas sobre economía y sociedad (Ciencias Sociales, La Habana, 2006), entre muchos otros títulos, aborda la importancia del azúcar para nuestro desarrollo histórico, nuestro presente y las posibilidades que se abren para el porvenir.

Oscar Zanetti es académico de número de la Academia de la Historia de Cuba y académico de mérito de la Academia de Ciencias de Cuba. Es además miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia y miembro honorario extranjero de la Academia Americana de Artes y Ciencias.

En su libro Esplendor y decadencia del azúcar… usted estudia el desarrollo de este cultivo y su impacto social, político y económico. ¿Se puede decir que nuestras culturas están determinadas por el cultivo del azúcar?

A todas estas islas de las Antillas en un tiempo incluso se les llamó "las islas del azúcar". Entre finales del siglo XVII y principios del XX fueron las principales proveedoras de azúcar del mundo. Por lo tanto, la naturalización del azúcar y los elementos que forman parte de su producción, como la plantación, la empresa, y la esclavitud como elemento consustancial, sin dudas da un perfil común a todas las Antillas. Pero aunque el azúcar se siga produciendo en la mayor parte de ellas (en algunas ha desaparecido, como es el caso de Puerto Rico), de todas maneras ya hoy, si tú me preguntaras qué cosa es el común denominador de las Antillas, yo te diría que es el turismo.

Y en alguna medida se corre el riesgo de que el turismo, desde el punto de vista económico y social, represente lo que fue el azúcar siglos atrás, para bien y para mal.

Un central azucarero era una entidad independiente del resto del país, una especie de autarquía. ¿Era determinante esta característica en los países que basaban su economía en la producción de azúcar?

Yo no te diría que fuera independiente de la economía del país. Lo que pasa que hay un elemento muy característico de la economía cubana, en relación de otros países productores de lo que se llaman commodities o productos básicos. Digamos, en los países que han sido esencialmente mineros o petroleros, las zonas de explotación de ese producto están concentradas en el área de ese recurso natural. El caso del azúcar no es así, el azúcar va extendiendo su producción donde quiera que encuentra recursos desde el punto de vista de tierra y clima que lo permite. Y, de hecho, en Cuba nosotros no tenemos un núcleo azucarero, como tampoco lo había en Puerto Rico; es todo el territorio de la Isla, siempre y cuando sirviera para la producción cañera.

Pero ninguna de esas unidades funciona aparte de la economía nacional, están dentro de un engranaje. Lo que sí, a escala de las localidades, se constituyen en una especie de mundos, tampoco te diría autárquicos, porque trabajan para la exportación y buena parte de su consumo se abastecía por medio de las importaciones, pero sí son unidades relativamente aisladas dentro del conjunto.

Los centrales eran grandes fábricas con poblaciones asociadas a ellos, sobre todo en la mitad oriental de la Isla. Toda la tierra era propiedad de la compañía azucarera, el medio de transporte fundamental era el ferrocarril de la compañía; en muchos casos los sistemas comerciales o eran controlados por la compañía o de alguna manera la compañía facilitaba los recursos para su instalación. Eso le daba una entidad propia, no podemos decir que aislado del conjunto del país, pero sí con un grado de autonomía que le permitía un funcionamiento interno coherente.

Sus estudios económicos le han permitido esclarecer algunos aspectos que no estaban bien estudiados o solo habían sido abordados de manera superficial y no pocas veces prejuiciada. En su libro Esplendor y decadencia del azúcar en las Antillas hispanas usted analiza la afirmación de que la producción de azúcar en Cuba se atrasa por el régimen de cuotas instrumentado por EEUU y demuestra que es una observación inexacta.  

El problema estriba en que la historia y sobre todo la historia contemporánea, tanto en Cuba como en otras partes, a veces se construye sobre la base del periodismo y de las observaciones de los periodistas que, como son observaciones del momento, no pueden ir siempre a la profundidad del problema; entonces se toman como verdades absolutas o se generalizan más allá de sus límites.

Eso pasa, por ejemplo, con el mismo latifundio. El cultivo cañero en que se sustenta la producción de azúcar era una producción latifundiaria y todo el mundo te dice que Cuba era un enorme latifundio. Y es cierto, desde el punto de vista de las relaciones de propiedad, las grandes compañías azucareras, norteamericanas y algunas cubanas también, sobre todo en la mitad oriental, adquirieron extensiones enormes de tierra. Pero salvo un caso excepcional, que fue la United Fruit Company, las compañías azucareras no solían producir la caña por sí mismas y lo que hacían con esas tierras era arrendarlas a colonos de muy distintas dimensiones que eran los que producían la caña. Y entonces tenías colonias de 100 caballerías que podían producir tres, cuatro millones de arrobas de caña, y también había colonos pequeños que producían 40.000, 50.000 arrobas.

Por tanto tienes que el latifundio era una realidad desde el punto de vista de la propiedad, pero no desde el punto de vista de la explotación de la tierra, porque ese latifundio estaba siendo explotado en unidades de producción mucho más pequeñas.

Cuando analizas el latifundio tienes que ver esto. Porque eso incluso en un momento determinado en la estrategia económica de la Revolución en la agricultura, asociado también a un concepto de orden tecnológico, llevó a considerar que lo más rentable y lo óptimo eran las grandes granjas estatales, que de alguna manera sustituían el latifundio, pero en este caso sí sustituían el latifundio no como propiedad sino desde el punto de vista funcional y hacían mucho más difícil todo el proceso de administración. Porque, por lo general, las unidades productivas agrícolas en la época del capitalismo nunca alcanzaron las dimensiones de algunas de las granjas del pueblo.

Eso por ponerte un ejemplo. Pero también lo hay desde el punto de vista tecnológico. Sin dudas, la industria azucarera se estanca en cuanto se asimila a un régimen de cuotas, ya fuese determinado por la cuota azucarera norteamericana o por la participación en los convenios azucareros internacionales.

Se estanca desde el punto de vista de los topes productivos. Sin embargo, esa producción se realiza cada vez en menos tiempo. La zafra promedio de la década del 50 dura unos 25 días menos que la zafra de la década del 20. Y eso sobre la base de un incremento de la productividad del trabajo que se obtiene sin grandes modificaciones tecnológicas, porque de hecho la tecnología industrial azucarera durante buena parte del siglo XX, en el mundo, apenas se modifica. Pero sí con determinadas acciones puntuales o sea, los tachos automáticos, la automatización de las centrífugas, por ejemplo.

¿Hay alguna expectativa para la industria azucarera en Cuba? ¿Usted cree que puede jugar un papel en la economía cubana?

Bueno, de hecho, después del redimensionamiento asumido a finales del siglo pasado, que significó la liquidación de las dos terceras partes de las fábricas azucareras, desde el año 2010 se produjo una reestructuración de la industria en condiciones de precios más favorables para el azúcar.

Y se ha comenzado a invertir, tanto en la parte agrícola como en la industrial. También se han introducido cambios en las formas de gestión, transfiriendo la producción cañera a privados y cooperativas de distinto tipo, se han rehabilitado algunos centrales que llevaban casi una década paralizados. Eso es una medida acertada, porque en realidad la decisión de reestructuración era resultado de una coyuntura que fue la expansión brasileña en el mercado.

Brasil, en un lapso de una década, triplica su producción e inunda el mercado de azúcar con 15 millones de toneladas y eso bajó los precios, y las expectativas eran que los precios permanecerían bajos. Sin embargo, el mercado no se comportó exactamente así porque la entrada de grandes consumidores asiáticos como China incrementaron la demanda, y de hecho el azúcar entre 2008 y 2012 llega a alcanzar muy buenos precios.

Esa es la característica histórica del mercado azucarero, ser de altas y bajas. Situación fluctuante que tú puedes enfrentar, y esta es la clave del asunto, en la medida en que tú no saques de la caña exclusivamente azúcar. La caña tiene una gama muy grande de posibilidades, desde el punto de vista de los derivados, de los subproductos, que su producción puede tener entidad por sí mismos y, si aprovechas esos subproductos, que antes botabas, estás teniendo otros ingresos adicionales al azúcar que aumentan tu ingreso total y que te permiten enfrentar los costos de producción y obtener ganancias.

Con esa perspectiva, sin dudas, el cultivo de la caña en Cuba tiene condiciones favorables con relación a otros cultivos. Y sobre todo, frente al hecho cierto de que la mayoría de los terrenos abandonados por la caña en la década pasada no se dedicaron a otros usos, sino que se invadieron de marabú.

¿Qué déficits señalaría usted en nuestros estudios históricos sobre el azúcar? ¿Épocas, tendencias, regiones?

Yo creo que hay etapas relativamente bien estudiadas de la historia azucarera de Cuba y hay etapas en las cuales los estudios, como investigaciones propiamente dichas, son muy limitados.

Los puertorriqueños han hecho mucho más estudios empresariales del azúcar que nosotros. Aquí el único estudio empresarial azucarero grande que se hizo fue nuestro estudio inicial sobre la United Fruit Company y después algunos investigadores a escala local, en Guantánamo y en otras provincias del país, han investigado alguna compañía azucarera en particular, pero sobre bases muy limitadas.

Eso en la etapa del capitalismo, pero prácticamente toda la historia de la economía azucarera en la etapa de la Revolución está por hacer. Porque lo que yo trabajé en mi libro Esplendor y decadencia del azúcar en las Antillas hispanas fue a escala muy limitada, muy general, pero hay montones de estudios monográficos concretos que haría falta desarrollar para poder establecer problemas históricos importantes.

El problema aquí, tanto en el capitalismo como con la etapa de la Revolución, es otro, que es el problema de las fuentes. Porque tras la nacionalización de los centrales, hubo muchos casos en los cuales quienes asumieron las administraciones no tenían conciencia de la importancia de la documentación y mucha documentación se perdió. Pero lo más triste es que esa situación se repitió durante la reestructuración o el redimensionamiento azucarero a principios de este siglo y, a pesar de que las autoridades (en aquel momento el Ministerio del Azúcar que estaba llevando a cabo el proceso) dictaron normas y nos aseguraban a los historiadores que esa documentación iba a ser preservada, en la práctica no fue así, y mucho, yo te diría que la inmensa mayoría de los archivos de los centrales azucareros que desaparecieron, desaparecieron junto con ellos.

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