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Venezuela

La Habana es el principal escollo en Venezuela

'El arresto de Marrero y la siembra en su casa de dos fusiles y una granada para acusarlo de terrorista tienen el sello inconfundible de la Seguridad del Estado castrista.'

Los Ángeles

¿Hasta qué punto puede llegar la cobardía de la comunidad internacional para no tomar acción en Venezuela?  Tan fuertes palabras no son del autor de este artículo, sino de Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien agregó que "deben mantenerse abiertas todas las opciones".

Y es que el arresto de Roberto Marrero, jefe de despacho del presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, y la escalada de asesinatos y torturas de la dictadura  de Caracas que han sido revelados en los últimos días, muestran que si a Maduro y los invasores cubanos no los paran por la fuerza es muy grande el daño y los sufrimientos que van a seguir causando al pueblo venezolano.

Mientras fuerzas cubanas ocupen Venezuela, Raúl Castro y el Partido Comunista de Cuba (PCC) mantengan el control  y la iniciativa militar-represiva, estratégica y política en esa nación, y continúe la asistencia financiera, comercial  y política de Moscú y Pekín, la dictadura de Nicolás Maduro va a sobrevivir, al menos en el corto plazo.

Una rebelión militar interna sería lo mejor para derrocar a Maduro, pero es difícil que ocurra debido a la abrumadora  red de espías cubanos en el sector castrense que lo impiden. Generales, coroneles, y otros altos oficiales cubanos controlan a la oficialidad venezolana.  Según fuentes locales, Cuba tiene en Venezuela nueve batallones de combate, uno de ellos en Fuerte Tiuna, sede del Ministerio de Defensa. Circulan rumores de que recientemente fueron enviados hacia Venezuela otros 5.000 soldados cubanos.

El teniente venezolano Ronald Dugarte denunció ante la OEA que torturadores cubanos aplican salvajes castigos a los prisioneros políticos, y que él mismo vio cómo un capitán del Ejército torturado orinaba sangre. La guardia de seguridad personal que protege a Maduro está a cargo de cubanos del MININT.

Y es lógico, Maduro se formó políticamente en La Habana. Allí fue adoctrinado y reclutado a mediados de los años 80 por la inteligencia cubana y comenzó a trabajar para el Departamento América de Manuel "Barbarroja" Piñeiro.

El general Castro y su Junta Militar son quienes incitan a los jerarcas chavistas a que maten, torturen, repriman más, y se involucren en el narcotráfico y en el robo al Estado, porque mientras más se embarren con crímenes más tienen que aferrarse al poder, pues de caer Maduro  irán a la cárcel, en Venezuela, en EEUU, o  en La Haya.

El arresto de Marrero y  la "siembra" en su casa de dos fusiles y una granada para acusarlo de terrorista tienen el sello inconfundible de la Seguridad del Estado castrista, heredera de la KGB soviética y la STASI germanoriental (heredera a su vez de la GESTAPO nazi).

Esa táctica cocinada en La Habana consiste en ir cerrando el cerco a Guaidó, pero tanteando con cautela a ver cómo reacciona Washington. Si al apresar a cercanos colaboradores de Guaidó no pasa nada bien fuerte, que vaya más allá de sanciones a individuos, la conclusión del castrochavismo será que si encarcelan a Guaidó tampoco va a pasar nada fuerte que lleve a la pérdida del poder.

Y si Castro II y Maduro mediante este tanteo lograsen llegar hasta Guaidó, habrá sido por el rechazo reiterado al uso de la fuerza en Venezuela por parte del Grupo de Lima y de toda la comunidad internacional con excepción de EEUU.  Al oponerse al uso de la fuerza se les da impunidad a Maduro y a los invasores cubanos. Quienes no están dispuestos a ayudar a los venezolanos es mejor que no lo digan, pues al decirlo apuntalan a la tiranía.

Sancionar a "la fuente" de la tragedia

El castrismo es la fuente del cataclismo venezolano. En marzo de 1981, dos meses después de instalarse Ronald Reagan en la Casa Blanca, el secretario de Estado, general Alexander Haig, le propuso invadir Cuba y acabar con el castrismo para ponerle fin a la guerra en El Salvador, según narran William Leogrande y Peter Kornbluh en su libro Diplomacia encubierta con Cuba.

Haig sostenía que para evitar que los guerrilleros comunistas tomasen el poder en San Salvador había que "ir a la fuente" del problema, que era Cuba. Reagan estuvo pensándolo, pero desistió, pues nadie más en Washington quería comenzar la nueva administración con una guerra.

Luego ningún otro secretario de Estado volvió a responsabilizar al castrismo por su intervencionismo en la región, hasta Mike Pompeo:  "Cuba es el verdadero poder imperialista en Venezuela"denunció recientemente.  Y el vicepresidente de EEUU, Mike Pence  afirmó: "Ha llegado el momento de liberar a Venezuela de Cuba".

Hoy no se trata de invadir a Cuba, sino de que la ONU y todas las democracias  exijan la salida de Venezuela de los únicos invasores reales, los cubanos. Para ello hay que sancionar al régimen de Castro-Díaz-Canel en vez de alabar sus "reformas", ir a pasear por La Habana  y hacer negocios en la Isla. Y hay que hablarle fuerte a Rusia y China, o aplicarles sanciones si siguen apoyando a Maduro.

Cuba, el país más intervencionista de América Latina

Y si de intervenciones militares se trata, hablemos en serio. Desde la independencia de España y Portugal no ha habido en América Latina un Estado más intervencionista que el castrista. Ha pisoteado la soberanía de 15 países: ocho sudamericanos, Bolivia, Argentina, Chile, Colombia, Venezuela, Perú, Brasil y Uruguay; y  siete de Centroamérica y el Caribe: República Dominicana, Granada, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá.

Washington en el siglo XX intervino varias veces en Centroamérica y en el Caribe e impuso dictadores. Pero desde 1965 intervino para derrocar tiranías o impedir la "cubanización" de República Dominicana (1965) y Granada (1983);  y en Panamá (1989) para apresar  al narcotraficante dictador Manuel Antonio Noriega, gran aliado de los Castro.

Sin embargo,las intervenciones castristas  han sido para intentar derrocar gobiernos elegidos democráticamente  e implantar tiranías totalitarias procastristas. Tan tempranamente como en abril de 1959  Fidel Castro envió un contingente invasor armado a Panamá de 200 hombres, 82 de ellos cubanos, que desembarcó en un lugar llamado Nombre de Dios.

Cuba entrenó, armó, financió y dirigió las guerrillas que en los años 60 invadieron Argentina (presidente Arturo Ilía, elegido democráticamente), Venezuela (presidentes Rómulo Betancourt y Rafael Leoni, elegidos) y Bolivia (presidente René Barrientos, elegido en 1966).  Las intervenciones se dispararon luego de la Conferencia Tricontinental de La Habana (1966). Allí se lanzó el llamado a la lucha armada para la "liberación nacional" de los pueblos,  al compás de la incendiaria consigna del Che Guevara de "crear, dos, tres...muchos Vietnam".

Se desató una ola de desembarcos y despliegue de guerrillas rurales y terroristas urbanos, entrenados y armados por los Castro. En Uruguay (Tupamaros), Argentina (Montoneros), Colombia, Perú y Venezuela.  En Guatemala y El Salvador Fidel Castro orquestó las guerras civiles más sangrientas de la historia del continente luego de la Revolución Mexicana: 200.000 muertos en Guatemala y 75.000 en El Salvador.

Para colmo, Cuba es el único país de Latinoamérica que ha intervenido con tropas al otro lado del Atlántico (Africa y Medio Oriente). A Angola fueron enviados 427.000 cubanos, y a Etiopía otros 40.000 a combatir contra Somalia.

Ahora las botas cubanas evitan la caída de la peor dictadura en la historia de Sudamérica. Por eso es necesario que las democracias sancionen al castrismo por sus desmanes en Venezuela, y le exijan que retire sus hordas invasoras.

Conclusión: solo con las fuerzas cubanas fuera de Venezuela es que podrá producirse la fractura en el mando militar para sacar a Maduro de Miraflores. De lo contrario será inevitable una intervención liberadora, esa que hoy rechazan tantos gobernantes. Pero para entonces habrá habido más muertes, hambre, dolor y emigración masiva de los venezolanos. ¿Es eso justo?

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