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Sociedad

La expulsión de los maestros repasadores

Las sanciones contra profesionales pedagógicos empeoran todavía más el sistema educacional. Existen aulas sin profesores y asignaturas sin materiales de estudio.

La Habana

Dos alumnos de la secundaria básica "Desembarco del Granma", en el Reparto Eléctrico,  que no habían reprobado el examen final de matemáticas del recién concluido período escolar, fueron entrevistados por metodólogos de la Dirección Municipal de Educación de Arroyo Naranjo, supuestamente interesados en el hecho de que ambos recibían sesiones particulares de repasos con el fin de optimizar sus rendimientos académicos.

Ajenos al trasfondo de las preguntas de rigor, los dos adolescentes confirmaron que dichas sesiones las asumía una maestra de la escuela primaria "XX Aniversario del Desembarco del Granma" —también en el Reparto Eléctrico—, y que sus padres pagaban por ellas. La maestra de quinto grado Berta R. era de las antiguas; de aquellas que todo cubano recordó con añoranza en cuanto el Estado cubano puso en práctica el programa de maestros emergentes.

Sin embargo, después de la entrevista a los adolescentes, en un conclave organizado por sus colegas de oficio y con la presencia de cuadros del Partido, se determinó la expulsión definitiva de Berta R. del sistema de enseñanza.

Pero, ¿por qué entrevistar a estos dos alumnos en específico? ¿Y por qué la insistencia en indagar sobre sesiones particulares —y pagadas— de repasos?

El origen de estas indagaciones puede ubicarse en el reciente escándalo que se desatara como resultado de la filtración y trasiego del examen de Matemáticas para matricular  en la enseñanza universitaria. Escándalo que activó una alarma en el Ministerio de Educación Superior, que ha reiterado su caso omiso a evidentes señales sobre corrupción —y oxidación— en las estructuras educacionales del país.

Así, del asunto de la filtración y trasiego de exámenes se pasó al hostigamiento a maestras en activo que ofrecen servicios de repasos particulares.

"Estas impugnaciones son contraproducentes con los hechos que vienen sucediéndose en los últimos años", confirma Nila M., maestra titular de sexto grado en la Escuela Primaria "Guillermo Llabre", en la Habana Vieja. "Yo estuve varios meses repasando a cuatro alumnos de esta misma escuela, que no tenían maestras titulares en sus grados, pero tuve que abandonar estas sesiones extralaborales porque podía ser expulsada definitivamente de Educación. Solo me hicieron una advertencia como medida, por mis más de 20 años como maestra de primaria."

Cuando la cifra de reprobados en un examen sobrepasa el 35%  por falta de profesionales en el claustro de maestros, Berta R. se pregunta a quiénes responsabilizar. "¿A los alumnos que durante casi todo el curso no tienen maestras? ¿A los padres que no pueden darse el lujo de pagar los servicios de una maestra repasadora?, ¿A las maestras que oportunamente —que no oportunistamente— intentan capear el temporal repasando a estudiantes de otros grados, asumiendo así responsabilidades que el MINED no garantiza? ¿O al Estado que perpetua el relato de un sistema de educación que, además de gratuito, es un ejemplo a seguir?"

Estas cuestiones no solo expresan la preocupación de maestras como ella, sino que también atraviesan a la familia cubana toda.

Un ejemplo de la crisis del programa estatal de enseñanza es el hecho de que los educandos que cursan el sexto grado de enseñanza primaria no tienen examen final de Geografía (en su defecto realizan un trabajo práctico) porque no existe material de estudio ni herramientas actualizadas para impartir esta asignatura. El MINED no ha podido garantizar siquiera mapas con la nueva división político-administrativa cubana que se venden, sin embargo, en la tiendas Artex y, en ocasiones, en pesos convertibles.

Los reportes de la secundaria básica Guido Fuentes, en el municipio Plaza, tampoco dejan lugar a dudas sobre el descalabro del sistema de enseñanza: solo en noveno grado reprobaron el examen final de matemáticas 120 alumnos, de ellos 25 no lograron aprobar la asignatura en las dos oportunidades siguientes —ni en la revalorización ni en el extraordinario— y por ende, deben repetir el grado.

Ania Cabrera, madre de uno de los estudiantes repitentes alegaba que durante todo el curso los alumnos no tuvieron maestros de matemáticas y, muchas madres como ella no podían costearse los 5 CUC mensuales, que representan el promedio que se paga por un repasador particular de cualquier asignatura.

Existe, aunque las autoridades no quieran entenderlo así, una diferencia obvia entre "comprar un examen" y "pagar sesiones particulares de repaso con el propósito de sostener o elevar rendimientos académicos". Diferencia que radica en la preocupación de la familia cubana por el conocimiento y la instrucción real de sus hijos, ya sea gratuita o pagada.

Y, amén de la injusticia cometida contra los maestros sancionados, tales medidas punitivas acarrearán más problemas. Como puede verse en el caso de la maestra Berta R., pues su expulsión definitiva deja sin una maestra titular el próximo curso escolar de la escuela primaria del Reparto Eléctrico. La sustitución no está garantizada, y por ende habrá de acrecentarse, para el nuevo curso, el mismo dilema.

Entristece la conclusión que deja de tarea al Estado un padre como Luis Herrera, quien no puede darse el lujo de costear, para sus dos hijos, un maestro particular: "Este es el verdadero costo de esa educación gratuita del que nadie habla".

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