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Política

Una gran caravana de emigrantes centroamericanos en marcha hacia EEUU

El fenómeno de la migración requiere una respuesta coordinada que implique tanto a los gobiernos centroamericanos como a los de México y Estados Unidos.

Madrid

El viernes 12 de octubre alrededor de 500 personas se dieron cita en la terminal de transportes de la localidad hondureña San Pedro Sula para emprender viaje hacia el norte. Tres días después, al cruzar la frontera guatemalteca, eran ya más de 2.000 hombres y mujeres que se habían sumado al periplo, llevando solo lo esencial en pequeñas bolsas y mochilas.

Al cabo de una semana, cuando alcanzaron el puesto fronterizo mexicano, los migrantes rondaban los 7.000. Según las estimaciones, los menores de edad conformarían la cuarta parte de esta columna en continuo crecimiento.

Sin embargo, en el puente Rodolfo Robles, que une Guatemala a México, se encontraron con un destacamento de 400 agentes de la Policía Federal mexicana, cerrándoles el paso. La situación se tornó tensa y hubo porrazos y gases lacrimógenos.

El dispositivo policial no amedrentó sin embargo a los migrantes, quienes, en su mayoría, cruzaron el Río Suichate a nado o en balsas.

En la actualidad la caravana se encuentra en Huixtla, en el estado mexicano de Chiapas, a 70 kilómetros de la frontera con Guatemala. Desde los incidentes con las fuerzas del orden mexicanas, lo que antes era una cadena dispersa ahora avanza bien que mal en bloque para no perder músculo ante otras eventuales operaciones policiales.

No es la primera vez que una caravana de migrantes atraviesa Centroamérica y México en dirección a Estados Unidos. Esta, sin embargo, ha atraído una atención mediática inédita, debido probablemente a su magnitud y también a la importancia que le ha dado la Casa Blanca, llegando a considerarla una "emergencia nacional".

En realidad, el uso de caravanas, es decir, de grupos más o menos coordinados, provee a los migrantes un mínimo de seguridad en un recorrido donde abundan los peligros como asaltos, violaciones, extorsiones, etc.

Razones del éxodo

El deterioro de la situación económica y política en Centroamérica ha supuesto en los últimos años un incremento de la emigración. 

En el caso de Honduras, por ejemplo, las instituciones han experimentado una pérdida continua de credibilidad desde el derrocamiento de Manuel Zelaya en 2009. Así, la reelección a la presidencia de Juan Orlando Hernández, el año pasado, aconteció en un clima de "falta de garantías y transparencias", como denunciara la Organización de Estados Americanos (OEA).

Además, la concentración de poder en manos de Hernández ha ido vaciando de contenido la separación de poderes en que se sustenta la vida democrática.

En este sentido, la prevaricación de las elites hondureñas se traduce también en la oleada de asesinatos que ha golpeado durante esta década a los defensores del medioambiente. 

En un informe de 2017, la ONG Global Witness destacaba que desde 2010 más de 120 personas habían sido asesinadas por oponerse a la actividad de las presas, las minas o a la tala de sus tierras, haciendo del país el más peligroso del planeta para el activismo ambiental.

Los crímenes son obra de "fuerzas del Estado, guardias de seguridad o asesinos a sueldo". Y el "Estado cierra los ojos ante los asesinatos y los abusos de derechos humanos", debido a una corrupción generalizada que prioriza los intereses comerciales y empresariales.

A esto se suman la violencia y la pobreza. 

Pese a haber descendido considerablemente en los últimos años, la tasa de homicidios del país sigue siendo una de las más altas a nivel global, alcanzando en 2017 el 43,6 por cada 100.000 habitantes –la media de la Unión Europea (UE) es de 0,99–. Justamente, San Pedro de Sula es la ciudad más violenta del país y se halla entre las 30 más peligrosas del mundo.

La pobreza, por su parte, afecta al 64,3% de la población –del cual el 23,3% se encuentra en situación de pobreza extrema–.

Bombero pirómano

La disyuntiva que se le plantea ahora al Estado mexicano es hacer todo lo posible por detener la caravana o dejar que siga su rumbo hacia la frontera estadounidense.

Como señala Jorge Castañeda, en El Nacional, Estados Unidos presiona fuertemente para que México "haga el trabajo sucio" y detenga la caravana antes de que llegue a sus puntos fronterizos.

Por lo pronto, a menos de hacer un uso indiscriminado de la fuerza, se ha visto lo difícil que es restañar una oleada de miles de personas. De ahí que las autoridades mexicanas hayan decidido intentar informar a los migrantes sobre las posibilidades que tienen de presentar una solicitud de asilo.

Pero los incidentes del puente Rodolfo Robles y el largo historial de atropellos hacia los migrantes centroamericanos, por parte de las fuerzas del orden mexicanas, hacen que por ahora la alternativa de solicitar asilo en México no tenga mucho eco en la caravana.

Además, según Castañeda, "septiembre fue el mes del mayor número de detenciones de centroamericanos en la frontera sur de Estados Unidos en la historia. El volumen ha rebasado la capacidad de alojamiento, alimentación, etc." 

Las solicitudes de refugio en México han pasado de 1.296 en 2013 a 14.596 en 2017, un aumento de más del 1.000% en cinco años. Y de ellas el año pasado solo se aprobaron el 13%. Por ende, no solo hay saturación del proceso, sino que la tasa de rechazo es alta.

Lo cual deja en evidencia las carencias del país para atender adecuadamente la situación.

A todas luces el fenómeno de la migración requiere una respuesta coordinada y con perspectivas de mediano y largo plazo, que implique tanto a los gobiernos centroamericanos como a los de México y Estados Unidos.

No obstante, por ahora, la estrategia del presidente estadounidense, Donald Trump, va en sentido contrario. Así, este lunes anunció que se reducirán "sustancialmente" las ayudas económicas de Estados Unidos a Guatemala, Honduras y El Salvador.

Una decisión que viene a cumplir las amenazas proferidas desde el inicio de la caravana, pero que, al tratarse de Estados con instituciones endebles y economías frágiles, corre el riesgo de obtener el efecto opuesto, incrementando la pobreza y la violencia y, por lo tanto, los flujos migratorios hacia el norte.

Por si fuera poco, da la impresión que el mandatario está instrumentalizando el asunto para sacar réditos de cara a las elecciones de noviembre, que los sondeos auguran desfavorables para los republicanos.

"Cada vez que vean una caravana, o personas que vienen ilegalmente, o intentan ingresar ilegalmente a nuestro país, piensen y culpen a los demócratas por no darnos los votos para cambiar nuestras patéticas leyes de inmigración. ¡Recuerden las legislativas!" 

Quizás haya que esperar a que pasen las elecciones de medio término en Estados Unidos para que el asunto sea enfocado con mayor serenidad. 

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