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Salud

Pacientes con dolores severos, en dificultades para acceder a un analgésico

La razón, según una especialista, es la falsificación de recetas de Tramadol para su uso como droga, que ha llevado a un endurecimiento de los controles.

La Habana

El Tramadol, analgésico de acción central indicado para dolores tan severos como los producidos por el cáncer y los procedimientos quirúrgicos, es en estos días muy difícil de conseguir en las farmacias cubanas.

Nayra Delgado, paciente de cáncer que vive en el municipio Habana del Este, lleva dos semanas sin el medicamento que le permite aliviar los dolores que su enfermedad provoca. "En mi farmacia no hay, no porque esté en falta, sino porque entra una cantidad pequeña y se acaba enseguida", explica. "Pero cuando eso pasa, mi hija me lo compra en otra farmacia, donde lo pueda localizar".

Su hija, Yeney Salgueiro, asegura que nunca había tenido dificultad para adquirir el medicamento con las recetas del médico de la familia. "Pero esta vez no sé lo que ha pasado que nadie me lo quiere vender", asegura. "La receta está igual que siempre, con el cuño del policlínico, el del médico, el diagnóstico y los datos de mi mamá, incluyendo el carnet de identidad".

El Tramadol, un medicamento de venta controlada, es producido en Cuba por la Empresa Laboratorio Farmacéutico Reinaldo Gutiérrez.

En la última semana, Yeney recorrió farmacias en varios municipios de la capital. "Me decían que no me lo podían vender, que fuera a mi farmacia. Cuando les explicaba que en mi farmacia no había, me respondían que tenía que esperar a que entrara. ¿Cómo voy a esperar si mi mamá tiene dolor y el medicamento está en otras farmacias?"

En la farmacia ubicada en Enlace y Rotaria, Regla, Yeney pasó un mal rato. "Pedí ver a la administradora y me trataron como una delincuente. La mujer me preguntó que por qué yo iba a comprar en esa farmacia si no vivía en Regla. Le dije que yo compraba donde hubiera el medicamento, pero nada. Se negó a vendérmelo sin explicación".

Finalmente, en el establecimiento de Calzada de Managua y Progreso, en Mantilla, le explicaron que a la receta le faltaba la dirección del médico que la expidió. "Primera vez que oigo eso", dice Yeney. "Yo creía que con el cuño, el número del médico ya se podía saber quién hizo la receta. Hasta ahora había sido así".

Esmeralda, administradora de una farmacia en Habana del Este, se muestra reticente a explicar los datos que debe llevar una receta de Tramadol para que pueda ser despachado. "Me tienes que traer la receta para decirte lo que le falta, así sin verla yo no te puedo decir".

Como es lógico, no hace falta tener una receta en particular para recibir esta explicación, pues la cuestión es lo que indica el reglamento en general. Pero Esmeralda no entiende de generalidades y contesta evasivamente: "La receta lleva todos los datos que el médico considere pertinentes".

El comportamiento de Esmeralda va acompañado de una alta dosis de suspicacia. Al parecer, cualquiera que mencione la palabra "Tramadol" en su presencia es sospechoso de ser un delincuente. "Estamos sobregirados en la venta de Tramadol", es su muletilla.

Una especialista de un área de salud que prefiere no ser identificada es quien da una explicación al fenómeno. "Lo que pasa es que se han dado casos de recetas falsificadas, porque el Tramadol se está usando mucho para drogarse, sobre todo entre los jóvenes. Ahora mismo hay una investigación con presencia del DTI y todo, porque la cosa es grande. Nadie quiere verse implicado, por eso a veces exageran".

Para los pacientes como Nayra, que realmente necesitan el medicamento, la especialista recomienda que le exijan al médico que en la receta "los dos cuños estén perfectamente legibles, que esté puesta la impresión diagnóstica, el número de historia clínica, los datos del paciente y los datos del médico, incluida su dirección particular. Esos han sido siempre los requisitos para las medicinas controladas y si no se han cumplido hasta ahora es responsabilidad del médico que da la receta".

"Yo entiendo que cuiden su pellejo", afirma Yeney Salgueiro, "pero no puede ser a costa del sufrimiento de mi mamá. Ella no tiene por qué aguantar dolores por culpa de quienes se drogan, ni yo tengo que soportar que me maltraten en las farmacias por querer comprar Tramadol. Ha sido negro, en algunos lugares me hicieron sentir que tener cáncer es un delito".

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