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Sociedad

Prostitución y drogas: la Policía exige 'cooperación' a empleados de locales estatales

Al menos un local de la céntrica Calle 23, en el Vedado, demanda a sus clientes los datos del Carné de Identidad para anotarlos en un libro.

La Habana

Los administradores de establecimientos estatales ubicados en la habanera "arteria de 23", en El Vedado, fueron convocados a una reunión con oficiales de alto rango de la Policía Nacional (PNR) del territorio, que les pidieron "cooperar para combatir la prostitución y el tráfico de drogas" en la zona.

En la reunión, efectuada a principios de enero en la unidad policial de Zapata y C, se exigió a los administradores informar a los empleados que "esta zona está considerada foco de prostitución y tráfico de drogas" y que se necesita de "la cooperación de todos" para enfrentar el fenómeno, informaron trabajadores que pidieron no ser identificados.

"¿Y qué pretenden que se le diga a las mujeres que acceden al local con extranjeros: 'ustedes no pueden entrar a consumir porque suponemos que son jineteras'? Le dije a mi jefe que mi única cooperación será venir a trabajar puntualmente", dijo una empleada gastronómica.

Otra camarera coincidió en que la exigencia de esta cooperación, además de involucrar a un trabajador en una cuestión policial, deja preguntas "que debieron hacer nuestros jefes en la reunión".

"¿Cuál será el patrón para identificar que una mujer es jinetera? ¿Su manera de vestir, de caminar, de gesticular? ¿Acaso todas las mujeres acompañadas de extranjeros que entran a estos locales o que frecuentan esta zona del Vedado están prostituyéndose? ¿Cuál es la pinta de un vendedor de drogas?", cuestionó la trabajadora.

Al menos seis administradores, que dieron declaraciones bajo condición de anonimato, confirmaron que en la reunión, presidida por una oficial con grado de coronel, ninguno de los directivos presentes "se atrevió siquiera a cuestionar lo que se nos exigía, nadie dijo ni pío".

Administradores preguntados sobre por qué no indagaron en la reunión cuál sería el modo en que se establecería esa "cooperación", afirmaron que "nadie se atrevería a tanto".

"Tenemos un 'negocio' bastante complicado que atender y esa gente te puede mandar una auditoría nuclear para que salgas por el techo y en el noticiero como chivo expiatorio".

"Simplemente informé a mis trabajadores, a modo de comentario, pero sin exigirles nada, solo que abrieran bien los ojos con el tema de la droga y nada más. No tengo la menor intención de hacer el trabajo que corresponde a la Policía", aseguró uno de los administradores.

En opinión de un encargado de seguridad, la pregunta de rigor es "¿qué pasará con los trabajadores que no 'advirtamos' que tal mujer es jinetera o que aquel hombre vende drogas? ¿Se nos acusará de cómplices a los trabajadores?".

"Por supuesto que en esa reunión, como me confirmó mi jefe, no se habló de que parte de la prostitución y la droga ocurren gracias a la corrupción de la propia Policía. Por qué no nos piden la cooperación para enfrentar ese descaro", fustigó.

'La gente del fuego'

Entre los clubes o discotecas más populares de la "arteria de 23", la mayoría enclavados en La Rampa, se encuentra el Bim Bom (actualmente en remodelación), el Sofía, el Tikoa, La Zorra y el Cuervo, el Club 23 y La Gruta.

Para la Policía todos son presuntos focos de jineterismo y tráfico de drogas "porque esta es una zona muy frecuentada por los 'yumas', y aquí curralamos la gente del fuego", dijo Camilito, habitual de La Rampa, que ofrece a los extranjeros cualquier servicio "extraoficial" que deseen.

"A mi entender, no quieren usar a la Policía porque saben que son corruptos, pero no quieren reconocerlo", apuntó Idalmita, joven de 25 años de edad a quien no le gusta ser llamada jinetera y se describe como "dama de compañía".

"Mi amiguita del club donde me siento más a gusto para trabajar me advirtió que anduviera con cuidado. De quienes tengo que cuidarme es de los administradores, que por mantener su 'bisne' te mandan a matar. A la Policía yo la manejo".

Una fuente en el Club 23 reveló que sus responsables sí decidieron cooperar de alguna manera con la Policía en el enfrentamiento a la prostitución y el tráfico de drogas. Para acceder al local se exige mostrar el Carné de Identidad y se anotan los datos en un libro.

"Así la Policía puede saber quiénes son los habituales. Para mí es irrespetuoso hacer eso, pero son ordenes de la administración y yo debo cuidar mi trabajo, como a la 'gente del fuego' les toca velar por el suyo", agregó la fuente.

Un oficial de Policía que opera en La Rampa justificó que se pide la cooperación de quienes trabajan en estos locales "porque entienden mejor la dinámica, interactúan con los clientes y conocen mejor a los habituales".

"Es decir, que además de que tenemos que trabajar como perros y tener un salario de perros que nos obliga a subsistir de la propina y de los rejuegos, también tenemos que ser chivatones de gratis", se quejó un barman.

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