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Opinión

La revolución y sus analfabetos funcionales

'No menos de la mitad de los graduados en las universidades cubanas durante los últimos 50 años, lo ha hecho en balde'.

La Habana

Según un amigo cercano, no menos de la mitad de los graduados en las universidades cubanas durante los últimos 50 años, lo ha hecho en balde.

Tal afirmación pudiera considerarse viciada y extremista, pero la realidad desborda los estimados que siguen sin tener cabida en la prensa oficial ni en el resto de los espacios controlados por el Estado-Partido.

Desde un inicio, lo que contó fue la masividad. La única barrera infranqueable en el camino a la Educación Superior son las fisuras ideológicas. La consigna de que la universidad es solo para los revolucionarios se mantiene tan vigente como el primer día en que fue proclamada desde las tribunas y aclamada por las multitudes.

El coeficiente intelectual y la idoneidad se convirtieron en elementos secundarios durante el proceso de admisión.

Si a estos disparates se le añaden el atraso en las metodologías de enseñanza y las limitaciones en el uso de las nuevas tecnologías, se llega fácilmente a conclusiones sin nada en común con las estadísticas que sobredimensionan éxitos y adelantan perspectivas a cumplirse, única y exclusivamente, en los informes de los funcionarios.

En este escenario es normal que el diploma que acredita la graduación universitaria sea a menudo una pista falsa.

A veces mediante una simple conversación se constata la ignorancia sobre temas claves de la historia nacional y otros asuntos cuyo aprendizaje se remite al nivel secundario.

Hay casos en que las habilidades se limitan a la especialidad estudiada, sin que estas denoten una preparación de excelencia.

La futura consolidación del capitalismo en Cuba es una noticia poco alentadora para muchos de los muestran con orgullo mal disimulado su título universitario.

En ese contexto será imposible ocultar el rosario de lagunas cognitivas.

La competitividad dictará las pautas y no la participación en un acto de reafirmación revolucionaria u otros de los artificios que explican el culto al parasitismo social y la codificación del fraude como norma ciudadana en la lucha por la supervivencia.

Es una pena que se hayan invertido tantos recursos materiales y humanos para la obtención de resultados tan pobres.

El derrumbe de los paradigmas del socialismo en su versión caribeña es un fenómeno que pasa por su última etapa.

Entre las ruinas que exceden el marco figurativo para exhibir su protagonismo a lo largo y ancho del país, se cuentan las que pertenecen al Ministerio de Educación.

En este apartado de la tragedia, sobresale el ejército de analfabetos funcionales formados en las aulas de la revolución.

Una de las herencias de un proyecto que fracasó y cuyos fundadores se resisten a aceptar el veredicto de la historia.

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