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Sociedad

'El Gobierno ya ni siquiera puede garantizar un funeral digno para este pueblo'

Ni capillas, ni flores. Es duro morirse en Cuba.

La Habana

En la madrugada del pasado 20 de octubre familiares de la ciudadana Susana Redondo Mazorra, anciana de 93 años que falleció en su domicilio, se dispusieron a iniciar los trámites para su velatorio y posterior enterramiento. Al personarse en la funeraria que le correspondía, ubicada en Zapata y 2, en el municipio Plaza, los funcionarios les notificaron que en ese momento "no tenían capacidad de capillas para velar a la fallecida".

Tras varias gestiones telefónicas, los funcionarios avisaron a Raiko Camejo y Leonel Rodríguez, nietos de la ciudadana, que "los únicos territorios disponibles" eran Guanabacoa y Playa. La otra opción era velarla en el propio domicilio. "Nosotros le enviaríamos el ataúd, y después un coche fúnebre y dos taxis para la hora que dispongan de su enterramiento", les dijeron.

La gestión para adquirir las coronas de flores, en la floristería ubicada en 25 y 10, en el Vedado, también sería infructuosa: "no tenemos los aros para la confección de las coronas", les comunicaron los trabajadores de este centro.

"Recuerdo cuando mi hermano murió hace cuatro años; dijeron que no tenían los dichosos aros para hacer las coronas", recuerda Luis Herrera, vecino de Habana Vieja. "Nos explicaron que los reciclaban del cementerio, pero que el camión que los recogía estaba roto. Sin embargo, por el doble y a 5 cuc, cuadramos par de coronas".

La administración de la Empresa de Servicios Necrológicos de Plaza explicó que "la problemática es que esta floristería abastece a todas las funerarias de la provincia". Es una afirmación que contrasta con la realidad, pues en casi todos los municipios y cercanas a las funerarias, existen floristerías que en teoría prestan el servicio. Sobre la venta "por la izquierda" y el reciclaje de los aros, negaron hacer declaraciones.

Alexis Aportela, vecino del Cerro, narra que cuando falleció su madre tampoco había coronas en la floristería de Infanta, en las cercanías de la funeraria La Nacional, donde les correspondía velarla.

"Tuvimos que ir a buscarlas a Playa, pagándolas a 5 cuc, y en una guagua de la calle porque el dinero no nos alcanzaba ya. Recuerdo la vergüenza de la gente mirándonos a mi hermano y a mí con par de coronas cada uno en un P4".

"Y el cementerio es harina de otro costal", agrega Cuca Palacios. "Aquello tiene un aspecto cada día más depauperado. Apenas se ven los arreglos florales sobre las tumbas, un hecho que el Gobierno justifica con 'el robo de inescrupulosos'. La mala calidad de los ataúdes y el escaso mantenimiento, le otorgan un aspecto de fosa común al último descanso de la gente; hay que verlo para creerlo". 

Mercedes Camejo, una de las hijas de Susana Mazorra, dijo que no perdonará que haya tenido que velar a su madre "en la habitación donde murió, y sin flores".

"Por la mañana tuvimos que comprar dos míseros ramos a 50 pesos cada uno, y frente al propio cementerio. Este Gobierno ya ni siquiera puede garantizar un funeral digno para la gente de este pueblo", concluyó.

En medio del dolor, agravado por una circunstancia que resulta "inaudita e imperdonable" para cualquier Gobierno que "apenas puede enterrar a sus muertos", familiares y vecinos se preguntan "si tiene caso morirse en Cuba".

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